Decía unos días atrás que el estado argentino es como una empresa familiar fallida. Me refiero a esas empresas familiares creadas por el abuelo que fue exitosa gracias a su trabajo y sencillez para vivir. Cuando muere el abuelo, los herederos empiezan a nombrar en puestos claves a hermanos, primos, tíos todos con sueldos fabulosos, autos y demás beneficios. Obviamente la empresa no aguanta semejante grado de ineptitud y despilfarro y se va a la quiebra.
Bien, la familia del estado argentino es La Campora que ha tomado por asalto el sector público, nombrando a militantes que no tienen capacidad para ejercer el cargo que ocupan pero pasaron a ser militantes rentados. Cobran en base al trabajo y esfuerzo que Ud. realiza todos los días. Literalmente le está robando vía la presión impositiva su esfuerzo diario en nombre del proyecto nacional que luce más como un proyecto personal de acumulación de dinero ajeno.
Basta con ver cómo evolucionó el empleo en el sector público para advertir el desastre que han hecho el kirchnerismo, las administraciones provinciales y las municipales.
Haciendo un cálculo conservador, entre 2002 y 2013 el empleo estatal a nivel nacional, provincial y municipal pasó de 2,1 millones de personas a 3,3 millones. Se agregó un 1,2 millones de personas. Estimo que a nivel nacional, considerando el Ejecutivo, Legislativo y Judicial, más organismos descentralizados, empresas públicas, etc. el empleo estatal aumentó en unas 270.000 personas. Otras 740.000 surgen del incremento de los empleados públicos en las provincias y 190.000 a nivel municipal. De acuerdo a la Asociación Argentina de Presupuesto y Administración Financiera Pública (ASAP) que publica datos del INDEC, en 2010 había 2259 gobiernos locales, considerando municipalidades, comunas, comunas rurales, etc. Estamos hablando de un aumento de 84 personas por gobierno local entre 2003 y 2013. Bastante conservador el número.
Como decía antes, yo llego a una cifra de 3,3 millones de empleados públicos en 2013, pero otras estimaciones dan 3,7 millones de empleados públicos, lo cual es probable porque entre 2014 y 2015 los tres niveles de gobierno se apuraron en nombrar más empleados estatales.
Pero aun tomando mi número más conservador o más benigno frente a tanto despilfarro, entre 2002 y 2013 el empleo público creció el 57%, siendo que ya en 2002 el estado estaba sobredimensionado en los tres niveles. Hoy tenemos gobiernos provinciales y municipios que están tan sobredimensionados en empleados que no pueden cerrar los números con los ingresos que reciben.
Cuando uno presenta estos números, el planteo es que el próximo gobierno no podrá impulsar la reforma del estado porque mucha gente quedaría desocupada. En rigor buena parte de esos 3,3 o 3,7 millones de empleados estatales no cumplen ninguna función que genere algún bien o servicio que le sirva a la gente. Por ejemplo, el ministerio de producción a cargo de Débora Giorgi no produce nada que la gente necesite. No produce riqueza. En todo caso entorpece a los que producen. Estorban, complican y no dejan trabajar en paz a la gente que genera riqueza, por lo tanto, en un gobierno sensato un ministerio de producción es un contrasentido y no tendría que existir. Esto quiere decir que todos los que están en ese ministerio son desocupados que estadísticamente figuran como ocupados y también estadísticamente figuran como que cobran un sueldo cuando pero desde el punto de vista estrictamente económico son desocupados que cobran un muy buen subsidio. En rigor, también puede ser leído como un saqueo a la riqueza del sector privado.
De lo anterior se desprende que, un gobierno mínimamente sensato, al hacer la reforma del estado, no estaría aumentando la desocupación ya existente porque Débora Giorgi es una desocupada más al igual que todo su personal, con la diferencia no menor que vive a cuerpo de rey porque roba dinero en forma legal ya que su función es innecesaria. Ella que figura como ocupada es una desocupada de lujo. Y así pasa con millones de personas que están en los tres niveles de gobierno y creemos que si reformamos el estado van a quedar desocupados. No es cierto tal cosa. Insisto, ya son desocupados que cobran muy buenos “sueldos”. Son militantes políticos rentados que cobran robándoles sus ingresos a personas de otras ideas políticas. ¿Cómo roban? Usando el monopolio de la fuerza que tiene el estado para quitarle vía impuestos el fruto del trabajo a la gente decente y dársela a los militantes rentados. El estado le roba a gente que todas las mañanas se levanta para ir a trabajar. El trabajo de Giorgi y tantos otros es entorpecer a los que producen e ir a aplaudirla en sus cadenas y festejarle cuanta estupidez dice. El de la gente honrada es levantarse para producir y sostener a los aplaudidores y “empleados” públicos.
Lo que tiene que hacer el próximo gobierno, por lo menos a nivel nacional, es transparentar esta simulación de trabajo y reconocer que la tasa de desocupación es mucho mayor porque todos esos militantes son rentados y proceder a darles un breve tiempo para ir a trabajar. ¿Por qué digo breve? Porque por cada día de más que estén esos militantes rentados ocupando un cargo público, es un día más que el estado le roba vía impuestos el trabajo honrado a muchas personas decentes.
En definitiva, solucionar el problema del sector público no implica dejar gente en desocupada. Es un engaño estadístico decir eso. Solucionar el problema del sector público implica hacer justicia dejando de robarle a la gente que produce en serio para darle ese dinero a los que viven sin trabajar.
El desafío que queda por delante es crear las condiciones institucionales y económicas para generar una avalancha de inversiones que cree puestos de trabajo para que los que hoy están desocupados en el estado figurando como ocupados, pasen a tener un puesto de trabajo en serio y la gente decente deje de ser expoliada por este estado depredador.
Fuente: Economía para Todos