Como una moneda, desde 2006 en adelante, hablar de trigo con los productores en seguida muestra las dos caras opuestas: la búsqueda de incrementos de rendimiento y calidad con manejo y tecnología, por un lado; y los laberintos y complicaciones que refieren a la comercialización, por otro. Hablar de “¿cómo lo van a vender?” les cambia la cara y el ánimo. En muchos casos ha socavado el espíritu triguero, en otros, por suerte, aún no.

Con el objetivo de conocer cómo se ha presentado la campaña 2014/15 y las perspectivas futuras para el cereal de invierno, Clarín Rural consultó a productores y asesores de distintas zonas trigueras y a referentes de distintos eslabones de la cadena.

En lo que respecta a lo estrictamente productivo, la película de la campaña tuvo lluvias a la siembra que significó un atraso en la implantación en varias zonas. Entre los factores que retacearon rendimiento se destacan dificultades en la eficiencia del nitrógeno, enfermedades y un calor extremo en octubre que adelantaron la trilla.

A la hora de pesar los granos en la tolva, tampoco hay que soslayar que las dificultades comerciales (costos, inflación, precios en baja) con las que se suscitó la campaña favorecieron recortes en el uso de tecnología que afectaron rinde y calidad.

No es el caso de la empresa Isaura, que defiende el trigo como pocos a costa de la soja de primera, tanto en el sudeste bonaerense como en la zona núcleo. “Sabemos que rendimiento y calidad son claves para lograr mejores condiciones comerciales, por eso hicimos un gran esfuerzo financiero para no renunciar a la tecnología”, contó el responsable del área de Producción, Leonardo Herrera Vegas. Aún así, sabe que en campos alquilados, con todo el tuco, en muchos casos, “el resultado va a ser malo”.

Ponderando la situación en distintas zonas, Herrera Vegas consideró que “va a ser una buena campaña”. Aunque repasa cuatro variables clave: “El agua excedió la necesidad del cultivo en lotes planos y eso trajo aparejado pérdida de superficie, problemas en la eficiencia de nitrógeno y enfermedades”. Aparecieron fusarium, bacteriosis y roya en los campos del norte. También hubo roya negra del tallo, por todos lados estría bacteriana y mucha roya anaranjada.

Los problemas para hacer disponible el nitrógeno afectaron la cantidad de granos por metro cuadrado y el porcentaje de proteína. Como corolario, los calores de octubre “sopletearon” al cultivo provocando granos chuzos y acortamiento de llenado.

A diferencia del sudeste, que espera la Navidad para arrancar las cosechas, en el sur de Santa Fe ya se ven varios lotes recién afeitados, otros con hileras verdes de soja naciente y algunos pocos aún con el cultivo en pie. Pero el andar de las cosechadoras es incesante.

María Beatriz “Pilu” Giraudo, productora en el sur de Córdoba y Santa Fe, reconoció que esta campaña, el trigo “sirvió mucho para consumir el agua excedente”. “Estuvimos asustados hasta mediados de agosto, porque, a pesar de esa disponibilidad hídrica no se veían buenos, pero en septiembre, las lluvias lo vigorizaron”, contó. La presidenta de Aapresid se lamentó porque esta campaña el trigo se hizo en algunos casos, a costa de una menor tecnología en insumos. “Menos fertilizante, malos controles de enfermedades tuvieron como consecuencia que el cultivo se entregara rápido y con sabor a poco”, sostuvo.

Ahí nomás, en Venado Tuerto, el asesor de L&S Group, Luis Negruchi remarcó el impacto que tuvo en rinde y calidad aquel que controló las enfermedades. “En un ensayo, vimos que con dos aplicaciones de fungicida se lograron 4.560 kg/ha mientras que con una, el rinde fue de 4.100 kg/ha “, apuntó.

Para Negruchi, la campaña de trigo ha sido “buena, con rendimientos entre 4.000 y 6.000 kilos”. Se mostró entusiasmado porque, como lo anticiparon, “en un año con mucha agua, el trigo también sirvió para mantener las malezas a raya, algo que preocupa mucho y que va a costar caro en lotes que no se alquilaron o se dejaron estar”.

Según un relevamiento del INTA, para el sudeste de Córdoba, fue una campaña con 3.000 kg/ha promedio (pisos de 1.400 kilos y picos de 5.000 kilos). “Tenemos un poco menos de rendimientos del que esperábamos pero no son malos”, reconoció el productor Iván Lubatti.

