El kirchnerismo, en su relato, suele llenarse la boca con la industrialización del país. Según el relato, gracias al modelo se industrializó el país, es decir, el modelo de sustitución de importaciones consiguió desarrollar una industria que nunca, en sus 200 años de historia, tuvo la Argentina.
No es intención de esta nota debatir si industria sí o industria no, solo destacar que en los países desarrollados no desaparece la industria, pero si es eficiente cada vez se automatiza más y demanda menos mano de obra. Puesto en otras palabras, así como antes de la revolución industrial la mayor parte de la población trabajaba en el campo y luego con la revolución industrial creció la participación de la mano de obra en el sector industrial, desde hace décadas es el sector servicios el que crea la mayor cantidad de puestos de trabajo. Algo más del 60% de los puestos de trabajo en los países desarrollados los crea el sector servicios y también algo más del 60% del PBI de los países desarrollados los genera el sector servicios. Cuando hablo de servicios me refiero al comercio minorista y mayorista, transporte, almacenamiento, seguros, banca, etc. Es que a medida que las máquinas van reemplazando al hombre en el trabajo repetitivo, se va liberando mano de obra para trabajos cada vez más cerebro intensivo. Por eso la educación es fundamental en el crecimiento de los países.
Ahora bien, volviendo al supuesto éxito del modelo industrial gracias a la sustitución de importaciones podemos ver que tal éxito es solo parte de la mentira k. Si vemos la relación del PBI Industrial respecto al PBI total, es decir, cuánto aportó el sector industrial al PBI total, en 2014 representó el 19,5% del PBI con un claro estancamiento en todo el período k. O sea, esa relación se mantuvo en torno al 20% entre 2004 y 2014. Dos puntos porcentuales por debajo de la década del 70 y, curiosamente, por debajo del período de Martínez de Hoz salvo cuando el entonces ministro de Economía estableció la tablita cambiaria.
En efecto, la tablita cambiaria, que empezó a fines de 1978 y terminó en enero de 1981, tuvo su punto culmine en 1980. Aunque a los k les de odio, en 1980 el PBI Industrial/PBI fue 19,92% y en 2014 la misma relación llegó al 19,5%. El relato se queda en sus mentiras. Los datos muestran que ni siquiera pudieron superar a Martínez de Hoz. Pueden ver los datos en el Gráfico 1
Gráfico 1
Pero tampoco lograron que las exportaciones industriales superaran, como porcentaje del total de las exportaciones, a la relación que hubo en los 90. El gráfico 2 refleja claramente que las exportaciones industriales en relación a las exportaciones totales se mantuvo en torno al 30% durante el período k y en los 90 osciló en un piso del 30% y un techo del 35%, algo que no logró el kirchnerismo.
Gráfico 2
La realidad es que el modelo aplicado por el kirchnerismo lejos estuvo de desarrollar al sector industrial. En rigor el modelo solo logró mejorar la situación particular de algunos productores, pero parte del consumo artificial del período k se cubrió con importaciones mientras la soja permitió generar los dólares para importar celulares, televisores y demás electrodomésticos. Cuando el precio de la soja no logró compensar el retraso cambiario, ya no alcanzaron los dólares, apareció el cepo y el consumidor fue víctima de una economía cerrada. Pero la industria a su vez fue víctima de la falta de insumos por la falta de dólares para importarlos.
Por definición lo que hace un modelo de sustitución de importaciones es restringir artificialmente la oferta para que el productor local pueda tener todo el mercado sin competencia y, de esa manera, cobrar más caro productos de peor calidad. Es decir, obtener una renta extraordinaria que no tendría en condiciones de libre competencia. Se produce una redistribución del ingreso de los consumidores en favor de los sectores protegidos. En ese contexto, el productor protegido no tiene estímulos para invertir o mejorar la calidad de sus productores porque no tiene competidores. El modelo de sustitución de importaciones es el camino más directo para someter a un país a la pobreza y miseria. La gente pagando caro productos de pésima calidad y con salarios reducidos por la baja tasa de inversión.
Para el caso particular de Argentina, con tan poca población, el mercado interno es tan chico que no da la escala para tener costos reducidos. Es decir, son tan reducidos los volúmenes que hay que producir para abastecer el mercado interno que los costos fijos por unidad son muy altos o, si se prefiere, la ineficiencia es tan elevada, al punto tal que esa industria no tiene capacidad para ser competitiva a nivel internacional para exportar.
El famoso modelo ha fracasado en toda la líneas y solo es un éxito en el enfermizo relato de los k. Ni siquiera lograron desarrollar artificialmente al sector manufacturero, porque cuando se acabaron los dólares de las exportaciones fundieron al sector industrial por la falta de insumos y la caída del consumo interno. Sin posibilidad de exportar por falta de competitividad y con un tipo de cambio artificialmente retrasado, lo poco que queda del sector industrial está condenado a morir si el relato no deja paso a la realidad y a la gente con capacidad para administrar seriamente el país.
Fuente: Economía para Todos