Que el campo ocupe el lugar que le corresponde en las decisiones políticas y económicas del país es una tarea de largo plazo. Romper mitos, preconceptos y barreras culturales no es cuestión de un día para el otro. En ese largo camino, la dirigencia, junto con Aapresid y Aacrea, instalaron un mojón. Durante la reciente jornada del Foro de Convergencia Empresarial se expuso el potencial que tiene el campo y el impacto económico que podría generar si se eliminan las trabas que actualmente lo frenan. Frente a los candidatos presidenciales de la mayoría de los partidos de la oposición -el oficialismo estuvo ausente- disertaron los presidentes de la Sociedad Rural Argentina y Confederaciones Rurales Argentinas, Luis Miguel Etchevehere y Rubén Ferrero, respectivamente.
Dijeron que la producción agropecuaria tiene un valor bruto, con datos de 2013, de 63.000 millones de dólares, pero que podría incrementarse a 83.000 millones de dólares en 2023.
"Los agronegocios aportarían un piso de crecimiento de 2% del PBI anual al 2020", se explicó en el Foro. Con la capacidad de generar el 60% de las divisas que ingresan por exportaciones, se dieron ejemplos de una cadena de valor. La maquinaria agrícola, por ejemplo, emplea 40.000 trabajadores y el 90% de ellos corresponden a micro y pequeñas empresas.
Junto con otros sectores como la industria del conocimiento (software y comunicaciones), la minería, la infraestructura, servicios financieros, la metalmecánica, entre otros, el campo podría contribuir a generar tres millones de puestos de trabajo.
Los candidatos presidenciales presentes tomaron nota de los números y de las propuestas para que el campo, como el resto de los sectores, pueda expresar su potencial a partir de 2016.
"Ahora tenemos que convencer al resto de la sociedad sobre nuestro mensaje", dijo Pilu Giraudo, presidenta de Aapresid, una de las más activas protagonistas del Foro que, a comienzos de año lo integraban 30 cámaras empresariales y ahora lo integran unas sesenta.
La propuesta Pilu Giraudo coincide con la preocupación de otros productores y empresarios del agro, que observan una brecha enorme entre el conocimiento promedio que tiene la sociedad sobre el agro y lo que es el sector en la realidad.
"Es una cuestión cultural", explicó el consultor Gustavo Idígoras. "En Francia, por ejemplo, se considera a la agricultura como algo esencial, desde la escuela se enseña eso a los niños", dijo. Ese arraigo cultural, en el largo plazo, se transforma en políticas.
Mientras se siembra alguna idea para que germine dentro de un año, crece la preocupación por lo que sucederá en 2015, un año electoral en el que el Gobierno no parece dispuesto a cambiar, pero sí a autoinfligirse daños. Lo demuestra la decisión del Banco Nación de restringir el crédito a productores que siembren soja. "Los grandes grupos de siembra tienen más facilidades que los pequeños productores para recurrir a la banca privada, claramente no son ellos los perjudicados", explicó un economista del agro. El progresismo en clave kirchnerista logra resultados que colman la capacidad de asombro.
Restringir el crédito para el principal producto de exportación del país, que genera más divisas y la mayor parte de los ingresos fiscales por derechos de exportación es una forma novedosa de pegarse un tiro en el pie. Aunque las 20,6 millones de hectáreas con soja se terminen sembrando, habrá menos capital disponible para la inversión en tecnología, advierten los especialistas. Un error tras otro.