A la sordera crónica que demuestra la gestión kirchnerista se suma ahora que el campo ya no le dirige la palabra para solucionar los problemas estrictos que afectan al aparato productivo. Ayer, los reclamos de los productores tuvieron sólo un breve pasaje en las palabras del presidente de la Sociedad Rural Argentina. ¿Cansancio de repetir siempre la misma lista? Algo de eso hay si se observa que no hubo ningún pedido de quita de retenciones, siendo crucial su discusión con una baja en el precio de la soja y del resto de los granos superior al 20% en los últimos 50 días. Tampoco se reclamó nada sobre la presión impositiva, donde el 74% de la renta agropecuaria se la lleva el Estado.
Lo cierto es que los números no cierran para la próxima campaña agrícola. Para el maíz, los rindes de los cultivos a partir de los cuales se comienza a tener renta (rindes de indiferencia) son superiores a los rindes promedio históricos en la mayoría de las regiones agrícolas, según el análisis de los grupos CREA. Sin embargo, esta realidad no estuvo presente ayer en la tribuna de Palermo porque después de seis años de la ruptura de relaciones con el Gobierno es demasiado grande la evidencia de que los reclamos no serán escuchados.
En este diálogo de sordos se llegó al extremo de que una parte ya no espera nada de la otra. Quizá los dirigentes del campo tienen en cuenta que la inercia es la fuerza más poderosa, por lo que es imposible pedirle cambios al Gobierno en su etapa final. Retomar un diálogo constructivo con las entidades del campo aparenta serle mucho más complicado que la negociación con los fondos buitre y el juez Griesa.
Esta vez, el presidente de la Sociedad Rural Argentina no le habló al Gobierno. Nunca mencionó a la presidenta de la Nación, ni a ninguno de sus ministros. Hizo alusiones al Gobierno como cuando se lamentó de "los palos en la rueda de quienes no conocen ni quieren conocer la revolución tecnológica en la que estamos embarcados y han hecho de la ignorancia una práctica política". Pero muy pocas veces lo interpeló en forma directa. El discurso tuvo pocos golpes de efecto fáciles para generar el aplauso y la aprobación inmediata. No fue "tribunero".
El mensaje que ayer bajó desde la tribuna de Palermo tuvo la misma dureza que el del año pasado en cuanto a la descripción del estado de decadencia que vive el país, pero esta vez cambió el interlocutor: fue dirigido principalmente a la ciudadanía y a los partidos de la oposición, apostando a que vendrá un recambio. Al mismo tiempo destacó la potencialidad que tiene el campo para producir alimentos y apuntó a la necesidad de cambio después atravesar "la década depredada" en la que se "despilfarraron 76.000 millones de dólares de recaudación sólo en concepto de retenciones".
Etchevehere aseguró que de concretar el potencial que tiene el campo se podrán producir alimentos para más de 700 millones de personas. De aquí al año 2020, se puede pasar de 100 a 160 millones de toneladas de granos. De 11 a 18 mil millones de litros de leche o producir 5 millones de toneladas de carne.
Al final, quedó un interrogante que inquieta para los próximos 16 meses hasta el cambio de gobierno: ¿qué costos se seguirán pagando en este diálogo entre un sordo y alguien que se cansó de seguir hablando?.