Con la seca que no da tregua, el año que comenzó ayer promete ser movido. Los problemas que no se solucionaron en 2010, siguen pendientes en 2011. El que aparece primero en la lista de urgencias es el trigo. Los datos de excelentes rindes que se confirmaron en Córdoba, Santa Fe y el norte bonaerense se están replicando en el sudeste de la provincia de Buenos Aires. De los 13 millones de toneladas que se preveía hasta la semana pasada, la Bolsa de Cereales de Buenos Aires estimó que llegará a 14,5 millones de toneladas.
Esa cifra representa más del doble de lo que consume el mercado interno. Si el Gobierno dispusiera la liberación inmediata de ROE hasta llegar a ocho millones de toneladas, el consumo local no tiene por qué verse comprometido si ya se asegura los seis millones de toneladas restantes. Esto, sin contar el remanente de la campaña pasada y la eventual contingencia de 500.000 toneladas. Sin embargo, el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, está sentado sobre los ROE y sigue siendo el dueño del mercado.
El Gobierno dispuso un coto de caza sobre el mercado y eligió a quien entregarles las escopetas. Ahora, las esquirlas estallan por varios lados. Uno de los últimos estallidos comenzó a comienzos de esta semana cuando la Federación Argentina de la Industria Molinera (FAIM) publicó una solicitada en la que intentó despegarse de las críticas de la que es objeto, tanto por parte del Ministro de Agricultura, Julián Domínguez, como de los ruralistas.
Según la FAIM, "los molinos no son responsables por el precio que otros actores en el mercado de trigo paguen a los productores que los abastecen, que obedecen a la libre decisión de los mismos". En otras palabras, la culpa la tienen los acopiadores y los cooperativistas, según los industriales.
Primero la Sociedad Rural, y luego la Comisión de Enlace completa le respondieron a los molineros que "no es verdad que la industria molinera esté pagando el precio de trigo que corresponde, dado que en la pizarra y en las compras directas a productores, cooperativas y acopios, se paga un 23 por ciento por debajo del FAS teórico".
Además de criticar a la industria molinera y a los exportadores, los ruralistas le apuntaron al sistema creado por el Gobierno que impidió la competencia entre los actores de la cadena y le puso un freno a los precios pagados al productor.
"El gobierno ha propiciado un sistema de comercialización clientelista, concentrador y corrupto que perjudica el desarrollo del país", dijo, con dureza, la Comisión de Enlace.
Los ruralistas se reunirán el miércoles próximo para decidir posibles medidas de protesta. La Federación Agraria pretendía lanzar un plan de lucha con protestas en puertos, acopios y molinos. Hasta ahora, la carta del diálogo no ha sido jugada porque el ministro de Agricultura, Julián Domínguez, prefiere seguir la estrategia de tratar en forma individual con las entidades y no darle importancia institucional a la Comisión de Enlace.
En rigor, el objetivo mayor es la presidenta Cristina Kirchner. Saben que sin una decisión política que corrija el rumbo es imposible modificar la distorsión del mercado. Pero el Gobierno no da señales de que vaya a modificar la situación en el corto plazo, sólo actúa cuando llega la emergencia. Y a veces ni siquiera con eso.
Si en las próximas semanas no llueve sobre la zona núcleo -hay pronósticos que afirman que desde pasado mañana habría buenas precipitaciones- la cosecha de soja y de maíz será sustancialmente menor a la esperada. En soja ya hay estimaciones de que apenas se alcanzarán los 48 millones de toneladas. Está en riesgo la soja de segunda, aproximadamente un 30% del volumen total. También el maíz, que ingresó en la etapa de floración, y del que se esperaba una cosecha superior a los 22 millones de toneladas.
Al no haberse modificado el nivel de retenciones durante el año pasado, con una caída sustancial de los rendimientos el fantasma de otra campaña con números en rojo no es tan lejano. De poco van a servir los precios récords que está alcanzando Chicago en estas jornadas si la rentabilidad vuelve a crujir. El fenómeno "La Niña" tendrá la respuesta.
De todas maneras, las tendencias del mediano plazo son positivas. El crecimiento de los países emergentes seguirá siendo sostenido. China e India demandan proteínas vegetales y animales y buscan proveedores confiables y sólidos. A esto se suma que los capitales de inversión están buscando refugios seguros ante la debilidad de las monedas, como el dólar, y andan detrás de oportunidades en tierras y empresas de países con potencial productivo aún sin explorar. Es en ese contexto que las peleas internas se parecen a una letanía incansable. Distinto sería si el foco estuviera puesto en el largo plazo.