Sin un candidato bendecido y con la idea inicial de promover una gran interna para suceder a Cristina Kirchner, el Gobierno avanza en un paso táctico que implica romper el "cerco" que reduce a dos el número de opciones con chance concreta: ni Daniel Scioli, desde el oficialismo, ni Sergio Massa, plantado en la oposición. El kirchnerismo busca corroer ese muro al introducir variantes consideradas propias.
La ronda de aspirantes que se anotaron durante el verano para la pelea 2015 explica, en parte, esa estrategia. Si bien no hubo una orden generalizada de anunciar o hacer trascender proyectos presidenciales, por lo menos siete referentes -entre ministros, gobernadores y legisladores- se ubicaron en la grilla. Hubo un aval tácito desde Olivos, que deja correr y estimula el casting de postulantes. "La idea es que juguemos, más adelante se verá quiénes son los más competitivos y qué dice Cristina", explicó a LA NACION un destacado miembro del gabinete.
Aunque sigue en pie la tregua con Scioli, desde el oficialismo se suman voces en el debate público para aclarar que expresa "parcialmente" al espacio o, directamente, "no lo representa". Por lo bajo, se extiende la mirada de que definitivamente no es del paladar K y no le harán fácil el acceso al máximo sillón de mando. Ese objetivo, claro, está siempre sujeto a la imagen de la gestión y con qué margen de maniobra llegue la Presidenta a la mesa de decisión.
En el manojo de encuestas que circulan por despachos de Balcarce 50, figuran en el ranking de dirigentes con mejor imagen, sobre la base de un nivel de conocimiento razonable, Massa, Scioli, Mauricio Macri, Julio Cobos y, aunque menos instalado, el socialista Hermes Binner, y por el kirchnerismo, el ministro del Interior, Florencio Randazzo, y el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, al que le adjudican un crecimiento exponencial desde que arrancó con la metodología de las conferencias de prensa matinales, que, como un arma de doble filo, también ensanchó su perfil negativo.
Casi como una respuesta espasmódica al salto del intendente de Merlo, Raúl Othacehé, a la tropa del Frente Renovador, en los últimos diez días los escuderos del ala pingüina del gabinete se encargaron de diseminar un mensaje que ejerza de ordenador y dibuje en el aire una zanahoria hacia adelante.
El secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, tomó la batuta de la arenga en las reuniones para coordinar la movilización para la asamblea legislativa del 1° de marzo. "No estamos pensando en irnos, estamos trabajando para seguir después de 2015", afirmó.
Otro papel cumplió Julio De Vido, que trató de dar certeza y volumen a la vocación de Cristina de intervenir fuerte en la contienda. "La Presidenta no tiene candidato ahora, pero seguramente lo va a tener", sentenció ante varios intendentes bonaerenses.
Con ánimo más que voluntarista, en el Gobierno creen que en abril o mayo habrá pasado el escenario más complejo, si logra encauzar las negociaciones paritarias. Ya en la antesala del Mundial de fútbol, la segunda mitad del año pronostican una situación más "acomodada". Justo ahí, se empezará a acelerar el proceso de definición rumbo a 2015.