Desde el momento en que el nuevo gobierno decidió eliminar los derechos de
exportación al trigo (como así también a otros productos), terminar con las
licencias de exportación no automáticas y quitar la obligación al sector de la
exportación de tener que importar cereal en caso que el volumen exportado genere
desabastecimiento interno, el mercado doméstico del trigo comenzó, lenta pero
inexorablemente, a vincularse nuevamente con la plaza internacional. Nos guste o
no esto es así, razón por la cual las vicisitudes por las que tenga que
atravesar el cereal en el nivel mundial también nos afectarán a escala local.
Esta última afirmación resulta mucho más determinante cuando la Argentina tiene que "colocar" trigo fuera de nuestro principal socio y destino del cereal en el Mercosur, Brasil. Cuando ello ocurre, principalmente durante el periodo de cosecha, dependerá del resultado final productivo, del tiempo que nos lleve tener que competir con otros orígenes (léase Rusia, Ucrania, EE.UU., Canadá, Australia, etcétera), para vender a destinos como el Norte de África o Medio Oriente. Es precisamente en esos momentos donde la plaza internacional nos afecta. Si hay que competir con precios mundiales altos y poco saldo por exportar fuera de Brasil no es mayor problema.
Ahora, cuando tenemos que salir a vender con precios de nuestros competidores
muy bajos y con excedentes exportables domésticos muy abultados como resultado
de una gran cosecha, nuestros precios FAS pueden resultar también por debajo de
lo esperado.
Entonces, en estas nuevas condiciones, el cereal de invierno posee dos momentos de mercado bien determinados. El primer tiempo se da cuando hay que competir a escala global, mientras que el segundo tiempo resulta -una vez agotado el saldo exportable extra Mercosur- cuando quedamos "mano a mano" con Brasil. Sin lugar a dudas que esto no es nuevo, ya que cuando los mercados domésticos se encontraban desregulados funcionaba de igual forma. Ello, ocurrió hasta el año 2003 aproximadamente. Desde ese tiempo a esta parte, las cosas también fueron evolucionando.
A modo de ejemplo, Brasil ya no compra trigo condición "cámara" como lo hacía antes, sino que ahora exige a nuestro país ciertos estándares en cuanto a la calidad del producto. Resulta importante no olvidar que a nuestro vecino le conviene nuestro cereal por una cuestión arancelaria. A modo de conclusión podemos decir que:
La intención de siembra del productor argentino es alta. Se estima que podrían llegar a sembrase unos 5,5 millones de hectáreas.
Con la humedad que hay en los suelos de la mayor parte de la Pampa Húmeda es probable que la cosecha resultante sea importante.
La utilización de insumos por parte de los productores para lograr rendimientos altos, también es importante.
La gran variable de ajuste es el clima. Ya existen zonas que han desistido de implantar trigo por los excesos hídricos y aunque pareciera que el avance en las siembras viene lento, los datos de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires que se conocieron anteayer mostraron un avance sobre el 36,6% del área, levemente por encima del promedio histórico. Este último dato pareciera ser "la variable" a monitorear. Para aquellos que tienen que vender en cosecha, estar atentos a estas señales será imprescindible.
El autor es socio de Nóvitas SA