Por Julián Guarino. Subeditor de Finanzas de El Cronista
Movimiento que figura en cualquier manual de economía, el desplazamiento alcista de las tasas de interés ya se evidencia en las primeras horas de la fuerte devaluación encarada por el Gobierno y en vísperas de la liberación desde el lunes de la compra y venta de dólares para atesoramiento.
Los plazos fijos minoristas pagaban ya entre 1 y 2 puntos porcentuales extras en bancos de primera línea si bien los pronósticos hablan de incrementos mayores al 22% anual que se paga por un depósito a 30 días.
Así, la primera de las conclusiones no se hace esperar: para aquél que había decidido hacer un plazo fijo, quizás convenga esperar; para aquél que pensaba en tomar un crédito probablemente es mejor hacerlo ahora.
Las razones hay que buscarlas en la necesidad del Gobierno y los bancos para mantener los ahorros en pesos de las familias y empresas depositados en el sistema financiero mientras el dólar se transforma en la alternativa principal. Es decir, habrá que ofrecerles a esos depósitos una mejor tasa para que se queden.
Otro de los razonamientos que aplica tiene que ver con el agro. Si el productor y exportador va a vender sus dólares porque considera que la cotización por encima de $ 8 es atractiva (incluso con el 35% de retenciones que arroja un $ 5,20 final) entonces la tasa que paga el sistema financiero debe compensar, al menos en parte, la tenencia de pesos.
Desde hace unos días se entabló en el Gobierno una pulseada por las tasas entre el Palacio de Hacienda y el Banco Central. Y es que en un contexto donde el dólar blue roza los $ 12 y las reservas del BCRA se acomodan por debajo de los u$s 30.000 millones, cualquier decisión reúne pros y contras que habrá que considerar.
El dato es el siguiente: cada diciembre, el BCRA expande la base monetaria en un 12% pero acto seguido, en enero, retira una buena parte de esos pesos emitidos para financiar gasto público. Sin embargo, en 2013, si bien emitió 12% de la base (unos $ 40.000 millones), sólo retiró del mercado en lo que va de enero $ 2.000 millones, el 10% de lo que había ‘absorbido’ en 2012 durante el primer mes del año.
La escalada de precios (con un piso del 3% mensual para diciembre y enero) y el repunte de las cotizaciones del dólar paralelo, del contado con liquidación y del dólar bolsa evidencian que esos pesos aún están entre nosotros, inquietando variables que otrora se mantenían medianamente estables gracias a que había algunas alternativas menores para dedicarlos como los viajes y turismo, la compra de vehículos o incluso la compra de mercadería importada, todas alternativas que hoy están clausuradas.
Bajo una tormenta de presiones, en el Banco Central parecen convencidos de que llegó el momento de subir la tasa de interés por encima de la inflación, es decir, que en términos reales se vuelva positiva. ¿Podrá? La idea es que si pagan una mejor tasa, la gente dejará de comprar dólares (o mercadería) y buscará el plazo fijo, mientras que los bancos inyectarán más pesos en los bonos de la entidad.
La posición de Kicillof(que en noviembre pensó en implementar el desdoblamiento y crear un dólar turista pero después desistió) es la de cualquier neokeynesiano para quien el mercado” es un actor secundario. Piensa Kicillof: ‘el riesgo es aplastar’ una economía que en 2014 apenas si podrá mantenerse con crecimiento‘. Piensa Fábrega: ‘si seguimos emitiendo y no retiramos pesos del mercado, la inflación seguirá persistiendo y el dólar blue hará punta‘.
El presidente del BCRA cree que la suba en la tasa de devaluación y la intervención en el mercado paralelo por medio de bonos que viene realizando en forma masiva la Anses no servirán para revertir la dinámica del stock de divisas si no hay un plan anti inflacionario por parte del Gobierno que empiece a corregir el gasto y la expansión monetaria. Del otro lado, el soviético, hombre fuerte del Gobierno, empieza a mostrar su plan: apertura discriminada del cepo, el recargo del dólar turista al 20%, el incremento de los impuestos internos a los bienes de lujo, el acuerdo de precios, el cierre aún más profundo de las importaciones, y, ahora, el inicio de una negociación con el Club de París.