Entonces: ¿quién proveerá las reservas que el Central no está dispuesto a perder?. Se presenta una propuesta para reemplazar al Gran Bonete.

El pasado 27 de enero, cuando se autorizara la compra de divisas con fines de ahorro, el Jefe de Gabinete sostuvo que “existen MU$S 143.000 adquiridos”, que “no se vuelcan al sistema productivo” y aseguró que existían “muchos dólares en proceso de ingreso”. Seguramente, se refería a la inevitable declaración de venta externa y, por consiguiente de facturación interna, del sector granario pampeano, cuya característica no es la de conspirar sino simplemente tratar de calzarse en producto, para financiar su ciclo de producción, sin perder capital de trabajo, hasta la próxima cosecha.

Es una actitud de prudencia, absolutamente compatible con el modelo de desconfianza impuesto por el gobierno nacional, con la pérdida de significación de la moneda local y el hecho de tratarse de un sector, cuyos principales costos están tan dolarizados como sus ingresos. Si Capitanich está en su sano juicio, no debería pensar que los MU$S 143.000 van a integrarse al circuito productivo, a menos que se corrijan estas deficiencias (y si no se devuelve al Banco Central la autonomía, para que cuide del Peso y no esté desesperado por conseguir Reservas, para pagar deuda del Tesoro).

Si el principal sector proveedor de divisas, en lugar de estar bancarizado, mantiene sus activos -a valor real- en bienes, es porque el sistema financiero y su autoridad de conducción no le brindan las mínimas garantías para mantener valor, sin descapitalizarse, durante su ciclo productivo. Trae al recuerdo el modelo pre-capitalista del agricultor europeo, que tenía que guardar cosecha para todo el año.

Por otra parte, más de la mitad de la agricultura pampeana se lleva a cabo en campos alquilados y el año pasado hubo graves dificultades para cerrar estos contratos, que demoraron la siembra y, en algunos casos, dejaron potreros sin implantación, ya que las expectativas de los rentistas eran inconsistentes con los planes de siembra de los arrendatarios que, además, debieron hacerse cargo de campos “sucios”.

Un simple cálculo permitiría sostener que, bajo una modalidad simple de pago de 10 qq/ha de soja, como renta media, para MHas 15 arrendadas, da como resultado que hay MU$S 4.500 que -en algún momento del año- cambian de mano, desde la empresa agropecuaria al propietario. Nadie sabe cuál es el porcentaje de esta cifra que, a la corta o a la larga, termina bancarizado. Lo más probable es que engrosen las cajas fuertes y los colchones. Sin duda, la acumulación de los dólares ahorrados, que mencionó el Jefe de Gabinete, cuenta con estas rentas como una de sus tantas fuentes, aparte de la economía negra, la corrupción y, ¿por qué no?, el crimen.

Según información de CIARA-CEC, durante 2013, las liquidaciones fueron por MU$S 23.208, algo así como MU$S 93 por día hábil. La nueva conducción del Banco Central intentó emitir una Letra para acelerar la liquidación de la cosecha vieja. Y como no logró el objetivo de generar un sistema confiable, presionó sobre la mencionada institución para que trajera pre-financiaciones por exportaciones y dotara de las imprescindibles divisas, al Banco Central.

La presión se sintió luego de la devaluación ya que, obviamente, en la última semana de enero, las liquidaciones fueron dominadas por la incertidumbre (apenas unos MU$S 109). Luego, en la primera semana de febrero, los aceiteros proveyeron de MU$S 419,4, lo que da un acumulado, en lo que va del año de MU$S 1.488,4; algo así como MU$S 55 por día hábil (cuando recién está empezando a crecer el yuyo “nuevo”). Revisando el último Informe del Banco Central, para la primera semana de febrero, uno se encuentra con que se emitieron pesos (Base Monetaria) por M 8.854, para comprar divisas, con lo cual la presión surtió el efecto esperado.

¿Tiene sentido todo esto?

Antes de discutirlo, recordemos una parte de una nota anterior: la cifra mencionada por el Jefe de Gabinete, MU$S 143.000 fugados, representa:

- El 28% del PBI, que consta en el Presupuesto Nacional que, como se sabe, tenía un Tipo de Cambio promedio de $ 6,33 por Dólar. A la paridad de hoy, que devalúa fuertemente nuestro PBI, el porcentaje subiría al 34,5%.

