La nueva Cristina Kirchner, esa mujer casi zen producto de más un mes de reposo y terapia cognitiva, es hoy una persona que enfrenta la cruda realidad de su gobierno como quien sigue, desde un cómodo sillón, una atrapante serie norteamericana sobre la entretela del poder. Es decir, despreocupada y hasta divertida. El testimonio de los funcionarios que la han ido a ver esta semana es unánime: todo parece importarle un comino.
Está claro que no es así, pero la señora, ayudada por horas de charla con gurúes de la conducta, logra despegarse de las turbulencias y mirar las cosas con altura y desapasionamiento. Por ejemplo, si alguien le dice que " la inflación se ha vuelto ingobernable", ella, asceta, sonríe y responde: "Más ingobernable era yo y aquí me ves".
Semejante autocontrol sorprende a sus visitantes y deriva en situaciones a veces ridículas. El otro día fue a verla un ministro y no se animó a abrir la boca (son pocos los que se animan, y durante poco tiempo). Como ella, en plena elevación mística, tampoco hablaba, a los diez minutos el tipo se paró y se fue. Una delicia de conversación.
Aun así, los funcionarios han empezado a llevarle las cuestiones de Estado más urgentes, con la advertencia de Máximo de que deben hacerlo sin dramatizar. "Mamá lee siempre Tiempo y Página -les dice-, con lo cual cree que todo está bárbaro. Ustedes díganle la verdad, pero de a poco, ¿OK?"
Puricelli, ministro de Seguridad cuando Berni se distrae, llegó a Olivos con el tema más candente y difícil: el narcotráfico. "Como usted sabe, señora, han aparecido duros documentos de la Iglesia y de la Corte. Creo que en realidad están enojados con los gobernadores del Norte. Dicen que no hay cómo combatir a los narcos, que las fronteras son un colador, que las fuerzas de seguridad no tienen ni armas, ni radares, ni gente; que la droga está haciendo estragos en todo el país y que es una de las principales causas de la inseguridad." Puricelli esperó una respuesta sobre qué hacer en esta coyuntura. Y la tuvo. "Arturo, Arturo, calma. Ya estás grande para correr a los narcos. Dejale eso a Berni. Él seguramente le va a pedir consejos a Aníbal, que fue un león combatiendo el tráfico. De autos. También hagamos intervenir a La Cámpora: son los mejores para conseguir presupuesto y meter mucha gente, y sobre todo para mejorar el presupuesto de esa gente [se rió]. Calma. Moreno está pensando en un cepo para las fronteras. Timerman va a pedirles ayuda a los iraníes. Randazzo va a instalar camaritas. Y lo más importante: he ordenado que se hable de sensación de narcotráfico."
A Puricelli le siguió Alicia Kirchner, portadora de una cifra terrible, conocida el martes: al cabo de la década ganada, más de 2,5 millones de personas viven en villas o asentamientos precarios. Se la presentó suavemente. "No es tan tremendo. Peor si fueran 10 millones, que además es un número redondo, más fácil de retener. Pero 2,5 es como que se complica, ¿no? Igual, ¿qué te parece que respondamos?" La señora pensó un par de minutos. Después dijo: "Muy sencillo. Digamos que es un plan Villas para Todos, que le da casa y barrio a gente que estaba en total desamparo. Alicia, Alicia, sabés cuánto te aprecio, pero qué poco aprendiste de tu hermano".
También apareció Kicillof, el más preocupado de todos. Le llevaba el chisme de que algunos en el equipo económico estaban dispuestos al peor de los pecados con tal de conseguir dólares: arrodillarse ante el Fondo Monetario Internacional para pedirle prestado. ¡Volver a depender del Fondo! Imperdonable. Pero su duda cruel era si detrás de esa vergonzosa movida del grupo de infieles no habría una venia de la propia Presidenta. Muchos años de reflexión marxista le permiten entrar a los temas en diagonal: "Me pregunto, señora, qué habremos hecho mal para que Lagarde [jefa del FMI] nos haya elogiado en la entrevista con Andrés Oppenheimer en CNN. Hasta dijo que estamos haciendo avances para normalizar nuestras estadísticas". Cristina le devolvió una mirada pícara. "¿Oppenheimer? ¿CNN? Me sorprende, Axel, que te informes a través de las fuentes del imperio. ¿Lagarde? La pobre está buscando un éxito para el devaluado Fondo y quiere pegarse a la Argentina. Golpea a las puertas de nuestro modelo. Ya veremos si le abrimos."
Abal Medina, jefe de Gabinete cuando el gabinete se distrae, también le llevó malas noticias. Como eran muchas, las intentó diluir exponiéndolas con gracia. Le dijo. Se fugó un represor que está siendo juzgado por violaciones de los derechos humanos. Es el ex coronel Lawless, que en inglés significa "sin ley". Con ese apellido nos estaba resultando difícil someterlo a una causa judicial. Igual, al que aporte datos le daremos una buena recompensa. Se siguen fugando reservas (25% en el año). En este caso recompensaremos al que aporte reservas. A Vandenbroele un juez le prohibió salir del país. Lo bueno es que ahora la fuga de divisas será menor. La Justicia nos obligó a revelar cuánto nos cuesta 6,7,8 . Barone se dio a la fuga. En 10 meses el déficit fiscal llegó a 105.000 millones de pesos. Por suerte son pesos, no dólares.
A la señora, aun con su filosofía zen, le costó asimilar tamaño vendaval. La rescató Máximo. "Mamá, lo conseguimos: la gente va a pedir que vuelvas.".