Bajar o subir el pulgar a Marcelo Araujo y Julio Ricardo, relator y comentarista del cuestionado Fútbol para Todos (FPT). Otra acción personal y estratégica fue la que realizó el viernes pasado, a última hora: un llamado telefónico a su empresario amigo Cristóbal López para que su socio minoritario, Marcelo Tinelli, dejara de poner en ridículo al proyecto y a Ella misma con sus mordaces comentarios en Twitter.
No es lo único que pasó por sus propias manos, y sin ningún intermediario, la semana que pasó. También fue la jefa de Estado quien autorizó, de manera expresa, los afiches contra empresarios de hipermercados y electrodomésticos escrachados por la organización Unidos y Organizados. La caza de brujas fue anticipada desde este mismo espacio, el lunes pasado, en la columna titulada Hay que pasar el verano.
Cuando todavía no la habían lanzado, comenté a dos importantes empresarios lo que Cristina Fernández tenía en mente. Uno pertenece al sector de la salud y otro al de informática y comunicaciones. Ambos me dijeron lo mismo. Casi con idénticas palabras: Que haga lo que quiera. Ya no le tenemos miedo. No tienen la misma capacidad de daño que en 2005, cuando (Néstor) Kirchner lanzó el boicot a Shell. Ellos, igual que una parte de la oposición, están más asustados por la posibilidad de que esto termine como 2001, que por los ataques de la Presidenta con todo su aparato de comunicación.
Muchas de las preguntas que se venían haciendo estos hombres de negocios desde antes de fin de año están siendo respondidas por la realidad de la peor manera. ¿Ella está bien o mal de salud? ¿Gobierna o delegó parte de su poder en Capitanich? ¿Se trata de una estrategia la de casi desaparecer para solo aparecer dando buenas noticias? ¿Es Carlos Zannini, el monje negro, quien manda a través de la jefa de Estado? ¿La Presidenta le cedió todo el poder a Axel Kicillof para instrumentar la política económica?
La brutal devaluación y el desprolijo ajuste perpetrado por el ministro de Economía pusieron fin a todas las dudas de una sola vez. