Zannini lo expresó varias veces y esa información fue comentada esta semana en reuniones de la Unión Industrial Argentina y la Asociación de Bancos Argentinos.
El secretario Legal afirmó directamente, en un encuentro en la Quinta de Olivos: “Moreno se tiene que ir del Gobierno.” Esto lo dijo en una reunión frente a otros funcionarios oficiales y en un encuentro donde se evaluó el desgaste político de la Casa Rosada y la necesidad de generar cambios hacia el futuro, después del previsible traspié que la Presidenta tendrá en las próximas elecciones.
El ataque de Zannini obedece a una elemental evaluación: dice que Moreno le ocasiona un fuerte desgaste político a Cristina y encima no le aporta ninguna solución a los conflictos económicos que enfrenta la Argentina.
Moreno se convirtió en una suerte de “caricatura” de sí mismo y la “sobreactuación” le jugó en su contra. Cada vez tiene peores modales, pero colecciona más fracasos.
El último: el traspié en la Justicia, que refleja los límites que tiene su decisión de perseguir a quienes hablan de la inflación real, un problema que el secretario de Comercio no puede controlar.
Aunque fuertemente enfrentados en el Gabinete, la tesis la comparten los ministros más políticos como Julio De Vido y Florencio Randazzo. Randazzo, en la intimidad, sostiene lo siguiente: “Hay que darle racionalidad al tema precios.” De Vido sostiene que Moreno complica la economía y, además, lo considera un peligroso traidor político.
El ministro de Planificación lo introdujo en el círculo presidencial y después Moreno denunció a De Vido –frente a Cristina– por corrupción en el manejo de la política energética y lo responsabilizó por el multimillonario déficit energético.
De Vido y Randazzo advirtieron sobre el costo político que genera dejar la economía en manos de Moreno. Zannini fue más allá. Pero ninguno de ellos embistió directamente contra Moreno frente a Cristina, porque saben que los dislates que provoca Moreno tienen la bendición política de la Presidenta. En otras palabras: pedir directamente, frente a Cristina, el desplazamiento de Moreno sería, por ahora, cuestionar el manejo económico de la propia Presidenta.
Pero las señales son de una fuerte erosión en la influencia del secretario de Comercio. El propio gobernador Daniel Scioli se despegó de Moreno, en una calificada reunión con diplomáticos que organizó Cristian Breitenstein.
Ayer, el ministro de Producción bonaerense convocó a 20 embajadores de todas las naciones industrializadas de América latina, Europa y Asia. También hubo calificados hombres de negocios. Todos hablaron de las dificultades que existen en Argentina por las trabas a las importaciones.
Alfonso Diez Torres, embajador de la Unión Europea, fue quien mencionó las arbitrariedades y poca transparencia en la administración del comercio exterior en Argentina.
Scioli se diferenció de Moreno cuando le respondió: “Nuestra política es y va a ser no estar en los extremos.” Zannini tuvo información anticipada y confidencial sobre el “procesamiento” judicial que iba a recaer sobre Moreno.
No hubo ninguna gestión oficial para frenar el fallo, a pesar de que el Gobierno –a través de la SIDE– tiene una enorme influencia en el fuero Federal.
Fue por eso que el martes, en la cúpula del Banco Central, hubo un festejo.
Mercedes Marcó del Pont convocó en su despacho a sus colaboradores para brindar por el procesamiento judicial de Moreno.
Hubo muchos “pases de factura” y también se destiló la bronca que tiene Marcó del Pont porque Moreno le tiene intervenida la estratégica mesa de cambios del BCRA.
Ahora el Banco Central es un polvorín, en donde hay una lucha de poder para ocupar tres sillones del directorio que quedan vacantes. Marcó del Pont parece no tener fuerza para ubicar a nadie de su confianza. Por eso ya nombró a dos funcionarios de su equipo, Juan Capello y Sebastián Soler, en cargos gerenciales de línea del BCRA.
Axel Kicillof aspira a ubicar gente de su entorno y para eso difunde la siguiente versión: que Marcó del Pont deja el BCRA después de las elecciones. El viceministro es un “pack-man” que ocupa lugares y funciones en toda la estructura del Estado. Pero que mostró hasta ahora nula efectividad y una fuerte impericia profesional a la hora de ejecutar medidas.
El descontrol que existe en la autoridad monetaria lo confirma un dato relevante: a ninguno de los tres directores que el martes finalizan su mandato la Presidenta les comunicó si van a continuar en su cargo.
El desconcierto del equipo económico llevó a Hernán Lorenzino a viajar a Washington para prometer pagos de juicios del Ciadi y tratar de frenar sanciones del FMI por la manipulación de estadísticas.
La gestión del ministro habría fracasado, porque en Estados Unidos no confían en sus promesas y porque condicionó el pago de los juicios del Ciadi por 460 millones de dólares a un préstamo del Banco Mundial. También quiere que las empresas suscriban con el dinero los truncados bonos Baade.
Ya le sucedió algo similar cuando intentó abrir (a mediados de año) un diálogo con el Club de París. En el exterior están saturados de sus promesas incumplidas y no lo consideran un interlocutor válido y confiable.
Pero ahora tiene que lidiar con algo nuevo: la posición intransigente de la Casa Blanca sobre la gestión económica de Cristina.