Esto ha favorecido una clara diferenciación este oeste en la disponibilidad de reservas de humedad a esta altura de la campaña. A la vez que gran parte de SF, ER, este de CB y norte de BA presentan cultivares sin limitantes hídricas, el resto de CB, gran parte de LP, el sudoeste de BA y gran parte del norte agrícola del país, no encuentran respuestas adecuadas en la oferta de agua para lograr un balance hídrico positivo o al menos mejorado.
Dentro de este contexto. el fenómeno de El Niño ha logrado instalarse y puede mantener cierto nivel de influencia en el comportamiento de las lluvias del Sudeste de Sudamérica durante el mes de enero, aunque no lo consideramos como un indicador decisivo para la región pampeana y mucho menos para las zonas necesitadas del oeste.
El mapa muestra una zona cálida homogénea sobre la zona central del Pacífico Ecuatorial, sin embargo las temperaturas promediadas de la temperatura superficial del mar durante las últimas cuatro semanas completas del me de diciembre, se han ubicado apenas medio grado por encima del umbral de neutralidad. Puede decirse que la persistencia del calentamiento mantiene la situación corrida hacia el estado Niño, sin embargo su intensidad tiene un impacto relativo. De hecho, ingresamos en un período donde las evidencias estadísticas se debilitan a la hora de establecer el impacto positivo del fenómeno de El Niño sobre las lluvias en la región pampeana.
Como hemos mencionado, salvando las zonas del centro norte de la Mesopotamia, donde la abundancia de lluvias del reciente paso de diciembre puede tener alguna correlación este fenómeno, el comportamiento de las lluvias en la mayor parte de la región pampeana muestran lo contrario. Por lo tanto, desestimamos o al menos le restamos importancia a la presencia de este calentamiento como predictor del comportamiento pluvial de este próximo bimestre en la región pampeana
Por otra parte, el litoral atlántico mantiene anomalías positivas marcadas cuya influencia sobre la franja este de la región pampeana ha sido más que evidente a lo largo de todo el año. El punto fundamental para lo que resta de la campaña es como se comportará el sistema de alta presión que define el transporte de la humedad hacia la principal región agrícola del país.
Es evidente que la sensibilidad que el posicionamiento y la intensidad de este sistema tiene en el transporte de humedad es en muchas ocasiones más influyente que la presencia o no de los eventos del Pacífico Ecuatorial. Durante diciembre, un desplazamiento hacia el norte de la alta presión concentro la humead en la Mesopotamia, dejando canales modestos de transporte de humedad hacia zonas mediterráneas o incluso de gran parte de BA, con puntuales bolsones aleatorios donde se produjeron condiciones favorables pero fuera del patrón conducente. Con este mismo posicionamiento, es razonable esperar que las lluvias de enero encuentren parecidos con la distribución de diciembre.
La dinámica de este flujo de humedad en general tiende a favorecer con mayor eficiencia al este que al oeste de las zonas agrícolas, sin embargo la entrada al continente del aire húmedo no es fija y esto produce la gran variabilidad de la posición de los máximos pluviales.
El oeste debería encontrar una mejora en la oferta de agua en enero, pero esta posibilidad también queda anclada a una mejor entrada de humead amazónica, que este año se ve muy esporádica. En consecuencia, es probable que CB, LP e incluso el oeste de BA, mejoren su performance pluvial, pero no parece un período donde la situación se perfile para lograr un paso holgado de lluvias. Las zonas muy ajustadas de reservas, pueden tener dificultades serias en la evolución de los cultivos ante el eventual salteo de sistemas precipitantes, los cuales en promedio se están perfilando con un período de entre cinco y siete días.
- Por CCA - exclusivo Agrositio
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