Si bien ambos mercados tienen fundamentals de análisis distintos, el efecto inicial sobre los precios domésticos es el mismo, fuerte suba ante la falta de oferta en el mercado disponible.
El contrato abril del maíz en el Matba marca una situación técnica ante
contratos de venta abierto que deben ser cubiertos con la contraparte de
compras. Pero la oferta no aparece, pues no hay seguridad de entrega si continúa
el tiempo lluvioso. Así, el mercado no bajará hasta que la posición vendida
pueda ser cubierta. Por este motivo el precio del maíz en la posición siguiente,
junio, se cotiza a US$ 161 por tonelada, con un descuento mayor a los US$ 20
respecto del disponible.
El mercado está invertido en el súper corto plazo -apenas un par de semanas- y este precio de oferta debería ser aprovechado por aquellos productores que disponen de maíz disponible y lo puedan vender en el Matba. Hay que tener en cuenta que una vez que desaparezca la necesidad de cubrir la posición abril el mercado tendrá una baja de US$ 20, por tonelada acercándose a los precios de la posición junio.
En el caso de la soja, la menor producción estimada ha tenido un fuerte
impacto alcista no sólo en Chicago, sino también en el Matba y en los precios
del mercado disponible. En Chicago la oleaginosa acumula subas de US$ 34 y llegó
al máximo de contrato para la posición mayo, con US$ 371, mientras que en la
Argentina la soja disponible mejoro US$ 37 al arribar al máximo para el contrato
de la cosecha actual, con US$ 256. En cambio, la posición mayo se cotiza a US$
252, asumiendo que el clima mejorará. Un dato a tener en cuenta, la soja mayo
2017 se cotiza en el mismo nivel de la soja mayo actual, US$ 252.
Pensando en la próxima siembra, y en comparación con el margen bruto del maíz, la soja vuelve a ser competitiva y más rentable, en tanto que los productores deberán replantearse el aumento de superficie de maíz a partir del análisis actual de los precios relativos.
La coyuntura hoy no es muy favorable: freno en la cosecha; falta de oferta de
soja y de maíz disponible; fábricas de aceites paradas; vapores en espera; el
productor que no vende ante la sorpresiva suba de los precios, y un sector
exportador que no podrá liquidar divisas en el ritmo esperado por la falta de
mercadería disponible. Un círculo vicioso y negativo para todos los actores de
la cadena.
Las excesivas lluvias ocurridas en las principales zonas agrícolas de la pampa Húmeda han tenido un efecto negativo sobre los rindes esperados y ya se consideran pérdidas irreversibles de por lo menos 5 millones de toneladas en la producción de soja. Las mermas pueden ser aún mayores cuando los productores puedan entrar a sus campos. Desde el punto de visa macro la producción argentina de soja se estima ahora en 55 millones de toneladas, contra los 60 millones iniciales.