La actual coyuntura que vive el agro plantea un difícil desafío: el de seguir haciendo rentable el negocio de producir alimentos y, a la vez, el hacerlo sustentable en el tiempo. La tarea no parece sencilla, ya que el actual contexto -tanto nacional como internacional- plantea difíciles obstáculos, y genera nuevos desafíos.
Vayamos por partes. A nivel internacional, la crisis global tiene como consecuencia la caída de los precios de los principales granos, pero en simultáneo plantea el desafío de producir más alimentos para satisfacer a una demanda creciente en cantidad y calidad.
En el plano interno, más allá del conflicto campo/gobierno que agrega gran incertidumbre al negocio agrícola, las principales variables han cambiado. Principalmente, en campos arrendados, que según las principales estimaciones explican más del 70% del negocio agrícola actual.
La principal limitante pasa por las consecuencias que está dejando la última campaña que los productores están ya cosechando. "Al momento de definir la estrategia de la campaña pasada partimos de una situación con precios de los granos elevados, con insumos atados a esos valores, y contratos de arrendamiento que respondían a esa lógica", precisó Jorge Luis "Cachi" Del Barro, un conocido productor del sur santafesino.
Cuando ya estaba la campaña jugada, esto es con los insumos comprados y aplicados (principalmente fertilizantes y semillas), vino la hecatombe internacional, que ni la mente más brillante preveía. "Los precios se derrumbaron, haciendo que los números cambiaran drásticamente", agregó Cachi.
Insumos y arrendamientos cerrados a altos precios, y un producto final (granos) con precios por el piso. A ello se suma que los cultivos sufrieron una de las peores sequías de los últimos cincuenta años. El resultado es fácil de adivinar: rentabilidad negativa o nula, en el mejor de los casos.
Más allá del impacto en rentabilidad, las secuelas también se hacen sentir en la liquidez de las empresas. "No hay dinero líquido para largar la próxima siembra, y las alternativas de financiamiento no están claras", precisó Santiago Barberis, asesor del norte de Buenos Aires. A su vez, "el que sea un año electoral agrega mayor incertidumbre, a lo que se suma la gran tensión e imprevisibilidad de la relación campo/gobierno", agregó Sebastián Senesi, del Programa de Agronegocios de la UBA. El marco institucional tampoco ayuda.
Así dadas las condiciones, y de cara a la nueva campaña, "armar una estrategia de rotaciones que contemple los mejores conceptos agronómicos, se aleja de la realidad del negocio", precisó Pablo López Anido, asesor en el norte argentino. Sin embargo, "si nos dejamos tentar por el negocio de corto plazo, con mínima inversión y máximo retorno, la respuesta es más soja", agregó. Lejos de demonizarla, está claro que el monocultivo no es la mejor estrategia; "aunque en esta circunstancia será, en muchos casos, la única disponible para no ir al quebranto", agregó López Anido.
El desafío consiste en ser rentables sin dejar de ser sustentables. Para eso, en el plano agronómico, resulta crucial saber interpretar la oferta ambiental y adaptar la estrategia de manejo, optimizando al mismo tiempo la rentabilidad media del negocio. En consecuencia, el análisis necesariamente debe ir más allá del horizonte anual: los tiempos biológicos no entienden de liquidez o de tasa de retorno.
Si la salida es la rotación de cultivos con aplicación de la tecnología disponible, "habrá que agudizar el ingenio para brindar los insumos y recursos necesarios con la mínima inversión y la máxima productividad", precisó Del Barro. En este sentido, una herramienta cada vez más difundida es la de utilizar cultivos de cobertura de leguminosas, para reemplazar parte de los fertilizantes nitrogenados por nitrógeno de fijación biológica. "La inclusión de vicia como antecesor de maíz, permite bajar sensiblemente la cantidad de nitrógeno aportado vía fertilizantes sin resentir la nutrición del cultivo", precisó Jorge Romagnoli, usuario de vicia con este fin.
Por otro lado, la simplificación de una rotación hasta llevarla al extremo de un único cultivo anual, como puede ser la soja de primera, muchas veces desperdicia parte de la oferta ambiental.
Por ejemplo, en la actual cosecha se están teniendo rendimientos de soja de primera en plena Zona Núcleo de entre 1.500 y 2.000 kg/ha, con picos de 3.000 sólo en los mejores ambientes. Sin embargo, en esas mismas regiones la soja de segunda, detrás de un cultivo invernal, "muestra potenciales rindes similares a los de primera y más estables, pero con la ventaja de haber tenido una cosecha adicional en diciembre", dijo Federico Zorza, asesor técnico regional del Grupo Pergamino Colón, de Aapresid.
Finalmente, y tal vez lo más importante en esquemas de arrendamiento, "la renegociación de contratos será un tema primordial. Sólo aquellos propietarios e inquilinos que entiendan que la variable tiempo es vital en el negocio, acordarán que la rotación es la mejor decisión. Y en ese contexto, también deberá comprenderse que el negocio cambió, tanto en riesgo como en rentabilidad, y cada uno deberá resignar una parte", dice Senesi. Quienes hayan montado relaciones basadas en la confianza y la construcción de capital social serán quienes más cerca estén de encontrar una salida que alinee objetivos de rentabilidad y sustentabilidad.