Hace diez años empezamos a trabajar con mi hermano Agustín en asesoramiento técnico, muestreos de suelos y monitoreo de malezas, plagas y enfermedades. El tiempo pasa y cada vez siento una necesidad mayor de seguir estudiando, aprendiendo e interactuando con colegas, productores y especialistas, ya que la producción y los sistemas precisan siempre seguir ajustándose e innovando en procesos y en el manejo integral de malezas, plagas y enfermedades. Año a año se repiten los ciclos de los cultivos, pero siempre con condiciones y situaciones diferentes, invitándonos a enfrentar desafíos con los ojos, la mente y el corazón abiertos.
Esta campaña que pasó (2016/17) asesoré cerca de 15.000 hectáreas, conformadas de la siguiente forma: 7% de trigo, 27% de cebada, 23% de maíz, 17% de girasol y 26% de soja. El monitoreo intensivo y la aplicación de conocimiento nos llevó a tomar decisiones de control químico de plagas y enfermedades en la siguiente proporción de la superficie. En maíz no se realizaron aplicaciones, en girasol el 7% se aplicó con insecticidas por la presencia de isocas cortadoras en implantación y mosquita del capítulo e isoca medidora en floración, en soja el 71% se aplicó con insecticidas por diferentes plagas, isoca medidora, isoca bolillera, y complejo de chinches (según orden de importancia) y el 32% que estaba destinado a soja para semilla fiscalizada con fungicida por Septoria Glycines y Cercospora kikuchii.
En trigo el 100% de la superficie se aplicó con fungicida debido a la presencia de mancha amarilla, roya de la hoja, roya amarilla y septoria (según orden de importancia) e insecticida por pulgón de la espiga y en cebada se aplicó el 121% de la superficie con fungicida debido principalmente a la presencia de mancha en red y, en menor proporción, por ramularia y escaldadura, y no se realizaron aplicaciones de insecticidas.
De los cultivos de segunda, sólo el 50% están llegando a cosecha debido a la
importante sequía que sucedió este verano, de los cuales el 85% es soja con un
33% de la superficie tratada con insecticidas por isoca medidora. El 7% es
girasol con un 50% de la superficie aplicada por mosquita del capítulo e isoca
medidora, y un 8% de maíz que no precisaron control de plagas, ni de
enfermedades. Es de suma importancia pensar los sistemas de forma integral,
desde el armado de la rotación de cultivos, genética, fechas y densidad de
siembra, muestro de suelo y fertilización, monitoreo de malezas, plagas y
enfermedades hasta la cosecha y ya estar pensando en el cultivo siguiente. El
monitoreo profesional es fundamental para tener un diagnóstico adecuado y así
poder tomar decisiones acertadas. Es muy importante no olvidarnos de los
insectos benéficos, conocerlos, monitorearlos y elegir los productos químicos
que sean selectivos y no afecten a estos.
Los sistemas son complejos, y en las experiencias simplistas no nos ha ido bien, debemos estudiar, analizar a campo y en gabinete, interactuar, integrarnos, potenciarnos, ya que la producción de alimentos, el ambiente y la sociedad nos lo pide, nos lo exige, y nos lleva a entender y ver los sistemas de forma integral, iniciando el camino de la intensificación ecológica. Las respuestas surgirán de nosotros mismos, siempre y cuando lo permitamos, hagamos fluir la agronomía que fluye en nuestras venas por todo el cuerpo, del corazón a la cabeza, ida y vuelta permanentemente. Seamos agronomía.