“En el centro de Córdoba, en suelos bien rotados, fertilizados y con tratamientos de fungicidas a tiempo logramos entre 3.000 y 4.500 kg/ha, pero los que no hicieron las cosas bien están por debajo de los 2.500”, contó el productor Lubatti. Reconoció que, hoy, “se necesitan 3.000 kg/ha para salir hecho”. Por eso, contó: “En cultivos con mucha tecnología como el maíz y el trigo, buscamos calzarnos en un precio piso a la siembra”.

Al analizar el futuro del trigo, por todo lo que representa el cultivo, el consultor Teo Zorraquín se muestra “optimista y cree que con pocas señales se podrían recuperar las 15 o 16 millones de toneladas”. Sin embargo, en cuanto a la campaña 2015/16, cree que no habrá cambios en la superficie. Advirtió que “hay muchas bombas de tiempo que desactivar y, por más que la próxima cosecha se comercialice con otro gobierno es difícil que den los tiempos para cambiar las expectativas y que aumente diametralmente la superficie”.

Sembrar trigo muestra las dos caras de una misma moneda, pero arrojarla al aire, ésta cae siempre de la misma cara. Y eso es lo que ponderan los productores: la importancia de un cultivo clave.

Un mundo que alienta a sembrar

Hace unos días, en una jornada organizada por Argentrigo, coincidieron para analizar el mercado mundial de trigo y sus derivados el presidente de la Federación Argentina de la Industria Molinera (FAIM), Diego Ciafarelli, y el consultor económico de la Federación de Acopiadores, Leandro Pierbattisti. Para ambos, lo que muestra el mundo es auspicioso, pero Argentina sigue atrasada respecto del potencial que podría dar.

Pierbattisti recordó que el mercado mundial de trigo cambió los últimos años a partir de la supremacía de Rusia. “Cuando queramos volver al mercado nos vamos a encontrar un panorama diferente y lo interesante es que Argentina produce en contra estación”.

En 2013, a esta altura del año, Brasil ya había comprado a Estados Unidos 3,1 millones de toneladas, pero este año recién va por 1,7 millones de toneladas. “Los brasileños no son tontos, están esperando trigo argentino, pero la espera no es eterna”, advirtió Pierbattisti.

Para Cifarelli, “perder mercados no es gratis, recuperarlos va a ser difícil”.

“Hoy apenas detentamos el 1% del mercado mundial de harina, cuando llegamos a tener el 15%, pasando de ser el tercer exportador mundial a un actual puesto 20”, apuntó Ciafarelli. En productos de panadería la cosa empeora, Argentina tiene sólo el 0,5% del mercado mundial y en pastas ni hablar, 0,15%.

El presidente de la FAIM destacó: “El desafío es descomoditizar la harina hacia las pastas o los productos de panadería y diversificar destinos y oportunidades de negocio.

Parte de la solución

“No maten al trigo porque es parte de la solución”. Casi como una declaración de principios, pero también una plegaria, el presidente de Argentrigo, Matías Ferreccio, hizo escuchar su voz en una jornada organizada días atrás por la cadena triguera. “La campaña empezó con un trigo que valía 200 dólares por tonelada (USD/t) y hoy el FAS teórico está 184 USD/t pero al productor le pagan 115 USD/t”, esgrimió.

Si a las 14 millones de toneladas de trigo (12 millones de la campaña 2014/15 más 2 millones de carry over) se le restan 7 millones de toneladas para la industria y otros usos quedarán aún 7 millones para la exportación. Hay dos datos interesantes a tener en cuenta: desde 2006 el aumento del precio del trigo fue de 142% mientras que el del pan fue de 620%. El otro dato es que la actual incidencia del valor del trigo en el precio del pan, que históricamente fue de 12%, hoy es tan sólo de 5%.

La Analista de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, Eugenia Steglich, mostró que si se toma el promedio de los últimos 3 años, la recaudación por trigo fue el 0,36% del total recaudado por la AFIP para ese período. Steglich también cuantificó que si se volviera a las 7 millones de hectáreas que hubo en 2001 implicaría un incremento del valor bruto de producción de 3.600 millones de dólares. “Representa el 40% del gasto en educación y cultura o el 70% del gasto en salud del presupuesto nacional 2013”, dimensionó.