La Cámara de Industriales Arroceros Argentina está en alerta ante la pérdida de rentabilidad en la producción de arroz y "la falta de políticas económicas", indicó la entidad en un comunicado.
"La industria atraviese esta difícil coyuntura mientras espera un shock de competitividad. Para devolver la competitividad al sector de manera inmediata es imperativo trabajar en conjunto con el gobierno en la reducción de costos que impactan en la cadena, sobre todos los relacionados con la distribución, el transporte y la logística, bajar la carga tributaria que lo agobia y facilitar el reintegro de impuestos en las exportaciones", sostuvo la Cámara.
El punto es amortizar la expansión de inversión que viene realizando la industria y aumentar la producción primaria, señalaron.
Según los datos que maneja la entidad, mientras que en 2008, el 70% de la cosecha era producida por pequeños y medianos productores y el 30% por empresas agroindustriales, esta pirámide se invirtió "debido a la falta de rentabilidad de los pequeños productores". La industria incrementó su originación para poder abastecer sus molinos, y en la actualidad se puede estimar que el 70 % de la cosecha está en manos de la industria y el 30% en manos de productores pequeños y medianos.
"La pérdida de rentabilidad en la producción de arroz obedece tanto a las malas políticas económicas implementadas por el gobierno anterior (de las cuales el cepo cambiario y las trabas al comercio exterior fueron su principal expresión) como a la baja progresiva de los precios internacionales", indicó la Cámara. También afirmó que el dólar vuelve a estar retrasado.
"El fuerte incremento de los costos en dólares, que se verificó entre 2011 y 2015 no logró ser revertido con la salida del cepo cambiario del año pasado; y desde entonces, la inflación superó a la apreciación del dólar, deteriorando nuevamente la ecuación de rentabilidad, con fuerte impacto negativo en la competitividad del sector", detallaron.
Una foto del sector
La industria está operando con una elevada capacidad ociosa; sueldos en dólares altos (y crecientes por paritarias del orden del 25%); costo laboral no salarial excesivo; costos energéticos más elevados; precios internacionales estables o tendientes a la baja; y dólar “cepado” por altas tasas de interés, lo que eleva, a su vez, el costo de financiamiento.
"El gobierno de Mauricio Macri intenta estabilizar la macroeconomía gradualmente. Los desequilibrios macroeconómicos se van resolviendo lentamente y los resultados favorables en materia de consumo masivo y rentabilidad aparecen más lentamente de lo previsto tanto para el sector como para la economía en su conjunto", analizó la entidad en el comunicado.
Y agregó: "La industria del arroz necesita de un shock de competitividad. Sólo así podrá subsistir, dado que está trabajando a pérdida de agregado de valor en lugar de generar valor agregado al arroz. Para crecer y continuar con las inversiones necesarias para afianzar su presencia global con los mejores estándares de calidad. La competitividad tiene una dimensión cambiaria pero no es la única ni la más importante".
Antecedentes
A raíz del “Plan Estratégico Agroalimentario y Agroindustrial 2010-2020 (PEA)”, en el que se proyectaba una producción de arroz de 2 millones de toneladas para el 2020, muchas industrias agrandaron la capacidad de elaboración e invirtieron en tecnología. Así, hoy la industria arrocera argentina cuenta con una capacidad instalada de procesamiento que supera los 2 millones de toneladas.
Sin embargo, las previsiones no se cumplieron. Desde los 1,6 millones de toneladas de la cosecha 2007/2008, la producción se fue reduciendo, hasta llegar a este año a 1,2 millones. "La disponibilidad de arroz resultaría algo superior producto del carry in, unas 1,3 millones de toneladas en total, de las cuales 500.000 se destinarían al mercado doméstico y 780.000 quedarían de saldo exportable", explican en la Cámara.