Los parásitos gastrointestinales son uno de los principales problemas sanitarios que afectan a los ovinos en pastoreo. Como sucede en otros lugares del mundo, en la Argentina la especie que más pérdidas económicas ocasiona es Haemonchus contortus, un nematodo que puede provocar mortandades superiores al 20 % en las majadas con disminuciones cercanas al 28 % en la ganancia de peso y del 10 % en la producción de vellón.
Durante las últimas cuatro décadas, el control de los parásitos por medio de fármacos antiparasitarios ha generado poblaciones de nematodos resistentes a la mayoría de los grupos químicos. La rápida adaptación y resistencia de los parásitos a los nuevos fármacos reduce significativamente la vida útil de los antiparasitarios.
Como respuesta a esta situación, una de las estrategias que propone la investigación científica mundial es la selección de animales genéticamente resistentes. En la Argentina, especialistas del INTA trabajan en esta perspectiva y avanzan en la identificación de corderos resistentes para la raza Texel –hasta el momento no se conoce información en el país sobre la variabilidad genética de la raza para esta característica–. En el mediano plazo, se espera que los primeros animales seleccionados sean incorporados en las evaluaciones de reproductores.
Juliana Papaleo, investigadora del INTA Balcarce –Buenos Aires–, destacó que el estudio apunta a “lograr majadas más resistentes a los parásitos gastrointestinales, que tengan buena productividad y se desparasiten menos veces al año”.
De acuerdo con la investigadora, la inversión en estas tecnologías trae beneficios económicos para el productor. “Con el tiempo, se reduce el número de animales muertos por causas de parasitosis y disminuyen otras variables como costos de insumos, tiempo y mano de obra”, detalló Papaleo, quien agregó: “A su vez, estas condiciones representan un beneficio para el ambiente y permiten que los potreros estén más limpios de parásitos para utilizarlos en momentos críticos del ciclo productivo, como la parición”.
Hasta el momento, las evaluaciones permitieron identificar el potencial de resistencia en algunos animales de la raza Texel y, como línea de investigación, complementan los trabajos realizados en la raza Corriedale. Las pruebas fueron desarrolladas durante dos años y constituyen la etapa inicial de mediciones y armado de la base de datos.
En este sentido, la especialista aclaró que las pruebas experimentales deberán continuar por, al menos, cinco años a fin de que puedan realizarse estimaciones de parámetros genéticos con un grado de confiabilidad aceptable.
En esta instancia del proceso, “la propuesta es invitar a productores y/o cabañeros que estén interesados en el estudio a fin de obtener información de diferentes ambientes y manejos, incrementar el volumen de registros y aumentar la precisión de los resultados”, enfatizó Papaleo. Además de las mediciones, los investigadores conservan muestras de sangre de los animales evaluados para, a futuro, realizar análisis de ADN que permitan estudiar algunos genes candidatos relacionados con la respuesta inmune innata, hallados en la raza Corriedale.
Para la raza Corriedale, las estaciones experimentales del INTA en Mercedes –Corrientes– y Concepción del Uruguay –Entre Ríos– junto con el Instituto de Genética del INTA tienen un reservorio de cerca de 10 años de registros, que permitió construir estimaciones de parámetros genéticos e iniciar la realización de estudios a nivel de genoma.
Aporte al mejoramiento genético
A partir del ensayo con la raza Texel, se espera que la información científica generada sea incorporada en las evaluaciones de reproductores en el mediano plazo –por ejemplo, en PROVINO– y adoptada por los criadores en sus planes de mejoramiento genético.
Esta tecnología es aconsejable para establecimientos medianos y/o grandes, con un plantel reproductivo superior a 100 madres. Para aplicarla, la unidad debe contar con cierta infraestructura de manga, corrales y potreros para la identificación de los animales, período de encierre controlado y toma de muestras.
Para la implementación del ensayo, se requiere la inoculación de corderos de alrededor de seis meses de edad con un número conocido de larvas. Luego, se evalúa la respuesta de cada animal a la infección del parásito mediante el conteo de huevos en heces (HPG); los que presentan menor eliminación de huevos (menor HPG) se consideran “resistentes” a la parasitosis.
El desarrollo de resistencia parasitaria a los antihelmínticos es un carácter genético que posee una heredabilidad de mediana a baja y, por esta razón, el progreso es relativamente lento y requiere constancia. “En este proceso, lo importante es que el productor no pierda de vista los objetivos productivos que se planteó para su establecimiento e incorpore la resistencia a la parasitosis como una característica más a la hora de seleccionar animales”, explicó Papaleo.
Este comportamiento es la base para implementar un plan de mejoramiento genético, en el que deben identificarse los individuos superiores genéticamente generación tras generación.
En esta línea, Papaleo indicó: “Los resultados esperados dependerán del número de animales evaluados y del compromiso del productor de continuar con la evaluación en el tiempo, debido a que, para realizar la selección, es indispensable identificar a los animales y llevar registros de las características que buscan mejorarse, teniendo en cuenta que el ambiente y el manejo siempre influyen en la expresión del genotipo de cada animal”.
En el mundo, la bibliografía científica reporta diferencias genéticas de la resistencia a nematodos gastrointestinales tanto entre razas como dentro de la misma raza, principalmente en zonas tropicales y subtropicales donde el parásito sobrevive durante todo el año. Países como Australia, Nueva Zelanda y Uruguay incorporan esta característica en algunos Catálogos de Padres.
Control de parásitos
Las hembras de la especie de nematodo Haemonchus contortus pueden poner entre 5000 y 10000 huevos por día. En temporadas cálidas y de abundantes lluvias, las tasas de infestación pueden ser tan altas como para provocar daños clínicos y muerte en pocas semanas.
En el sur bonaerense, la haemonchosis predomina durante febrero, marzo, abril y mayo y, al coincidir con la etapa posterior al destete, los corderos son los más susceptibles a contraer la enfermedad. La menor tasa de infestación se registra en julio y agosto –como sucede en la pampa húmeda y en la Mesopotamia–; en otras partes de la Argentina, el parásito está presente todo el año y afecta a todas las categorías de animales.
Con relación a las desparasitaciones, Mercedes Lloberas –investigadora del INTA Balcarce– dijo que no existe un protocolo que determine una cantidad por año, sino que, más bien, depende de varios factores como la región del país, el clima, el tipo de explotación ganadera, la categoría de animal y el manejo del pastoreo.
“Para decidir si es necesario aplicar antiparasitario, lo ideal es realizar un monitoreo mensual –o quincenal en períodos críticos– de 10 animales por categoría mediante el conteo de huevos por gramo en materia fecal (HPG) y, en función del análisis de coprocultivo, definir la clase de fármaco”, puntualizó Lloberas.
De acuerdo con la especialista, pueden considerarse dos momentos críticos en el año: el periparto y el destete. “En ambos casos, se deberá evaluar la necesidad de la desparasitación del animal y también en la planificación de la rotación de los potreros a fin de contar con una pastura limpia de parásitos para estas categorías”, recomendó.
Otra sugerencia es que cada establecimiento realice un Test de Reducción del Conteo de Huevos. “Con este test, se puede estimar la eficacia antihelmíntica a través de la comparación de los HPG en animales antes y después del tratamiento antiparasitario y ayuda a no ejercer presión en la resistencia al fármaco”, amplió Lloberas.
Por último, la especialista aclaró que, si bien no es posible eliminar definitivamente los problemas ocasionados por los parásitos gastrointestinales, el objetivo es establecer un control integrado que contribuya a reducir las pérdidas a nivel productivo y económico.