El hecho central de la demanda global de agroalimentos en los próximos 10/20 años es que está vinculada en forma necesaria y estructural con el desarrollo del mundo emergente, en el que habita el 75% de la población mundial, que sería el 85% en 2050.
El cálculo del Departamento de Agricultura de EE.UU. (USDA, por sus siglas en inglés) es que 81% del aumento del consumo mundial de carnes en la próxima década tendrá lugar en los países emergentes; y el porcentaje de los granos, y en especial en harina de soja, treparía a 83%.
En todos los casos, lo previsible es que la demanda agrícola del mundo emergente crezca por encima de su producción, con excepción de Mercosur (Brasil/Argentina), lo que significa que su participación en las importaciones mundiales de carnes alcanzaría a 92% del total en 2022, y un porcentaje similar en los granos.
USDA estima que el consumo de carnes en el mundo emergente crecería 2,4% anual entre 2013 y 2022; y las carnes blancas aumentarían 2,8% por año. El eje de la demanda de aves está ubicado en Africa y Medio Oriente (64% de las importaciones totales).
En la carne de cerdo, el papel de China es central: respondería por 55% del auge de las importaciones globales en 2022. La contrapartida es el aumento de sus importaciones de soja, harina de soja y maíz, que aumentaría 92% en los primeros dos casos y 40% en el tercero.
Lo fundamental es advertir que la demanda mundial de agroalimentos crece por encima de la oferta en los próximos 10 años; y esto significa que los países emergentes (con la excepción del Mercosur), dependerán cada vez más de las importaciones.
Los salarios rurales en China aumentaron 20% anual en los últimos 5 años, como consecuencia de la aceleración de la migración interna del campo a las ciudades, que absorbe el excedente de trabajo agrícola.
El resultado es que tienden a desaparecer las unidades productivas familiares para ser sustituidas por grandes empresas comerciales, muchas de capital extranjero y con alto grado de especialización.
Este es el sector de la industria cárnica que compra 90% de los granos para la alimentación animal que la República Popular importa.
En las provincias centrales de China y en los alrededores de las grandes ciudades (Beijing, Shanghai), más de 40% de la producción de carne de cerdo se realiza ya a través de enormes complejos especializados, que cubrirían 60% o más de la producción en 2023.
La urbanización abarcaría en 10 años a 63% de la población (hoy es 50%); y esto acelera la transición dietaria (vuelco al consumo de proteínas cárnicas), porque va acompañada del desarrollo de grandes cadenas de supermercados, restaurantes y cafeterías.
El consumo per cápita de carne de cerdo aumentaría 6,6 kilos en 2023/2024, 3 veces por encima de los productos aviarios y 7 veces más que la carne vacuna.
China faena 700 millones de cerdos por año; y por cada kilo de carne que produce, requiere 3 kilos de granos para su alimentación.
Lo esencial es advertir que hay sólo una región en el mundo emergente que es ampliamente superavitaria en la producción de agroalimentos; y está situada en América del Sur, centrada en el extraordinario potencial de Brasil y la Argentina, convertidos en la gran plataforma de producción de proteínas del siglo XXI.
Por Jorge Castro- Especial para Clarín Rural