Hace tres meses que la Cámara de Diputados está paralizada. No hay sesiones, las comisiones donde las iniciativas deben discutirse no funcionan y aquellos legisladores que vienen al Congreso -que no son todos, pues varios permanecen en sus provincias vencidos por la inercia- deambulan por los pasillos y los cafés de la zona sin más agenda que sus cuitas políticas.
Hace tres meses que el Parlamento no produce nuevas leyes. Esta inactividad le sale cara al país, porque los gastos siguen corriendo: de hecho, en lo que va del año, el Tesoro volcó casi 300 millones de pesos al mantenimiento de la estructura de la Cámara de Diputados, según datos oficiales del Ministerio de Economía. Una cifra que, traducida, significa 1.167.315 pesos por cada legislador.
El principal responsable de esta parálisis es el oficialismo, mayoría en el cuerpo y responsable, por lo tanto, de la agenda legislativa. Es cierto que de este primer trimestre debería descontarse enero por el receso de verano. Pero febrero pasó sin pena ni gloria porque el Poder Ejecutivo decidió no convocar a sesiones extraordinarias, y en lo que va de marzo lo único relativamente útil que hizo el oficialismo fue decidir la integración de las comisiones. Nada más. Abril promete ser algo más activo, aunque no demasiado: la agenda se reduce a recibir la exposición del jefe de Gabinete, Jorge Capitanich , y después apurar la sanción del acuerdo con Repsol por la expropiación de YPF, que vendrá con la media sanción del Senado.
Esta parálisis no tiene antecedentes en la historia parlamentaria reciente. Desde que arrancó la era kirchnerista, a mediados de 2003, nunca hubo un mes de marzo sin sesiones en la Cámara de Diputados; de hecho, llegaron a celebrarse hasta cuatro o cinco sesiones, e incluso hubo años (2005, 2006, 2008 y 2013) en que los legisladores debieron sesionar también en febrero porque el Poder Ejecutivo había convocado a sesiones extraordinarias.
"Hasta ahora no hubo actividad en Diputados porque el Poder Ejecutivo no nos mandó ningún proyecto", ensayó como justificación un importante diputado oficialista, con lo que confirmó así el apotegma cada vez más divulgado sobre el Congreso: ser una mera escribanía del Poder Ejecutivo, como si su única función fuese darles fuerza de ley a los proyectos del Gobierno y dejar en un enésimo plano las iniciativas que elaboran los propios legisladores. Y esto es, justamente, lo que sobra en la Cámara de Diputados, pues desde el 10 de diciembre pasado, cuando asumieron los legisladores electos, hasta ahora se presentaron nada menos que 463 proyectos de ley, todos ellos de cuño parlamentario. Por supuesto, ninguno tuvo tratamiento, pues recién en estos días se armaron las comisiones; además, está visto que la prioridad pasará por lo que mande el Gobierno.
Ahora bien, ¿por qué el kirchnerismo ha decidido planchar la actividad en Diputados? Aquí la oposición tiene una respuesta unívoca: el oficialismo está empezando a sufrir un fuerte desmadre interno producto del desgaste del Gobierno y de la competencia por la sucesión presidencial, por lo que el verticalismo férreo ya no funciona como antes. Así las cosas, la mayoría de 132 diputados propios que hoy cuenta el oficialismo dejó de ser una fortaleza inexpugnable para volverse lábil y caprichosa.
"Ellos (por los oficialistas) tienen un desorden interno muy importante y cada uno atiende su propio juego. Eso se vio en el armado de las comisiones, donde esta vez las peleas en el oficialismo fueron sangrientas", contó una encumbrada diputada opositora.
Ahora más que nunca la oposición tiene que devanar su imaginación para tratar de imponer su agenda en el Congreso ante la inercia oficialista. El Frente Renovador, que conduce Darío Giustozzi, logró instalar como tema de debate las críticas al Código Penal, propuso redefinir el presupuesto nacional y una nueva ley de pauta publicitaria oficial, mientras que la UCR, FAP y otros partidos organizaron la semana pasada una amplia convocatoria para rechazar el acuerdo que firmó la Argentina con Irán. En los próximos días harán lo mismo, pero con la temática del narcotráfico y la inseguridad.
"Si el oficialismo no quiere sesionar, entonces haremos nuestras propias convocatorias con los temas que le interesan a la gente", enfatizó Mario Negri, jefe del bloque de la UCR.