Alta demanda

No hace falta abundar en palabras para definir la delicada situación hídrica que atraviesa la mayor parte de la región pampeana. Gran parte de LP y BA están en transitando estas últimas jornadas del año con distinto grado de sequía. El sudeste de BA, con paso tan holgado hasta finales de noviembre también ha sufrido un fuerte retroceso en su disponibilidad de humedad y son de cuidado y mucho manejo las siembras de segunda. Para esta zona si no se concretan lluvias en la próxima semana, es muy arriesgado avanzar con la implantación. Aparecen algunos corredores en la zona núcleo, como el que va desde el centro de CB hacia Rosario, donde se han logrado sumar unos 120 milímetros de agua en lo que va de diciembre, marca importante para el mes y más aún considerando que hacia el sur de SF y el norte de BA, por ejemplo, esta oferta decae a 70 milímetros en el mejor de los casos.

Las condiciones meteorológicas desde la jornada del sábado 25 han sido muy exigentes, generando una presión extra sobre un deteriorado balance hídrico. Esto plantea una alta demanda de precipitaciones para las próximas dos semanas si se pretende recuperar hasta niveles adecuados la humedad del primer metro de suelo. Veamos el siguiente mapa.

Mas allá de la diversidad de situaciones que pueda darse a nivel de lote dentro del ámbito de la región pampeana, queda claro que la demanda de lluvias para las próximas dos semanas es altamente improbable de satisfacer.

Considerando el comportamiento de los sistemas precipitantes del mes de diciembre alcanzar niveles de precipitación superiores a los 100 milímetros durante el mes de enero, sería todo un éxito. Bajo este argumento, lograr montos superiores en la mitad del tiempo parece improbable y por lo tanto el mapa se transforma en una suerte de indicador del daño potencial que pueden sufrir los cultivos en las próximas semanas si al menos no reciben recargas parciales. Obsérvese por ejemplo que aparecen zonas reducidas en las vecindades de Rosario o de Marcos Juárez donde la demanda es ligeramente menor, pero igualmente significativa para satisfacerse en períodos de tiempo relativamente cortos. Es decir la probabilidad de que las reservas se mantengan o alcancen un estado adecuado en el corto o mediano plazo es baja o en todo caso esta situación se dará en zonas de escala reducida, favorecidas por sistemas precipitantes discrecionales más generosos. Los mismos son prácticamente imposibles de anticipar dentro de un contexto dominado por precipitaciones escasas. Lamentablemente para muchos sectores, el retroceso de las reservas a esta altura del año reproduce un escenario similar al de la seca del 08/09, confirmando una variabilidad interanual del clima que promueve gran inestabilidad en la producción granaria del país.

Desde el punto de vista conceptual, la actual campaña debe dejar una enseñanza importante a los agricultores argentinos, más allá de las eventuales mejoras que puedan sobrevenir. Si bien los escenarios climáticos que definen las estadísticas son contextuales a nivel regional y pueden presentar diferencias en escala reducida, evidentemente el riesgo para esta campaña estaba definido de antemano. Las estrategias de manejo oportunamente implementadas pueden morigerar el impacto generado por la falta de precipitaciones, eventualmente las sementeras con riego hasta no sentirlo. Considerando que esta última posibilidad no es una práctica generalizada, queda claro que la campaña debía comenzarse con expectativas que apuntaran a un retroceso en la producción de los dos cultivos principales. Es decir, esta es la típica campaña en la que lograr el rinde medio debe considerarse todo un éxito. Las excepciones positivas vienen de la mano de la aleatoriedad que presentan los sistemas precipitantes dentro de un marco dominado por una oferta de agua empobrecida. Conocer el riesgo agroclimático evita hacer proyecciones que luego resultan decepcionantes.

Teniendo en cuenta que los extremos climáticos tienden a repetirse cada vez con mayor frecuencia y que esto impacta directamente sobre los niveles de producción, deberían generarse políticas de estado eficientes y previsibles para mitigar la señal a nivel económico que campañas como la corriente pueden ocasionar. El impulso del seguro multiriesgo subsidiado por el estado, se presenta como una herramienta que lograría anticipar una adecuada distribución recursos. Actualmente este tipo de seguro es muy oneroso para un productor medio, sin embargo, sería viable con la intervención del estado. Por lo general los eventos de sequía o inundaciones terminan con una decisión oficial de emergencia agropecuaria. Los mismos podrían ser evitados si se alienta al productor a tomar seguros multiriesgo con participación del estado como socio.

La marcha de la campaña actual no puede sorprender a nadie. Sus aspectos más relevantes fueron anticipados oportunamente. Avanzar sobre una adecuada política de seguros multiriesgo es una necesidad perentoria para un país básicamente agroexportador.

  • Por CCA - exclusivo Agrositio.com
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