Pero ¿qué pasaría si se lograra la gloria y muchos no pudieran verlo por TV por un corte de energía? La pesadilla aterra a algunos ejecutivos de empresas prestadoras del servicio. "¿Alguien pensó en el cacerolazo que habría en Acoyte y Rivadavia si hay un apagón en medio de un partido de Argentina?", dicen.

Aun con la industria en caída, el sistema eléctrico camina al borde de un problema serio por insuficiencia de generación. El sábado pasado, en el pico de demanda de potencia por 18.213 MW a las 20.33, según datos oficiales, había 6362 MW de generación térmica indisponibles, la gran mayoría por falta de combustible o fallas. La reserva era de apenas 1147 MW, 6,4% de la demanda total.

La llamativa desinversión en el sector donde más subsidios se han aplicado en los 11 años de kirchnerismo muestra el fracaso de tales políticas, aunque el Gobierno logró que muchas asociaciones empresariales publicaran avisos y solicitadas "festejando" que se cumplieron diez años desde que, en abril de 2004, hubo que empezar de urgencia a importar fuel oil de Venezuela. Lo que el Gobierno llamó "plan energético".

Cálculos privados indican que para volver a la cobertura de demanda de los 90 la Argentina debería incorporar unos 12.300 MW a la generación. Si se mantuviera la misma participación actual de las distintas formas de producir electricidad, el costo calculado es de US$ 27.500 millones.

El problema es que gran parte de la generación se produce con gas, que la Argentina dejó de producir en cantidades suficientes y debe importar a precios muy altos. Las necesidades de importación y de divisas para pagar crecerían si se mantiene la estructura actual. A no ser que se impulsen energías alternativas y la explotación de Vaca Muerta.

Pero Kicillof, como reveló LA NACION, no quiere que se aumente el subsidio a ese tipo de generación amigable con el medio ambiente. No sólo es seguro que no crecerá. Está en peligro, dicen los especialistas, el nivel de generación actual. El sábado, en el pico de la demanda, por esa vía llegaban 122 MW. Parece poco, si no fuera que reemplazarlos con la reserva implicaría quedarse con apenas alrededor de 1000 MW de reserva. Una demanda de 19.000 MW llevaría al sistema al borde del apagón. En el verano eso pasaba cuando se superaban los 23.000 MW y había que acudir a la generación de Uruguay.

Si las dos selecciones de fútbol juegan en el mismo horario, ¿tendrá suficiente electricidad Uruguay como para asistir a la Argentina sin arriesgarse a que sea su población la que se pierda de ver un partido por falta de electricidad?

Las necesidades de inversiones en el sector energético argentino son muy grandes. Por ello acordar con el Club de París era prioritario y se hizo, lamentablemente, mucho después de lo deseable. No sólo por lo que creció la deuda con el Club. La Argentina, aunque tenga éxito con Vaca Muerta, logrará el triste récord de haber sido un gran importador de gas cuando era carísimo y endeudarse para exportarlo justo cuando baja de precio.

La edición en circulación del semanario inglés The Economist cuenta cómo hay una ola de inversiones en producción de gas natural licuado, que seguramente aumentará mucho la producción y derrumbará los precios. Sacar gas a raudales de Vaca Muerta, comprimirlo hasta hacerlo líquido y despacharlo en barcos -como los que en la actualidad necesita recibir la Argentina- puede ser en los próximos años un negocio mucho menos rentable que hoy.

Exxon acaba de anunciar el primer embarque de un proyecto grande en Papúa Nueva Guinea. Los emprendimientos en marcha en el mundo -en la Argentina aún no arrancaron- harían que para 2018 la producción de gas natural licuado aumente 33%. Equivale al actual consumo de China. Para 2025, la producción podría duplicarse. Australia tiene siete proyectos en construcción, con los que podría abastecer toda la demanda de Alemania. Mientras, Rusia aumenta la producción de gas que envía por un medio más barato: gasoductos.

La Argentina, tras once años de "relato" e inversiones externas en picada, parece haber perdido enormes oportunidades, pagado un alto precio y dejado una gran deuda.