Las políticas que implementaba Guillermo Moreno en el Ministerio de Economía a lo largo de estos años muchas veces me recordabana una historia vivida por un amigo con su hijode 3 años, fanático del dinosaurio Barney.
Eran tiempos de videocasete y grababan el programa para que su hijo pudiera verlo a la noche. Cuando su hijo se cansó del dinosaurio violeta, mi amigo dejó pasar unos días, tachó el nombre de Barneydel casete y grabó otras cosas encima.Sin embargo,al poco tiempo su hijo quiso ver nuevamente su casete de Barney. "No se puede, ya no está en el casete", le explicó. "Ves que acá ya no dice Barney", agregó mostrándole el casete.
Su hijo se indignó primero, pero luego corrió hacia su habitación y trajo un lápiz. "Escribí Barney acá, en el casete", le pidió imperiosamente. Lo hizo. Su hijo introdujo, con aire triunfante, el casete en la videocasetera, pero Barney no apareció y su enojo creció...
¿Qué había pasado? Había habido un error de diagnóstico.
Este error era el resultado directo de la incomprensión. Su hijo no entendía cómo funcionaba le mecanismo en cuestión y confundió la dirección de causalidad, creyó que lo que mostrara el casete dependía de lo que escribiéramos en su exterior.
El error de diagnóstico lo llevó a realizar una mala recomendación de política: escribir el nombre en el casete. La política sugerida resultó inefectiva.
Ésta es la historia también de la gestión macroeconómica de Guillermo Moreno en el Ministerio de Economía, aunque las consecuencias de sus errores son mucho más graves. El ejemplo más claro es la lucha de Moreno contra la inflación. La intervención del Indec en 2007 buscó evitar que el Índice de Precios al Consumidor (IPC) registrara la incipiente inflación. Escribamos otro número para el índice de precios, así desaparecerá la inflación, parecía pensar Guillermo Moreno.
El índice cambió, las estadísticas oficiales y el Indec perdieron su credibilidad, pero la inflación continuó.
Las amenazas a empresarios, los congelamientos de precios, las sanciones a consultoras por divulgar estimaciones propias de inflación, fueron todas estrategias erradas e inefectivas para reducir la inflación. Todo partía de un error de diagnóstico. Bastaba con mirar las tasas de crecimiento de la oferta monetaria para entender dónde estaba el origen del problema.
Un patrón parecido se ve en la lucha de Moreno para evitar la suba del dólar paralelo luego de la introducción del cepo cambiario. Llamados y amenazas a bancos y a operadores resultaron inefectivos para evitar la escalada del blue.
Ante el fracaso de las amenazas el Gobierno ideó una nueva estrategia. Pesificar la economía restringiendo aún más el acceso a los dólares. El diagnóstico fue que la demanda de dólares se debía a factores culturales. La gente ahorraba en dólares por esta razón. Las compras de inmuebles se hacían en dólares por factores culturales. La pesificación forzada modificaría estos hábitos, creyó o deseó el Gobierno, y, de este modo, la suba del dólar se detendría. Sin embargo, la nueva estrategia sólo logró generar un tremendo freno en el sector inmobiliario y una escalada aún mayor del dólar paralelo.
La estrategia fracasó porque, nuevamente, el diagnóstico estaba equivocado. Todos los factores culturales de la demanda de dólares pueden resumirse en una relación llamada paridad descubierta de tasas de interés.
Si el rendimiento de los pesos es menor que el rendimiento esperado de tener dólares (tasa en dólares más depreciación esperada del peso) entonces la gente querrá dólares. La devaluación del peso se detendrá cuando el rendimiento esperado de tener pesos y dólares se iguale.
En resumen, de 2007 en adelante, el Gobierno ha sido el campeón de los malos diagnósticos en temas económicos. El Gobierno con Moreno como autor de algunas políticas y ejecutor de otras ha atacado sistemáticamente las consecuencias y no las causas de los problemas. ¿Será suficiente la salida de Moreno para que esto cambie? Creerlo es difícil.