En el marco de la primera jornada del XX Congreso Apreesid bajo el lema “20 Veces sí” que tiene lugar en el Centro Metropolitano de la ciudad de Rosario, se desarrolló en la sala Intacta RR2 PRO la plenaria sobre el Plan Estratégico Agroalimentario y Agroindustrial PEA2, a cargo de los disertantes Ingeniero Gustavo Oliverio (Asesor y coordinador de la Fundación Producir Conservando), el Licenciado Andrés Beibe (cofundador y director ejecutivo de FADDA -Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina-) y el Ingeniero Jorge Adámoli (Profesor consulto de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, investigador del Conicet y consultor ambiental de organismos internacionales), bajo la moderación del Profesor Bernardo Piazzardi (Director en Asuntos Corporativos y Profesor MS del Programa de Agronegocios en la Universidad Austral).
Luego de una breve introducción orientativa brindada por Piazzardi sobre el eje de la charla intitulada “PEA2, del qué al cómo”, el primero en exponer fue el Ingeniero Jorge Adámoli, quien abordó el aspecto medioambiental inherente al cumplimiento de las metas propuestas por el PEA.
Adámoli, quien consideró al plan lanzado en 2010 por el Gobierno nacional como una “muy buena noticia para el país” advirtió no obstante sobre la necesidad de considerar los medios para alcanzar los objetivos y su impacto medioambiental, y planteó la discusión sobre tres cuestiones: si es posible cumplir con el objetivo, si además de posible el objetivo es deseable, y si en su búsqueda se haya contemplado el costo social.
“La meta física del PEA consiste en pasar de producir las casi 100 millones de toneladas de granos actuales, a 160 millones en el 2020, pero se debe pensar ya en buscar el objetivo de llegar a las 200 millones. Sí la pregunta es si es posible, digo que sí, sobran razones para que la Argentina alcance ese objetivo, por su capital humano y por la calidad de sus recursos naturales. Pero cabe preguntarse también si es deseable, lo cual también dispara una respuesta positiva, por los recursos económicos que genera, aunque la discusión en todo caso debería pasar por si estos recursos generados deben servir, como es mi opinión, para eliminar las desigualdades entre regiones y sectores sociales”.
En ese sentido, el docente de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, agregó que lo que merece una respuesta negativa es en última instancia si se plantea alcanzar las metas “a cualquier costo social. Entonces la respuesta es no”, dijo Adámoli. “La Argentina asiste a un escándalo ético de producir alimentos para 400 millones de personas, pero al mismo tiempo mantener un 21 por ciento de la población en niveles de pobreza y 5,4 por ciento, en niveles de indigencia. Las metas de expansión a cualquier costo social, ya sea erosión, contaminación, desmontes ilegales, definitivamente no son aceptables”, sostuvo el ingeniero, quien se mostró confiado en la capacidad del país para alcanzar los objetivos del PEA, pero en base a una explotación diversificada, sustentable, y responsable con el medioambiente.
Por su parte, el Ingeniero Gustavo Oliverio, coincidió con su compañero de panel en el hecho positivo que implica para el país el PEA: “Es la primera vez que la Argentina tiene un plan estratégico, es una muy buena noticia”, ponderó, antes de adentrarse en los aspectos netamente económicos del programa.
Para Oliverio, las metas del PEA, si bien las consideró posibles, cuestionó que se alcancen en el lapso previsto. Según su análisis, la Argentina podría lograr para la fecha tope establecida por el PEA una producción que oscilará entre los 110 y los 135 millones de toneladas y fundamentó su pronóstico en las diversas limitantes, tanto exógenas (economía mundial, subsidios, proteccionismo), como las “endógenas (marco jurídico, estabilidad del sistema, créditos accesibles, reglas de juego, entre otras).
Con base en la evolución de los precios de granos en la última década, los rendimientos y la evolución del área sembrada, sus proyecciones hacia el 2020 tampoco coincidieron con quien lo precedió en el panel en cuanto a la extensión de la frontera agrícola. En ese sentido advirtió que Argentina podría alcanzar las 37 millones de hectáreas sembradas, bastante por debajo de las 42 millones que propone el PEA.
Opinó, además, que los cambios en la infraestructura, en especial la de transporte, “son muy reducidos como para lograr una sustentabilidad en la comercialización” y sumó a las limitantes que perjudicarían la evolución del sector hacia las metas del PEA, la falta de transparencia en los mercados, la inestabilidad de las reglas fiscales y las idas y vueltas de la pesificación compulsiva de la economía, lo cual “no ayudara a promover las inversiones necesarias para alcanzar sustentablemente las metas propuestas por el PEA”, indicó.
No obstante consideró que “pese a las limitaciones existentes la Argentina seguirá creciendo tanto en área como en producción en los próximos años”, así como enfatizó el “valor que supone la existencia de Plan Estratégico, el cual –remarcó– es un enorme incentivo y oportunidad”.
A su turno, Andrés Beibe, Director Ejecutivo de FADA (Federación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina), tras un repaso sobre el PEA, opinó sobre la visión de país que a partir de éste se construyó.
Beibe dio primero un panorama del contexto en que se inserta el Plan Agroalimentario y Agroindustrial: “una sociedad desigual, la persistencia del empleo informal desde 2004, la financiación desproporcionada que el Estado ejecuta en distintas áreas”, aunque coincidió en que las metas a las que apunta el PEA “son posibles y deseables, y que de cumplirse, pueden generar 1.8 millones de puestos de trabajo”.
A su entender, a los objetivos del PEA los preceden otros de igual importancia: “Se debe primero atender lo urgente, disminuir el nivel de inflación ya que erosiona el poder adquisitivo, atender la alimentación, la salud y la educación en conjunto, implementando programas focalizados en niñez y maternidad”, señaló.
Beibe consideró que para lograr un desarrollo integral se debe encarar la solución de cuestiones de fondo, “el respeto por las áreas de incumbencia de cada uno de los poderes del Estado, implementar un gasto público anticíclico, un federalismo real en el infraestructura de transporte, en la distribución de los fondos públicos”, entre otros cambios de ejercicio gubernamental que cree necesario.
Pero esencialmente, sostuvo que desde la Fundación que representa, se fomenta un espacio para debatir políticas de Estado para el desarrollo, y se exhorta a todos los sectores productivos a involucrarse directamente en la política, a interactuar con funcionarios, políticos y demás actores sociales en pos de contribuir activamente alcanzar las metas del PEA, porque “Argentina las necesita”, concluyó.