Con caídas angustiantes cuando arrancó el conteo de votos, a las 19, un sube y baja durante dos horas, con caras largas y el clímax final de un festejo con Mauricio Macri lanzando su carrera presidencial con música de Tan Biónica.
Así transcurrió la vigilia de los resultados, con una tensa calma, que la victoria por escaso margen de 3,3 puntos no alcanzó a transformar en euforia. Sólo alegría.
Hubo festejos acompañados de una explosión de papelitos blancos disparados por inmensos cañones, globos multicolores y Macri bailando esta vez debajo del escenario, entre la gente, pero dentro de un corralito. Lo acompañaron Horacio Rodríguez Larreta con una galera dorada y María Eugenia Vidal, ella sí visiblemente emocionada, cantando afónica. Los protagonistas siguieron el guión preconcebido, como si Horacio Rodríguez Larreta hubiera conseguido los ocho puntos de diferencia que le prometieron las encuestadoras. Hubo más votos en blanco que la diferencia que lo separó de Martín Lousteau. En los discursos no hubo mención alguna al margen con que se consiguió el triunfo.
Fue el lanzamiento de la campaña presidencial de Mauricio Macri, pero sin la sonrisa esperada. De hecho, el jefe de gobierno porteño se despidió de su cargo con una rictus en el rostro que sólo abandonó cuando ocupó el escenario como único referente nacional de lo que se viene para Pro. Desde allí fustigó al kirchnerismo, aunque prometió dejar en manos del Estado las empresas Aerolíneas Argentinas e YPF y continuar con el plan Asignación Universal por Hijo.
Apenas cerró el comicio, a las 18, cuando las mozas repartían cupcakes entre los cronistas, había poca gente aún en el búnker macrista. El Mago Sin Dientes, de bastón y galera, era el único que atraía las miradas. Una inconsciencia adolescente sobrevolaba el lugar.
A las 19, cuando empezó la carga de votos y ya la gente llenaba el salón, los dirigentes del círculo más cercano a Macri desaparecieron. Marcos Peña y Fernando de Andreis no subieron al escenario como estaba planeado.
Desaparecieron de las pantallas gigantes las imágenes de los canales de noticias con los números que colocaban la diferencia entre los candidatos en un 1% cuando estaba escrutado el 25% de los votos. Fueron reemplazadas esas cifras por fotos tuiteras de los militantes.
"No esperábamos este estrés, pensábamos que estábamos más arriba", se sinceró Francisco Quintana, primer legislador porteño de Pro. Otros comentaron que faltó colocar urnas en Chapelco y Las Leñas para asegurar el resultado, que explicaban en la poca afluencia de votantes por las vacaciones invernales.
Habían cesado las selfies con Alfredo DAngelis o el rabino Sergio Bergman, los más convocantes, entre la gente.
Se vivía un clima de susto en Pro que sólo cambió a las 20, cuando la brecha se amplió a tres puntos y Rodríguez Larreta salió al escenario. Volaron los globos y volvió la calma. El punto máximo fue la salida de Macri. "Se siente, se siente, Macri presidente", cantó la militancia.
El discurso de tono nacional fue acompañado por pompones rojos de porristas que se agitaban cuando Macri habló. "Démonos las manos y vamos juntos", convocó. Tras el discurso bajó del escenario, se confundió entre la gente y bailó con su hija Antonia en los hombros, buscando dejar atrás el inesperado y exiguo resultado, en el que no obstante buscó hacer pie para su postulación presidencial.