La oferta de dólares comerciales podría aumentar levemente (unos u$s 500 millones) en 2013, gracias a la mejor cosecha y los buenos precios internacionales (u$s 7.000 millones), en parte contrarrestados por un mayor déficit energético (pérdidas de u$s 2.200 millones) y, probablemente, un creciente desbalance industrial. Esto se desprende del informe macroeconómico de Empiria denominado Sojita santa.

En tal caso, aseguran en la consultora de Hernán Lacunza, la sequía estival de divisas sería transitoria, y podría relajarse tan pronto comience a liquidarse la cosecha gruesa (normalmente, a fines de marzo), y el desafío de política virará a administrar alguna abundancia relativa, sin margen para la euforia, y también transitoria, hasta agosto inclusive. Un exceso de voracidad de divisas por parte de la autoridad monetaria para acumular reservas sería contraproducente.

A pesar de que el clima obligó a recortar las expectativas de cosecha para la presente campaña, lo cierto es que el agro aportará cerca de u$s 7.000 millones adicionales al balance comercial de este año.

La gran incógnita, con inocultables ingredientes políticos, es el ritmo que imprimirá el sector agrícola a la liquidación de la cosecha, en base a la siguiente ecuación: expectativas devaluatorias, más cepo cambiario, más tasa de interés real negativa en pesos, lo que da igual a ahorro en soja.

En lo que va del año, la menor liquidación de divisas del agro está más relacionada con la escasez de mercadería (menor remanente de la campaña anterior y magra zafra de trigo) que con una actitud especulativa. No obstante, la menor intención de venta de la actual campaña se refleja en las menores compras anticipadas de exportadores y de la industria aceitera: el año pasado, a esta fecha, se había comprado el 25% de la cosecha, mientras este año tan sólo el 13%, consigna el informe de Empiria.

Aunque la capacidad de almacenaje en silo-bolsas es abultada, la proporción almacenamiento-liquidación dependerá de la situación financiera de cada productor. Expertos sectoriales estiman en un mínimo de entre 35% y 45% las necesidades de liquidación para pagos de insumos y gastos de cosecha. Como mal menor, podría dilatarse la liquidación, como sucedió en 2008, cuando el grueso se vendió en el tercer trimestre.