- Nuestro Sistema Financiero Consolidado, registra depósitos en pesos y en dólares, por aproximadamente MU$S 96.000, con lo cual la posición financiera de ahorristas no bancarizados (MU$S 143.000) si se volcara toda al circuito productivo bancarizado, podría expandir el sistema financiero en un 149%. (sería dos veces y media el actual volumen de operaciones).

Prestemos, ahora, atención al peso del sector agrícola pampeano y a sus siete cultivos principales. Genera, con el valor agregado de la primera transformación del sector molinero y aceitero, unos MU$S 42.000, de los cuales paga 9.500 por Retenciones y transforma para el mercado interno, (en otros productos) o en “semilla de uso propio”, otros 7.000. Quiere decir que tiene un remanente, como complejo, de más de MU$S 27.000, de los cuales, como se dijo, debe apartar por lo menos 5.000 para pagar rentas por alquileres.

¿Y el resto?. Al silo.

La confianza

Nuestro sector financiero, está dedicado esencialmente al financiamiento del consumo. No hay un importante sistema de depósitos y préstamos en dólares (apenas MU$S 9.000 y 3.600, respectivamente, ya que M 5.400 son computados como reservas del Central), incentivado por legislaciones pragmáticas (usar el ahorro en dólares), buenas decisiones económicas y el resguardo indispensable de la autonomía absoluta del Banco Central.

No en vano, desde que se le privó a dicha Autoridad, en abril de 2012, de la indispensable capacidad de manejo autárquico (y se la obligó a hacerse cargo, no sólo de los pagos de capital e intereses de la deuda del Tesoro, sino también de la asistencia al financiamiento corriente), se lo transformó en un un Ente, cuyos únicos activos líquidos son las Reservas (el grueso de sus activos son papelitos del Tesoro, no disponibles, que no rinden nada). Por eso, lo único que tiene para perder (reservas), desde entonces, lo ha estado perdiendo rigurosamente.

La autonomía del Banco Central implicaría un paso muy importante para la recuperación de la demanda de pesos y, por consiguiente, la inducción a la formación de un sistema bi-monetario (el ahorro fugado está seguramente en dólares), controlado por una Autoridad NO sujeta a decisiones políticas y que genere, a lo largo del tiempo, atractivo para depositar y endeudarse en dólares, como en la Convertibilidad.

La propuesta

Durante la Convertibilidad, los contratos se podían hacer en cualquier moneda (hoy en la Argentina no se puede hacer un contrato de alquiler de un modesto departamento, en dólares, ni se lo puede indexar en pesos). Hubo entonces un fuerte aumento, tanto en las inversiones directas como en las de activos en cartera, en dólares, por los sectores privados, local e internacional (por eso nunca faltaron reservas, entre abril del 1991 y diciembre del 1999).

Lamentablemente, esos recursos fueron prestados a quienes no generaban dólares, como ser el Estado (Nación y Provincias) y deudores locales (la mayoría hipotecarios) cuyos ingresos estaban en pesos. De allí que la salida de la Convertibilidad requirió de una “pesificación asimétrica”. Para que esto no vuelva a ocurrir, lo razonable es un sistema bi-monetario, con calce de monedas, aunque no necesariamente de plazos de vencimiento en las posiciones de cartera. Nadie mejor para arbitrar plazos que el sistema bancario.

La propuesta es:

- contratos en cualquier moneda y en todos los sectores, siempre que los que toman deuda en dólares, tengan ingresos en dólares.

- sistema bancario en dólares y pesos. Que los certificados de depósito (U$S) sirvan de garantía para endeudarse en dólares (el campo, por ejemplo). Habría un resto de depósitos que se podrían prestar a otros sectores que generan dólares (PYMES exportadoras o que le venden a exportadores, pero no acceden a pre-financiaciones, como sí lo hacen Cargill o Bunge).

- compraventa de activos con escrituras en dólares y la posibilidad de indexar, en pesos o dólares, los saldos impagos o los compromisos contractuales, siempre que se usen dólares bancarizados y vigilados por la UIF. Garantías reales con valores en dólares, para que los jueces no tengan problemas al valuarlas en las ejecuciones de las mismas.

La moneda es:

a) unidad de cuenta.

b) medio de pago de “aceptación obligatoria”, dado su curso legal.

c) reserva de valor.

d) patrón de pagos diferidos en el tiempo.

