Después dijo que no era una decisión definitiva suya, pero es difícil imaginar que haya dicho dos veces en público la misma frase sin tener una decisión definitiva. La tiene. Sólo se daba a sí misma un tiempo para ver cómo reaccionaban los otros partidos que integraron en octubre una exitosa experiencia electoral en la Capital. Ese acuerdo consiguió el segundo lugar, después de Pro, y le arrebató al kirchnerismo el único senador nacional que tenía por la Capital.
El objetivo de Carrió es impedir que otro presidente del peronismo suceda a Cristina Kirchner. Lo dijo abiertamente. Pero ¿es sólo Carrió? Algunos dirigentes radicales, sobre todo del interior, habían deslizado tímidamente en años anteriores la posibilidad de un acercamiento a Macri. Los espoleaba el círculo infernal de que una derrota precediera siempre a otra derrota. Sin embargo, ellos chocaban reiteradamente con dos grandes obstáculos: la impugnación de Carrió a Macri, su eterno rival en la Capital, y la del socialismo de Hermes Binner, más bien por razones ideológicas. Algunos dirigentes radicales del interior terminaron pasándose al macrismo, pero la estructura nacional del radicalismo conservó su distancia, preocupada por una eventual confusión ideológica. Las objeciones de Carrió ya no existen, aunque el panorama no se aclaró definitivamente.
La novedad de las declaraciones de Carrió es que no produjeron, durante una semana al menos, un tembladeral dentro de Unen. Aunque nadie lo ha dicho así, la propuesta conlleva la aceptación de que la candidatura presidencial de Macri competirá con los otros precandidatos, que son Julio Cobos, Ernesto Sanz, el propio Binner y, tal vez, Carrió, aunque ella viene repitiendo que no decidió aún si volverá a presentarse en comicios presidenciales. Ese proyecto aglutinaría en una sola candidatura, posterior a las internas abiertas y obligatorias, a todo el mosaico no peronista.
No es sólo Carrió. El propio Cobos y el dirigente radical de Córdoba Oscar Aguad anticiparon que aceptarían la propuesta. "Si no puedo ganar una interna, nunca podré ganar una elección general", suele decir Cobos. Sanz no habló todavía sobre esa idea expuesta por Carrió, pero es difícil que el senador mendocino, una de las cabezas más respetadas en el radicalismo, se niegue de antemano a una propuesta aperturista. Sucede que su papel como presidente del partido lo obliga a recabar primero la opinión de la dirigencia radical para exponer luego una posición partidaria. Al revés de Cobos y Aguad, que exponen puntos de vista personales, la opinión de Sanz será interpretada siempre como una definición del partido.
El radicalismo no tiene un solo criterio sobre el asunto. Entre aquellos que ya se manifestaron a favor de la apertura debería incluirse al dirigente de la Capital Enrique Nosiglia, que sigue teniendo influencia en la estructura partidaria. Hace poco, un dirigente radical le preguntó a Nosiglia para qué el partido haría semejante giro. "Para ganar", le respondió, pragmático y escueto como ha sido siempre.
Es probable, con todo, que el radicalismo bonaerense exponga posiciones más aferradas a la ideología que los aperturistas. Ésa fue siempre la actitud, por ejemplo, de Leopoldo Moreau (muy cercano al oficialismo cristinista) y hasta del propio Ricardo Alfonsín. Es posible, también, que al socialismo de Binner le lleve algún tiempo digerir la idea de un acercamiento, aunque sea sólo electoral, con el macrismo. "La idea de Lilita ha sido una maniobra inteligente", reconoció un destacado dirigente radical de la Capital. ¿Por qué? Porque le permitirá a Unen ir absorbiendo de a poco, con el tiempo suficiente, la alternativa de una cohabitación con el macrismo.
La conducción nacional de Unen se reunirá hoy y prepara un gran acto público para marzo, en el que se darían a conocer unos pocos puntos de acuerdo programático. Carrió, que les huye a las fotos multipartidarias, prometió que estará en el acto público del próximo mes. Macri, desde ya, no estará en ninguno de los dos encuentros. Antes de llegar a él, los actuales socios de esa coalición deberán encontrar entre ellos una posición común. Eso podría suceder a fines de este año o a principios del próximo.
La dura puja entre Daniel Scioli y Sergio Massa, a su vez, dejó a los dirigentes del peronismo más preocupados que antes cuando tomaron conocimiento de lo que sucede en la vereda de enfrente. Nunca imaginaron la sorpresa que les asestó Carrió. Con todo, Scioli pareció acomodarse a posiciones más flexibles en los últimos días para acordar una interna con Massa. El gobernador está seguro de que ganaría, con el apoyo de gobernadores e intendentes peronistas, una elección interna contra Massa. Massa es el más intransigente de todos. "Nunca me verán disputando una interna dentro del pejotismo", repite. Esa posición no ha variado en los últimos días.
Dirigentes peronistas suelen ser dramáticos en la descripción de la situación electoral de su partido. La Argentina tiene cinco distritos electorales (Buenos Aires, Córdoba, la Capital, Santa Fe y Mendoza) en los que habita el 70 por ciento del electorado nacional, dicen. Tres de esos distritos están perdidos por el peronismo (Capital, Santa Fe y Mendoza). En otro, Córdoba, el peronismo tiene sólo la mitad del electorado. Y en la provincia de Buenos Aires los peronistas están duramente divididos. Agregan que el peronismo está perdiendo distritos chicos (como Jujuy, La Rioja y Catamarca) y casi todo el sur del país, con la excepción de Río Negro. "¿De dónde sacaremos los votos que estamos perdiendo en los grandes distritos?", se preguntan. El cuadro se agrava cuando insertan al peronismo en el centro de una crisis nacional, con una Presidenta que no escucha a su partido y con un final eventualmente traumático para la experiencia kirchnerista.
Después de tomar nota sobre la idea de Carrió (y no sólo de Carrió) sobre Macri, muchos peronistas se preparan para presionar a Scioli y Massa. Ellos también quieren unificar una candidatura presidencial peronista. "Lo único que nos falta es ir divididos a una elección presidencial y con la oposición unida en un solo candidato", dramatizó un gobernador peronista.
A todo esto, ¿qué dice Macri? No dice nada. Prefiere huirle al debate interno de Unen. Ver y esperar es su estrategia. Trabajar en la construcción de su partido nacional y consolidar su imagen en la Capital. Después de todo, el giro de Unen, aunque sea dialéctico por el momento, es un reconocimiento implícito a su liderazgo y a su crecimiento político en el último año.
"Nada de esto existiría si las encuestas no mostraran que la sociedad valora a Macri más que antes", dicen a su lado. Ni se meterá apresuradamente en la interna de Unen ni entablará antes de tiempo negociaciones polémicas ni rechazará una eventual puerta abierta cuando haya claridad entre los otros. Siempre soñó, al final de cuentas, con ponerle un paréntesis al imperio aparentemente vitalicio del peronismo.