Esa es la impresión que dejó la presentación, el lunes pasado en la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, de la Red de para la Sustentabilidad que impulsa la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid).

La idea de que el agro argentino es más sustentable hoy que hace 30 años y más eficiente que en otros países es insuficiente si no se la complementa con otras acciones. La sociedad y los mercados demanda prácticas cada vez más respetuosas con el medio ambiente. Entre ellas, el uso correcto de fitosanitarios y fertilizantes, menos combustible no renovable por hectárea, menos degradación de los suelos y cuidado del agua. El agro argentino, se dijo en la presentación, está en condiciones de responder a esas exigencias.

La Red que impulsa Aapresid nace de su programa Agricultura Certificada (AC), instrumentado desde hace seis años, que abarca a unas 150.000 hectáreas que aplican los criterios de Buenas Prácticas Agrícolas (BPA). Directivos de la entidad dijeron que no estaban satisfechos con la extensión que alcanza hoy el programa y decidieron simplificarlo y abrirlo a empresas e instituciones para alcanzar un mayor compromiso con las BPA. Ya hay conversaciones y la ratificación de su inclusión en el programa de empresas de semillas, maquinaria agrícola, bancos y, acaso lo más novedoso, empresas de alimentación como Molinos y Arcor. También está avanzada la participación de municipios, como el de Venado Tuerto, en Santa Fe, según informó la presidenta de Aapresid, Pilu Giraudo. Con el criterio de trabajo en red, Aapresid establecerá tres niveles de certificación de las BPA con un programa de incentivos para quienes participen (por ejemplo, descuentos en la compra de semillas). También habrá un capítulo de certificación dedicado a los contratistas, también con beneficios.

El ex agregado agrícola ante la Unión Europea y hoy consultor Gustavo Idígoras opina que "hay que enfocarse en la demanda de los mercados". Estados Unidos y la Unión Europea tienen diversos estándares para la importación de alimentos y biocombustibles. "Si no se cumplen con ellos no se entra en los mercados", afirma. "En granos, Cargill, Bunge o Louis Dreyfus comienzan a pagar 5 dólares más por tonelada producida en forma responsable", añade. Otro ejemplo se dio recientemente cuando la petrolera Shell compró biodiésel en el país elaborado con soja que cumple los estándares de la Asociación Internacional de Soja Responsable (RTRS, en sus siglas en inglés) y de la AC de Aapresid.

Idígoras, considera que otro incentivo para trabajar con las BPA es la reducción de costos por el menor uso de fitosanitarios y fertilizantes. "Esto lo permite la agricultura por ambientes", señala. Y hay otro beneficio, el social. "El vecino querrá saber si estamos haciendo las cosas bien o no", apunta. Es cierto que hoy hay una campaña muy bien montada desde lo comunicacional basada en mitos e intereses políticos y económicos que apunta al corazón del sistema productivo argentino (la paralización de la planta clasificadora de semillas de maíz de Monsanto en Córdoba es una prueba de ello). La cuestión pasa por decidirse si se elige una agenda sólo defensiva o se propone una positiva.