En la segunda jornada del XX Congreso Aapresid “20 Veces sí”, iniciada ayer jueves en el Centro de Convenciones Metropolitano de la ciudad de Rosario, el Cientista del suelo, Don Reikosky, ofreció su clase magistral “Agua, Suelo y Aire, los regalos de la naturaleza”, en la que desarrolló los fundamentos por los que el sistema de Siembra Directa resulta, según su visión, la única alternativa para la conservación del suelo y una agricultura sustentable.

La visión de Reikosky, según introdujo él mismo, se resume en proporciones claras y extremas: “Cien por ciento Siembra Directa (SD), cero erosión; cien por ciento conservación, cero por ciento labranza”. Lo cual, en definitiva, supone para este investigador que un “cien por ciento de SD equivale a cien por ciento de seguridad alimentaria”, como también, “a cero degradación del suelo”.

La importancia del sistema SD en el contexto global actual y futuro fue claramente representada por Reikosky a partir de gráficos y estadísticas con los que ilustró su ponencia: “Tenemos poca agua, poco suelo y mucha gente que alimentar en el planeta. No hay otra alternativa sustentable para producir las cantidades de alimentos necesarias sin conservación del suelo, sin el debido manejo de la biomasa del cultivo y del manejo mejorado del carbono”, resumió.

A la problemática que implica la necesidad de abastecer la creciente demanda de alimentos en términos de sustentabilidad, Reicosky incluyó el escaso territorio con el que el planeta cuenta para producir: “Tenemos tanto un delgado suelo como una delgada capa atmosférica. Sólo el nueve por ciento de la tierra es cultivable. Nuestra preocupación es que hay cada vez más personas para la misma área cultivable”, sostuvo.

“Excluyendo la superficie terrestre cubierta por agua, la cubierta por carreteras, autopistas, ocupadas por ciudades, apenas un 1/32 es todo lo que queda para cultivar”, especificó el investigador, quien sostuvo que de perseverar en las prácticas agrícolas convencionales, la pérdida del suelo resultará inevitable.

“La agricultura convencional es una agricultura suicida que con la erosión agota el suelo”, señaló Reicosky, quien estableció un paralelismo entre pérdida del suelo y pérdida de la seguridad alimentaria ya que considera la labranza una forma de “abuso agrícola. Como nos muestra la historia de la humanidad, once imperios cayeron en siete mil años por causa del abuso agrícola. Sólo las civilizaciones que cuiden el suelo son capaces de persistir”, enfatizó, para luego resaltar que “el abuso agrícola puede ser un factor de desastres mayor que las guerras, los terremotos o los tsunamis”.

De ahí es que para Reicosky “debemos implementar estrategias de conservación, para alcanzar un equilibrio, el que se logra a través de la SD. No podemos tolerar más la erosión teniendo al alcance una herramienta como la SD, que es una agricultura sustentable, de mínima remoción del suelo, de cobertura permanente del suelo, de diversificación con rotación de cultivos”.

En ese sentido, remarcó la necesidad de “pensar en carbono”. “Es importante que se entienda el ciclo del carbono ya que sin la captura de carbono que hacen las plantas, no tendríamos alimentos. Hay que considerar la planta como carbono, viva o muerta, la planta hay que pensarla en términos de carbono. La misma conservación del suelo está más relacionada con el manejo del vegetal que con el manejo del propio suelo. La C de carbono es la C de conservación”, sintetizó.

En ese orden, aseveró que “el enemigo número uno de la agricultura de conservación es la pérdida de carbono inducida por labranza, ya que esta interrumpe los ciclos naturales, altera no sólo el ciclo de carbono, sino del nitrógeno y del agua. La emisión de CO2 se da en función de la remoción del suelo que produce una pérdida de carbono y de agua hasta diez veces mayor que bajo el sistema de SD, además de destruir la integridad biológica del suelo”.

“Las consecuencias son muy serias –continuó–, comparables a grandes catástrofes. La labranza con arado es la maestra del desastre. Hay que sacarla de nuestra terminología. A mí me gusta más la palabra Siembra Directa”, ironizó el investigador, quien fue aún más allá en su acérrima crítica de la agricultura convencional en su alternativa supuestamente menos nociva: “«La labranza de conservación» es un oxímoron (dos palabras o expresiones de significado opuesto en una misma estructura sintáctica)”, sentenció Reicosky, quien insistió, hacia el final de su disertación con la importancia de “pensar en el carbono como sinónimo de conservación” y exhortó al productor “a comprometerse con los principios del sistema de Siembra Directa”, así como a “continuar con su pasión por el suelo”.