NUEVA YORK.- Con tres golpes de martillo, exactamente a las 14, se abrieron las pesadas puertas de madera e ingresaron los tres jueces en la sala, que no dio abasto para el interés que despertó el caso.

Sólo 65 personas pudieron entrar. Otras 150 lo siguieron por sistema de TV remoto, en una sala especialmente acondicionada. Entre una y otra había 16 pisos de diferencia y un interminable viaje en ascensor en el alto edificio que ocupa la Corte de Apelaciones.

El comienzo fue el final de una larga espera para quienes intentaron entrar. La audiencia empezó a las 4. Pero había que estar allí desde las 9 si se pretendía un lugar. Ya a las 10 de la mañana la cola era de 100 personas. Muchas de ellas, conteniendo el enojo de una espera inútil.

"Si no guardan silencio, los haré desalojar por la policía", fue la advertencia al, por momentos, bullicioso grupo. Había allí abogados, periodistas, inversores, analistas de mercado. Gente que había recorrido kilómetros por un lugar. Fueron cinco horas largas de intercambio entre quienes, en esta plaza inversora, siguen de cerca lo que pasa en el país.

"¿Cuándo crees que se levantarán las restricciones que impuso el Gobierno para retirar capitales?", preguntó a LA NACION el representante de una empresa inversora con intereses en el país. "¿Crees que el Gobierno realmente irá a suspensión de pagos otra vez si el fallo es adverso?", quiso saber luego.

Entre los primeros en llegar figuraron Ana Gelpern, académica en Finanzas de la American University, que sigue muy de cerca el caso. También el abogado argentino Eugenio Bruno y el analista de JP Morgan Vladimir Werning. Pasaban de mano en mano el libro "Los buitres de la deuda", que acaba de publicar la periodista Mara Laudonia.

Sólo seis periodistas pudieron ingresar en la sala de audiencias, entre ellos, LA NACION. Todos fueron situados en la primera fila. De allí se vio ponerse de pie al vicepresidente Amado Boudou y al ministro Lorenzino cuando entraron los jueces.

BOUDOU, CANSADO

La delegación argentina que los acompañó ocupó toda una fila. Una de las más activas tomando notas fue la flamante embajadora Cecilia Nahón. La de ayer fue una de sus primeras gestiones oficiales, luego de haber presentado cartas credenciales ante el Departamento de Estado. Le falta, aún, hacerlo frente al presidente Barack Obama.

Boudou escuchó sin tomar nota. Por momentos parecía cansado. Lorenzino hizo algunos apuntes al final. Metros más atrás estaban el secretario de Finanzas, Adrián Cosentino, y el subsecretario de Asuntos Legales, Matías Isasa. Ambos llegaron también desde Buenos Aires.

Desde Washington lo hizo el representante del país ante el Banco Mundial (BM), Guido Forcieri.

La audiencia tuvo unas cuantas sorpresas. Entre ellas, que los jueces hicieron finalmente lo que quisieron con los tiempos de exposición por los que tanto clamaron las partes.

Los "fondos buitre" fueron quienes menos hablaron: apenas 28 minutos, casi lo mismo que el Bank Of New York. Quienes más lo hicieron fueron los llamados bondholders, con 43 minutos. En medio estuvieron los abogados de la Argentina, con 40 minutos.

"Lo que estamos viendo es una formidable batalla de argumentos por ver quién tiene razón", dijo uno de los abogados que seguían el caso desde las gradas.

Apenas terminada la audiencia, los tres jueces pasaron a una sala contigua. Allí, a puertas cerradas, se pusieron de acuerdo para determinar quién de los tres redactaría la resolución.

Es posible que, después de lo visto, la defensa argentina prefiera que no lo haga la implacable jueza Reena Raggi. Pero nunca se sabe.