Pero saben qué: Amado va a ir y va a cantar todo. Va a cantar acompañado por La Mancha de Rolando, cosa de sorprender al tribunal.
El gorilaje reaccionó después de ver que esta semana tuvimos cuatro grandes noticias económicas. Primero, el acuerdo con el Club de París logrado por Axel Kicillof, un genio para transferirles deuda a los próximos gobiernos. Después, la invitación de Moscú para ir a la próxima reunión de los Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), grupo que nació como contrapeso a las grandes potencias y que hoy, prematuramente avejentado, quiere revitalizarse con el aporte del modelo argentino. Tercero, el discurso de Juan Carlos Fábrega ante empresarios, suerte de arrorró a los mercados. Finalmente, Cristina subió siete lugares y está entre las 20 mujeres más poderosas del mundo. No es una noticia estrictamente económica, pero es obvio que antes de hacerla trepar tanto en el ranking de Forbes le estuvieron espiando la cuenta bancaria.
Lo del Club de París fue glorioso. Llamé a mi amigo Kichi y le pedí que me explicara cómo lo había conseguido. "Muy simple -dijo-. Puse una sola condición: que no interviniera el Fondo Monetario. A cambio, ellos nos pusieron como 20 condiciones y las acepté todas. Fue un gran acuerdo."
El pobre Kichi, que se pasó toda la vida rezongando contra el capitalismo, hoy tiene como principales logros de su gestión haberles pagado fortunas a los imperialistas de Repsol y a los ricachones del Club de París. No es justo. No se puede tirar por la ventana un currículum de inequívoca raigambre revolucionaria. Ya sé: es el precio que debemos pagar para que vuelva a entrar algún mango. Pero, ¿no pudimos mandar a otro? Estoy pensando en alguien menos comprometido con lo ideológico y de igual credibilidad. Boudou, por ejemplo.
La invitación de Putin a Cristina para que vaya a la reunión de los Brics en Fortaleza, en julio, llega en el momento justo. El grupo, que amaneció poderoso, ha perdido influencia política y económica, tiene insalvables diferencias internas e incluso algunos se preguntan si no está ya en la cuenta regresiva de su existencia. En ese contexto, es lógico que Putin haya pensado en lo que puede aportar nuestra Presidenta. Estoy seguro de que en Brasil le van a pedir que hable de sus acuerdos comerciales -más que eso, geoestratégicos- con Angola y con Vietnam, del memorándum con Irán, de la alianza con la próspera Venezuela. Me imagino a Cris dándoles una clase magistral de cómo funciona el mundo. A Putin, ex espía de la KGB, pidiéndole referencias de Milani. A los chinos, interesados en comprar los trenes que ahora dejará de usar el Sarmiento. Me imagino que le dan la palabra a Dilma y que ella se la cede a la señora para que pueda seguir con su clase.
Según ha trascendido, los Brics se proponen crear un fondo de reserva de 100.000 millones de dólares para el caso de que alguno de sus miembros atraviese un apuro financiero de corto plazo. Ya sé cómo termina esta historia: los cinco países arrodillados ante Cristina pidiéndole que ella administre esa guita.
De Fábrega, presidente del Banco Central, se sabía eso, que era un buen banquero. Pero el tipo resultó ser un pícaro. Se plantó ante 330 empresarios y, como no está acostumbrado a las grandes audiencias, no pensó en que le estaba hablando a ese gentío, sino a una sola persona: al sacrificado Kichi, nuestro pagador serial de deuda externa. Como Kichi quiere tasas de interés bajas porque desde que el Banco Central las hizo subir el consumo se vino abajo, el atrevido de Fábrega le respondió: las tasas van a bajar cuando la inflación sea menor a 2% mensual. Pude leerle los labios: "Si querés tasas bajas hacé bien tu laburo, pequeño Axel ilustrado".
Al banquero se le fue calentando el pico. Cristina había dicho que la devaluación de febrero fue un golpe de los mercados; Kichi culpó a Shell, y Carta Abierta, a la patria sojera. Nada de eso, los desmintió Fábrega. Fue una decisión de todo el Gobierno -"incluida, por supuesto, la Presidencia de la Nación", se atrevió- para "devolverles la competitividad a los exportadores". ¡Epa! De un saque se cargó a la reina, al principal vasallo y al coro de ángeles de su majestad.
Jugado por jugado, siguió: "La Argentina necesita resolver aspectos externos que permitan que lleguen inversiones de financiamiento privado". Sabía de lo que hablaba: el propio Banco Central acaba de informar que en el primer trimestre las inversiones extranjeras directas cayeron 62% y llegaron al nivel más bajo desde 2003. Le faltó decir: "Una década perdida". Me preguntarán por qué entonces puse el discurso de Fábrega como una de las buenas noticias de la semana. Sencillo. Porque tranquilizó a todos al decir que el equipo económico está muy unido.
En cuanto a que Cristina es una de las mujeres más poderosas del planeta, no nos sorprende. Ella ya nos contó en Harvard que era una abogada exitosa. Creo que por eso Putin la invitó a la reunión de Fortaleza. Brics + CFK: el mundo ha encontrado una luz al final del túnel.