Cristina Kirchner decidió acelerar el “trabajo sucio” que había comenzado a hacer el año pasado, luego de la derrota electoral. Ayer, en acuerdo con el Ministerio de Economía, el Banco Central repitió la estrategia del miércoles e hizo pegar otro salto al dólar oficial para acelerar el nunca confesado plan devaluatorio que implementa la Casa Rosada.
La decisión de depreciar el peso no está sola: se inscribe en un intento más amplio de lo que en el Gobierno llaman entre susurros “sincerar la economía”. Allí están el aumento de las tarifas del transporte, el impulso por reabrir las negociaciones por la deuda con el Club de París y el cambio en la metodología para medir la inflación. Hasta hace pocas semanas, en la Casa Rosada ni siquiera se mencionaban esas cuestiones.
El cepo al dólar terminó con la posibilidad de que existan corridas cambiarias en el mercado oficial de intercambio de divisas. Allí e l Gobierno se encarga de autorizar a través de la Secretaría de Comercio cada una de las ventas a importadores. Por eso, la única forma de explicar lo que ocurrió en estos días calientes es consignar que la Presidenta decidió pagar costos políticos que antes solía evitar.
La oposición, como corresponde a la etiqueta del siglo XXI, eligió ayer permitir que Cristina pagara esa cuenta. Sergio Massa castigó la devaluación. “Una devaluación así se va directo a los precios. No sirven para nada estas correcciones en la política monetaria: lo que falta es un cambio en la política económica”, le dijo a Clarín. Massa armó una reunión con su equipo de economistas y pidió informes sobre el impacto de la pérdida de valor del peso. “En enero ya hubo un 6 % de aumentos en alimentos y bebidas y desde noviembre se acumula un 40 % en medicamentos ¿Adónde va a ir la devaluación?”, se preguntó Massa en esa reunión.
Mauricio Macri salió primero a apoyar la medida con el argumento de que mejoraría la competitividad de las exportaciones. A las pocas horas, luego de ver esa declaración en los portales de internet, en el equipo del jefe de Gobierno minimizaban ese análisis. “Mauricio fue mal entendido, dijo lo de la mejora de competitividad en abstracto, pero en el contexto de esta inflación, devaluar no sirve”, admitió ante Clarín un funcionario de confianza de Macri.
En el peronismo prefirieron no hablar. Daniel Scioli difundió reuniones con el equipo económico de la gobernación bonaerense pero no quiso hablar del cimbronazo cambiario. “Lo que él está haciendo es tratar de mantener los números de la provincia lo más ordenados posible. Está preocupado por el panorama, y considera que ese será su aporte. Esa es la frase que repite en cada reunión que mantiene con gobernadores”, explicó un hombre de conversación diaria con el Gobernador. Su forma de diferenciarse de la Casa Rosada será promover el diálogo con inversores extranjeros.
En el Gobierno también hubo ayer espacio para los sincericidios. El ministro de Agricultura, Carlos Casamiquela, se corrió del discurso oficial y dijo lo que piensa. “La devaluación ha generado en casi todas las economías vinculadas a la exportación un clima de mayor tranquilidad porque efectivamente oxigena el sistema en términos de retribución y de valoración económica”, dijo.