La semana pasada el ministro de Economía, Axel Kicillof, anunció que Argentina ha presentado una propuesta para regularizar la deuda en default ante las autoridades del Club de París.

En un intento por llegar a las próximas elecciones, la estrategia del Gobierno sería volver a tomar deuda en los mercados internacionales para hacer más mullido el colchón de reservas y enfrentar la crisis cambiaria actual.

No obstante, para llevar a cabo esta estrategia deben afrontarse las deudas pendientes que la actual administración viene esquivando.

En efecto, la regularización de la deuda con el Club de París pone sobre el tapete el resto de la deuda contingente que este gobierno pospuso; como la deuda con el Ciadi, con jubilados, con los holdouts, con Repsol por la expropiación de YPF y en materia de infraestructura vial, ferroviaria, energética y de comunicaciones.

Las medidas que el gobierno está aplicando para ganar tiempo e intentar llegar a las próximas elecciones presidenciales serían fortalecer al máximo el proteccionismo obstaculizando el drenaje de dólares y tomar deuda en el exterior para recuperar los dólares que el Central perdió en los últimos dos años.

Lo preocupante de esta estrategia de emitir bonos y volver a endeudarnos con el mundo es que tiene como único objetivo aumentar el stock de reservas sin que esto solucione el problema de fondo.

Es decir, al final del día habremos aumentado el nivel de deuda externa, seguiremos perdiendo reservas, habiendo desaprovechado la oportunidad de tomar deuda a tasas (históricamente) bajas para invertir en infraestructura, energía, trenes, etc. durante los años anteriores.

El gobierno sigue yendo por detrás de los acontecimientos y mantiene las inconsistencias de política macroeconómica.

La economía argentina atraviesa una pérdida estructural de reservas internacionales que complica el frente cambiario.

El drenaje de divisas presiona sobre el tipo de cambio de cobertura, generando expectativas de devaluación y provocando incrementos de la cotización de la divisa informal, que termina afectando negativamente al sistema al sistema monetario, al aumento de precios y a la esfera real de la economía doméstica.

Para intentar frenar la sangría de capitales el gobierno fue aumentando la batería de medidas proteccionistas, restricciones para adquirir dólares e incluso la tasa de devaluación del tipo de cambio oficial.

Lejos de revertir la fuga de capitales, el avance devaluatorio generó presiones adicionales sobre los precios y se trasladó al mercado informal.

Al fin y al cabo, las reservas descendieron de los US$ 30.000 millones, el dólar blue trepó a los $13, la inflación del último trimestre anualizada alcanzó un 34% a/a y por primera vez en años la demanda de pesos empieza a ceder terreno con una caída real de los agregados monetarios más líquidos como el circulante y las cajas de ahorro.

En el año 2001 la Deuda Pública Nacional Bruta sumaba US$ 144.222 millones (53,7% del PBI). A julio de 2013, el valor nominal de la deuda alcanzó los US$ 196.143 millones, que si bien implican una caída nominal en dólares, se debe únicamente a la aceleración devaluatoria; es decir a que la deuda nominada en pesos se incrementó menos que el tipo de cambio oficial. la deuda total representa un 43.6% del PBI, que sin el ANSES y el BCRA asciende al 18%. A su vez, la deuda con residentes extranjeros, tanto del sector privado, gobiernos y organismos internacionales, asciende a US$ 58.900 millones, es decir al 13% del PBI, el 154% del las reservas internacionales y el 71% de las exportaciones de los últimos 12 meses (comprendidas entre junio 2013 y julio 2012).

El círculo vicioso de más devaluación, más inflación, aumento del dólar blue y caída de la demanda de dinero empieza a acelerarse y, es sin duda una alarma para la estabilidad social y económica de nuestro país.

 

Recuento de la deuda:

 

En el año 2001 la Deuda Pública Nacional Bruta sumaba US$ 144.222 millones (53,7% del PBI).

En 2002, tras la salida de la convertibilidad, devaluación del peso y el default (cesación de pagos) aprobada por el Congreso Nacional, el valor de la deuda se catapultó a 166% del PBI y subió hasta US$ 191.296 millones en 2004, luego del primer año de mandato de Néstor Kirchner.

En 2005 se llevó a cabo el primer canje voluntario de deuda. Se cambió la estructura de los pasivos, recortando el capital (quitas), estirando los plazos y cambiando la moneda y los tipos de interés. Este canje redujo el nivel de endeudamiento de US$ 191.000 a US$ 153.000 millones.