Es algo extraño. La Bolsa de Comercio de Rosario, acaba de publicar su estimación de producción para la campaña recién finalizada. Es cierto, ha ajustado a la baja el volumen de cosecha.
Pero, lo que cuesta entender es que el volumen previsto sea tan elevado.
Esta noticia no contribuya a sostener los valores.
Sus cálculos han pasado de 55,7 a 55,6 millones de toneladas. Como vemos es una reducción prácticamente imperceptible. Más si tomamos en cuenta que la demora en la trilla de alrededor de 10% respecto al año pasado.
Nos resulta difícil creer en la veracidad de estos números habida cuenta los graves problemas climáticos que ha debido sufrir la campaña sojera.
Tales problemas no han finalizado, pues el sur de la provincia de Buenos Aires, donde gran parte de la cosecha aún no se ha trillado sufre la caída de nuevas precipitaciones.
Cuando se confirme la producción final, que seguramente girará en torno a 50 millones de toneladas, los mercados tomarán nota de ello y, consecuentemente, la noticia operará como soporte de valores.
En cuanto el momento presente, el precio internacional de la soja debe enfrentar los nuevos cálculos del USDA que habla de niveles de stock final a escala mundial por encima de la estimación promedio de la mayoría de los analistas privados.
Ello podría explicar, en buena parte, las bajas de los últimos días.
Afectados por la acción vendedora de los fondos especulativos en el mercado de Chicago, los valores vienen cayendo violentamente.
Para peor, las favorables condiciones climáticas en EE.UU. no ayudan a detener las bajas en gran parte motivadas por razones especulativas.
Respecto al mercado local, nada bueno ha sido para los valores el paro de trabajadores portuarios del Gran Rosario, finalmente resuelto.
De acuerdo a la información dada por la parte de los trabajadores, las empresas contratantes no reconocían el acuerdo salarial 2014 del Complejo Oleaginoso Portuario Agroexportador (COPA), que el 24 de abril estableció un aumento del casi el 45%.
Tres fueron los días que pararon por una demanda salarial. Desde el lunes inclusive, las actividades en las terminales de embarque estaban detenidas.
La cuestión no es menor. La huelga mantuvo en vilo a cerca de 130 buques, esperando aguas arriba para poder amarrar en los muelles y poder así recibir la carga. El daño ocasionado no termina ahora pues habrá de prolongarse hasta que se regularicen las operaciones de embarque retrasadas y los costos que ello implica son afrontados por la cadena de la soja que, finalmente, terminan en la producción del campo.
Una buena noticia que no hemos, al menos desde acá, es la referida a la baja de impuestos dispuesta por el Gobierno para los biocombustibles y el aumento en la tasa de corte al 10%. Este aspecto contribuye a mejorar los valores provenientes del exterior.
Desde el exterior hay algunos signos de alarma respecto a la oferta que contrarrestan la demanda creciente. Es que, según el USDA, la producción mundial crecería casi un 6% respecto al año pasado. Se trata de 16 millones de toneladas adicionales.
El optimismo en la producción proviene fundamentalmente de las estimaciones para la cosecha en EE.UU.
El interrogante acá es: ¿qué pasará si la campaña no resulta tan exitosa?
No sabemos lo que vendrá. Pero, aun así, tenemos bastantes certezas sobre la demanda. Y esto es bueno… ¿no?