La Agencia de Cooperación Japonesa (JICA, por sus siglas en inglés) está por implementar en Salta el mundialmente conocido programa Un Pueblo, un Producto [One Village, One Product (OVOP, por sus siglas en inglés)], que ya se hace en más de 30 países. Se trata de un movimiento de desarrollo local en el que se identifican uno o más productos que una población reconoce como propios y que tienen la capacidad de competir en el mercado global, a fin de dinamizar la economía de su localidad y traducirla en una mejora de la calidad de vida de la población.

Los productos pueden ser, entre otros, agropecuarios, pesqueros, culturales, turísticos o artesanales, y requieren características de originalidad y calidad; su elaboración, además de favorecer la identidad del sitio, debe ser social y ambientalmente responsable.

Este movimiento, originado en la Prefectura de Oita, Japón, en 1979, se ha puesto en marcha en lugares como China, los Estados Unidos, Filipinas, Malasia, Tailandia, y en América latina ya tiene antecedentes en Colombia, Perú y Ecuador, y ha contribuido a mejorar la calidad de vida de muchas personas, promoviendo el desarrollo de un nuevo punto de vista sobre los recursos propios con emprendimientos que incentivan la inteligencia y las virtudes. Apenas se comienza a considerar esta metodología, se percibe su potencialidad para contribuir a revalorizar los múltiples pueblitos de nuestro país que poseen, como es el caso de muchos sitios en las bellas provincias de Salta y Jujuy, muchos productos o actividades características y espacios emblemáticos que pueden constituir un recurso estratégico para su desarrollo. Se crea así un nuevo incentivo para que los jóvenes puedan encontrar actividades que no sólo fortalezcan el sentido de lugar y de pertenencia a un sitio, sino que hagan de estas labores un medio que evite alejarlos de su entorno.

Un Pueblo, un Producto posee tres principios elogiables que deberían encontrar eco en nuestro país: desarrolla productos globalmente aceptados y propios de la cultura local; propone que cada localidad recurra a sus propios recursos y potencialidades para desarrollar estrategias que posicionen a sus productos en los mercados priorizados, e incentiva y promueve nuevos liderazgos, así como la investigación y capacitación permanente.

Este programa, que generosamente aporta la Agencia de Cooperación Japonesa a nuestro país, promueve que las personas puedan desplegar sus mejores condiciones, esas que incentivan su autorrealización y al mismo tiempo hacen de ellas un instrumento para su desarrollo y el de su comunidad. El objetivo de erradicar la pobreza puede estar entonces a su alcance. Es un programa apolítico, que pretende una generación de trabajos y creatividad genuina, de modo que el ingenio y la voluntad de trabajar encuentran ahora un canal para que cada pueblo descubra su mejor producto.