Defiende su gestión y ataca a sus adversarios, no hay autocrítica ni reconocimiento a los méritos del otro. No es el discurso de una estadista, es el discurso de una "militante". Hay más de batalla política que de estrategia de gobierno.
Su visión de la historia es clara, terminante y absoluta: "Estamos en el proceso más virtuoso de los últimos doscientos años" , dijo al referirse al crecimiento económico y la inclusión social.
Confirma la visión épica de la historia, en la cual se autoasigna un rol fundacional, superior a sus predecesores. No es una improvisación. Es el desarrollo de una línea de pensamiento. Es la misma línea por la cual el 25 de febrero, con motivo del aniversario del nacimiento de Nésor Kirchner- que es el mismo día del de San Martín- el Ministerio de Desarrollo Social difundió un video comparando a ambos. Kirchner y San Martín como las dos figuras centrales de la historia argentina. Desde esta postura, se hace muy difícil reconocer que el otro, en este caso los adversarios políticos, pueden tener algo de razón.
Dijo que su gobierno, desde que ella llegara al poder por primera vez en 2007, tuvo que "soportar ocho corridas cambiarias que implicaron la salida de 60.000 millones de dólares". Sostuvo que esto comenzó con su llegada al poder y que no sucedía con su esposo y predecesor, porque como él decía, después de la crisis nadie "quería hacer olas".
Un fracaso de la gestión económica como es la pérdida de reservas es presentado nuevamente como la consecuencia de una acción del adversario. Es la misma idea que ella expuso el 12 de febrero cuando dijo que querían hacer saltar por el aire a su gobierno -el mismo día que Nicolás Maduro en Venezuela denunciaba las movilizaciones opositoras como "intento de golpe de Estado"- al referirse a la salida de divisas que precipitó la devaluación. La salida de divisas desde su óptica no tiene relación con la incertidumbre económica, la falta de reglas o el temor a medidas sorpresivas y arbitrarias. Nuevamente, no deja lugar para la discusión o el debate, la salida de reservas es una batalla política.
Su afirmación de que el autoabastecimiento energético que había en 2003 es un "mito", afirmando que en ese momento no faltaba energía porque como había 54% de pobreza y 25% de desempleo ni se trabajaba ni se consumía confirma esta lógica. Otra vez, no hay margen para disenso alguno, porque la opinión del adversario es un "mito" y en consecuencia no merece atención. La referencia a los números sociales del 2003 hoy pierde vigencia 11 años después, cuando muchas cosas han pasado y el país ha dejado de crecer.
Su afirmación de que las reservas energéticas de la Argentina representen "123 años de consumo de petróleo y 410 de consumo de gas", hace más incomprensible el déficit energético del país.
Sobre la inflación, negó que esta se vincule con la reciente devaluación y anunció el envío de leyes al Congreso "para defender a los usuarios" del "abuso de sectores concentrados, monopólicos, y oligopólicos". En su visión, no se trata de un fenómeno económico, sino de un conflicto político.
En la coyuntura política, criticó a los empresarios por los precios, a los docentes por los paros y a los piqueteros por los cortes de vías públicas, sólo los sindicatos recibieron palabras de reconocimiento. Quizás porque la Presidenta piensa que necesita de ellos en el momento que su batalla coyuntural es la inflación.
En conclusión, con este discurso la Presidenta vuelve a reafirmar que no cambia ni personalidad, ni ideología ni estilo, más allá que alguna medida económica muestre contradicción con afirmaciones recientes. Un discurso aplaudido por la militancia, pero que difícilmente sintonice hoy con la agenda de la gente.