Aquellos que se entusiasman por los dólares que traerá la cosecha de soja de la actual campaña, y que aliviarán la tensión macroeconómica de los próximos meses tras la zozobra de la devaluación de enero, podrían marcar sus almanaques para fin de año. En esa fecha, las exportaciones del trigo que comenzará a sembrarse dentro de pocas semanas podrían aportar más dólares a una economía que, de no mediar un milagro, estará agradecida de recibirlos. Para que lleguen los dólares del trigo, y no depender sólo de los de la soja, el Gobierno debería eliminar los ROE o reducir los derechos de exportación al cereal, según creen especialistas del sector. Hasta el momento, sin embargo, decidió que los instrumentos disponibles sean los mismos que ahora: restricción de las exportaciones por cupos y derechos de exportación del 23% con un fideicomiso que, en teoría, debería reintegrar el porcentaje de retenciones descontado en el momento de la venta.

Con casi el doble de la superficie y de la producción que en la actualidad, el país podría tener un ingreso de divisas por trigo de 3000 millones de dólares, según estimó recientemente el presidente de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), Rubén Ferrero. La meta no es alocada, por cierto; hace seis años se estuvo a punto de conseguirla cuando se alcanzó una producción de 16 millones de toneladas. Un volumen de trigo semejante no sólo significaría un mayor ingreso de divisas, sino también mayor actividad económica de contratistas, transportistas y comerciantes, entre otros rubros. El resto de la cadena también podría verse beneficiada: la industria molinera tendría mercadería disponible no sólo para abastecer las necesidades del mercado interno, sino también para exportar. Además, el aumento del área sembrada con trigo, especialmente en el norte bonaerense, Córdoba y Santa Fe, beneficiaría la rotación con las oleaginosas.

En las últimas semanas, por las dificultades climáticas que tiene el trigo en los EE.UU. y el conflicto entre Rusia y Ucrania, el precio del cereal se disparó en Chicago y en Kansas. ¿Quiénes lo aprovecharon? Los exportadores estadounidenses que colocaron trigo en Egipto. El gobierno argentino, al subestimar el saldo exportable de la última campaña en 1,5 millones de toneladas, se perdió así una nueva oportunidad de generar divisas genuinas. "Mientras acá se discute si se liberan unas pocas toneladas, como mendigos, la Argentina debiera estar aprovechando esta crisis política para diferenciarse del resto y ser la estrella del mercado de alimentos", observó el consultor Fernando Aftalión (h.). No sólo se capturaría una porción mayor del comercio internacional, sino que se mejoraría el abastecimiento local. Un volumen superior de trigo le permitiría al Gobierno impulsar acuerdos de precios en el mercado interno aun más extensos y ambiciosos que el que promovió esta semana con un kilo de pan a $ 18.

La intervención defectuosa del Gobierno en el mercado triguero, que comenzó hace ocho años, les impide a los productores percibir el precio lleno y les quita un incentivo para sembrar. "Todavía hay problemas para vender el trigo de la última campaña", sostuvo el productor Santiago del Solar.

Los problemas de precios también afectan a los tamberos. Esta semana una asamblea de productores lecheros, realizada en Trenque Lauquen, advirtió que sus costos están por encima del precio que perciben. "En nuestra zona cierra un promedio de cinco tambos chicos por año, esas vacas van a faena o las compran tambos más grandes", explicó el presidente de la Sociedad Rural de Trenque Lauquen, Matías Cardini. La asamblea, a la que también asistieron productores de Nueve de Julio y Rivadavia, también reclamó un acortamiento en los plazos de pago y mayor transparencia en las liquidaciones.

Mientras tanto, en Buenos Aires, la Mesa Nacional de Productores de Leche (MNPL) era recibida por funcionarios del Ministerio de Agricultura que les prometieron estudiar la aplicación de ayuda crediticia. Al reclamo de una mayor apertura de ROE blanco, para permitir una mejora en el precio de la leche en tambo, los funcionarios respondieron con una negativa.

Restricciones, cupos, cepos y prohibiciones no hacen otra cosa que contraer la producción. Hace tiempo que los resultados están a la vista.