Como el Peso, por la inflación, no cumple los requisitos de moneda, entonces tenemos un sistema de ahorro no bancarizado (los chacareros en silos, los rentistas en cajas fuertes o en el exterior) que sólo entraría en el sistema productivo si: 1) estuviera calzado en moneda o pudiera arbitrarse a futuro y 2) pudiera entrar y salir cuando quiera. Esto ocurría en la Convertibilidad. Aunque siempre había un diferencial de tasas que inducía a prestar pesos y endeudarse en dólares. El déficit fiscal arruinó el esquema: el gran error fue, como se dijo, prestar dólares baratos a deudores que generan pesos.

Conclusión

La Argentina tiene un sistema financiero en pesos para el consumo y pocas inversiones y otro sistema, de mucho mayor volumen, en dólares fugados. El campo y los rentistas que alquilan tierras, no están lo suficientemente bancarizados. Por prudencia y resguardo de “su caja”.

Resulta incomprensible que la Autoridad Monetaria permita un pequeñísimo sistema de depósitos y préstamos de dólares financieros, participe de la intervención en el Dólar “bolsa” y, en las últimas semanas, inicie un sistema de LEBACs en dólares, cuando simultáneamente no quiere dar señales de crear un sistema bi-monetario, para canalizar la liquidez transitoria que produce el principal sector proveedor de divisas genuinas en La Argentina, es decir el agro pampeano.

En el Anexo presentamos un modelo muy simple (para aplicar ya) que, complementado con legislación adecuada (contratos en cualquier moneda e indexación en cualquier moneda) permitiría la creación no sólo de un sistema bi-monetario de financiamiento de inversiones, mucho más líquido y con menores tasas de interés, sino también una descompresión del modelo de intervención del Banco Central, en el mercado de pesos.

Para esto sería imprescindible: a) la autonomía plena del Banco Central; b) la dolarización, parcial, de sus tenencias de Títulos del Tesoro, para hacerlos líquidos y útiles en Operaciones de Mercado Abierto (como las de la FED, pero al revés o sea vendiendo Bonos y chupando pesos) y c) la profundización de un modelo de endeudamiento del Banco Central con los bancos, en dólares, para que éstos a su vez compitan por atraer los recursos del campo y de los rentistas y así ir engrosando el mercado de financiamiento de las inversiones.

ANEXO

El año pasado, CIARA-CEC declaró en enero M U$S 1348. Recién en semana de 11/3/13, se llegó a M 432 en 5 días y en la semana de 8/4, a 716.

Suponiendo que hubieran MT 5 sin vender. Hay q hacer puente por 70 días. Son 2670 millones de dólares de declarado potencial. Y M 860 de recaudación de retenciones a un dólar que subió en $ el 30% desde el 18 de noviembre pasado.

Propuesta:

-El productor que venda y deposite en el banco de su gusto, por 90 días, en dólares, al tipo oficial, recibe tasa base del 0,7% mensual, en U$S, y si el dia de vencimiento retira el depósito, cobra el interés y capital al tipo de cambio oficial de ese momento. El sistema es sin límite de monto, ni vigilancia de la fuente de ingreso. Sólo la declaración de venta habitual. Opera calzado y puede usar el certificado de depósito, para caución o garantía en compras y en canjes de insumos. No se le retiene el impuesto a las ganancias que rige para el dólar-ahorro. Está al dólar oficial.

-El BCRA puede reducir el encaje de depósitos en dólares (hoy de 58%, en promedio) y dejarles a los bancos licitar (comprar) LEBACs en dólares, bajo un régimen más flexible, que le permita al Banco pagar más tasa, para atraer más depósitos.

-Se arma un sistema financiero que presta en dólares, sólo al que produce dólares, no a cualquiera, o al Banco Central.

-El modelo es simple y sólo requiere confianza en que el banco tendrá los dólares al día 90. Esto es seguro, porque el Banco puede licitar LEBAC en dólares en el BCRA, también con calce de plazos.

-En síntesis, el Central aumenta reservas; el productor se calza, se venden insumos al dólar oficial y se recaudan impuestos, los bancos ganan intermediando. Es modelo Ganar-ganar y para el fisco es “auditable”: los exportadores liquidan y en base a las facturas de compra, el productor inmoviliza su activo. No se mueve un dólar del Central, a menos que este lo quiera.

Fuente: Años de Campo