En un nuevo año de conflicto y sin lograr despertar aún demasiado entusiasmo en las rutas, el ruralismo decidió apuntar la artillería al Congreso, con la esperanza de obtener allí las políticas que años de desencuentros con el Poder Ejecutivo le negaron. La pregunta que se hacen muchos es si es este el lugar para conseguir cambios en las retenciones y la eliminación de las trabas al comercio por citar sólo dos de los principales problemas que tiene el sector desde hace años. "La pelea tiene que hacerse en el Congreso, definitivamente, ya que este es el lugar adonde se deben debatir las políticas impositivas y comerciales del país", dijo el director en Entre Ríos de la Sociedad Rural, Luis Etchevehere, uno de los ruralistas que pasea por el Parlamento para sumar apoyos para el agro.

"El Congreso es el mejor lugar para lograr cambios", coincidió Noel Alonso Murray, de la Fundación Directorio Legislativo. "En el Congreso estamos representados todos y tiene un abanico de opciones adonde dirigirse para plantear reclamos, algo que el agro no tiene en el Ejecutivo", agregó.

En este contexto, los expertos dicen que hay cuatro factores que definirán la suerte del agro en su pelea en el Congreso: la estrategia usada para debatir los reclamos, la capacidad de ganar aliados, la campaña electoral y las candidaturas del sector.

En materia de estrategia para posicionar proyectos, para los especialistas, por el momento, la Comisión de Agricultura y las sesiones especiales son los caminos más difíciles. "Mientras el kirchnerismo y sus legisladores estén en contra del campo, la mejor opción que tiene el agro para plantear un proyecto es juntar firmas y lograr que se trate por iniciativa popular", dijo Laura Alonso, de la ONG Poder Ciudadano.

En cuanto a las tácticas usadas para ganar aliados o voluntades, para el diputado Christian Gribaudo (Pro-Capital), vicepresidente de la Comisión de Agricultura, hay que evitar la confrontación innecesaria. "No hay que hacer escraches ni acusaciones públicas sobre los que no estén en la sesión ni den quórum. Más bien convendría trabajar provincia por provincia, especialmente en las más afectadas por la crisis del campo, y pedir a los diputados aliados apoyo para sumar a sus comprovincianos. Nadie puede hacerse el sordo por mucho tiempo a las necesidades de su provincia", explicó Gribaudo.

Para el negociador de la Sociedad Rural, Ernesto Ambrosetti, las entidades tienen por delante trabajo en dos frentes de acá a fin de año. "Por un lado, se debe presionar fuertemente a los diputados del interior, y por otro, hacer un trabajo de concientización a la sociedad de cómo afecta al interior la parálisis del campo", dijo Ambrosetti.

Para Murray Alonso, a la hora de conseguir voluntades para tratar los intereses del agro todos los caminos conducen al oficialismo. "El mejor aliado que puede tener el sector es el oficialismo, que tiene que la mayoría hasta diciembre. Le guste o no le guste al agro, se va a tener que acercar a ellos, o al menos a una parte, porque si no, no les van a dar las cuentas para el quórum", dijo.

Finalmente, los otros dos factores que pueden definir la batalla del campo en la Legislatura son la campaña electoral y las candidaturas que pueda conseguir el sector para junio. "El adelantamiento de las elecciones politizó al máximo el problema del campo y agravan el conflicto. Pero por otro lado las elecciones ponen el foco sobre los diputados y sus posturas de defensa del campo y eso beneficia al sector", señaló Gribaudo.

"Concretamente, después del debate de las retenciones, muchos kirchneristas no podrán postularse porque quedaron desprestigiados en sus distritos, como pueden ser Agustín Rossi en Santa Fe o Gerónimo Vargas Aignasse en Tucumán, y eso es a raíz del conflicto del campo en 2008", agregó.

Otros señalan el peligro que puede entrañar mostrarse aliado de la oposición y compartir con esta el crédito político obtenido en 2008, y después, ser ignorado cuando el aliado llega al poder. "En muchos casos se usa al campo como aliado con fines electorales y creo que muchos se van a olvidar de él cuando ganen. Los dirigentes que tienen ofertas para ser candidatos se quejan de que les ofrecen los peores lugares", señaló uno de los ruralistas que recorre los pasillos y prefirió mantener su identidad en reserva.

Ambrosetti también descree de la efectividad de tener dirigentes en las candidaturas, pero por otras razones. "Si un diputado entra por un partido equis, aunque pertenezca al sector, va a tener que responder al partido. El campo va a tener que instalar un número muy grande de diputados para tener peso propio", dijo.

En un ambiente preeleccionario muy politizado, los expertos coinciden en que el desafío del campo será aprovechar la batalla electoral en el Congreso a su favor, para lograr que los reclamos sectoriales se impongan en la agenda del Poder Legislativo a fuerza de lobby. Y en este contexto, con muchos legisladores del interior buscando la reelección, la tarea parece no ser tan difícil.

Por Mercedes Colombres
LA NACION