Un menú apretado ayuda a comprender la situación: la caída de la economía se profundiza; la inflación no se detiene; se multiplican las dificultades laborales; la figura de Amado Boudou, imperturbable, simboliza como pocas cosas la impunidad del poder.
Quedaría, como consuelo el latiguillo de “Patria o buitres”.
Pero ese, según las últimas encuestas que ausculta el Gobierno, sería un rédito cuya única destinataria seguiría siendo la Presidenta. En esos mismos trabajos, alrededor del 67% desaprueba la gestión de Axel Kicillof.
Cristina está advertida de esa tendencia. Por esa razón dedicó el remate de sus 52 minutos de una dispersa cadena nacional para volver sobre el conflicto. Exaltó la amplia aprobación que recibió en la ONU una propuesta argentina para establecer un nuevo marco jurídico sobre reestructuraciones de deuda.
Por ese cometido destacó al ministro de Economía y sacó al canciller, Héctor Timerman, del fondo del mar. Se trata de una normativa que empezaría a ser considerada en septiembre del 2015.
Y no tendrá carácter retroactivo.
En suma, no incidirá en la pelea con los fondos buitre ni en el controvertido fallo del juez Thomas Griesa.
Ese curso sigue como estaba previsto. Diputados convertirá hoy en ley el proyecto que prevé un cambio de sede de pago a los bonistas que ingresaron en los canjes de la deuda. La Presidenta aprovechó la TV para practicar una de sus clásicas jugadas maniqueas. Interrogó acerca de cómo es posible que tantas naciones hayan avalado a la Argentina en la ONU por la deuda externa mientras la oposición rechaza en el Congreso aquella iniciativa de pago. Esa iniciativa fue fruto de la desidia y la improvisación e instaló en nuestro país el segundo default (parcial o técnico) de la década K. Aunque para gambetear la realidad el kirchnerismo apele a metáforas.
Los candidatos K, tal vez, puedan capitalizar algo de esa invocación presidencial nacionalista. Pero serían monedas a la luz de sus necesidades. Claro que tampoco resultaría igual para todos ellos. Agustín Rossi, el ministro de Defensa, Sergio Urribarri, el gobernador de Entre Ríos y el ex canciller Jorge Taiana no se apartan un ápice de la biblia cristinista. Ni siquiera para colocar en juicio la actualidad del vicepresidente. Aspiran a consolidarse para el 2015 con la materia que aporte el núcleo duro K. ¿Les alcanzaría con eso para entrar en auténtica competencia? Ninguno responde. Pero la respuesta asoma cantada: los tres aspirarían a posicionarse dentro del universo kirchnerista, pensando en tiempos durante los cuales, quizá, deban transitar por el desierto. Para Daniel Scioli y Florencio Randazzo, en cambio, aquella perspectiva es diferente. El gobernador de Buenos Aires atesora un viejo sueño presidencial después de un traqueteo en la vida política que arrancó hace casi 25 años. El ministro del Interior salió al ruedo como novedad y tendría una ventaja etaria sobre el resto: es el más bisoño, tiene hilo para desenrollar y está afincado en el principal distrito electoral. Randazzo asegura que no quiere especular con ese hándicap y dispara frases tajantes: “O soy candidato a Presidente o vuelvo a la simple militancia”, repite. ¿Será, de verdad, así?
Scioli y Randazzo hacen esfuerzos de equilibristas para marcar mínimas distancias con los ultra K. Como competidores con chances auténticas que son, comprenden que la lealtad a Cristina podría ser necesaria pero, cada vez más, insuficiente. Si no captaran adhesiones por afuera del kirchnerismo su horizonte electoral estaría acotado. Tal vez sortearía los desafíos de las primarias en el FPV. Pero el recorrido se les haría cuesta arriba en la primera vuelta, para confrontar contra Mauricio Macri, Sergio Massa, Hermes Binner, Julio Cobos o algún postulante tapado que pueda emerger de la coalición Frente Amplio y UNEN, siempre en hervor.
Algunas de las banderas políticas más queridas por el Gobierno, incluso, han empezado a perder color. ¿Cómo incursionar, por ejemplo, en la estatización y desarrollo de YPF cuando las inversiones se demoran o retacean por el pleito con el mundo financiero internacional? En las últimas horas, a propósito, sobrevoló otra ingrata novedad. Mariano Recalde y Kicillof pusieron en duda la viabilidad de Aerolíneas Argentinas.
El director de la empresa dijo que la situación sería “insostenible” por la “irracionalidad” de los gremios que están en paritaria. Los sindicalistas reclaman un 35% de aumento y AA oferta casi un 27%. ¿Esa diferencia de 8% podría poner en peligro el emprendimiento?
¿O se trataría de una extorsión y un ocultamiento?
Valdrían la pena dos referencias. Edgardo Llano, un gremialista que responde a la CTA K de Hugo Yasky, denunció que durante la administración de Recalde se incorporaron más de 4 mil empleados (mayoritariamente de La Cámpora) con sueldos promedio de $ 20 mil. La aerolínea tuvo en 2013 un déficit de US$ 250 millones.
Randazzo aparece en campaña al lado de Cristina, invariablemente acompañado de los nuevos vagones que se incorporan al transporte ferroviario. No le queda sustancia para extraer a la política sobre los nuevos documentos nacionales de identidad. Con la incorporación de Internet para tramitar el pasaporte el ciclo estaría cerrado.
¿Cómo continuar?, es la pregunta que más repite el ministro de Interior y Transporte.
Scioli orientó ahora su estrategia contra sus potenciales adversarios, ante la imposibilidad de hablar sobre algo que genere expectativas populares. Castigo a Macri por haber afirmado que, de llegar al poder, eliminaría el impuesto a las Ganancias de los trabajadores. Combinó otro palo contra el jefe porteño y Massa al aseverar que sólo gestionan intendencias mientras él lidia con un país (Buenos Aires) dentro de otro.
El verdadero problema de Scioli radicaría en su propio gobierno. El déficit provincial excede los US$ 5.000 millones y, de no mediar algún giro en el frente externo, el mandatario podría tener dificultades para abonar el aguinaldo a fin de año. Antes que estallara el conflicto con los buitres intentó colocar deuda por US$ 500 millones. Debió desistir porque no logró una tasa inferior al 13%. Sobre ese terreno embarrado, para colmo, ayer diluvió y media Buenos Aires quedó bajo las aguas.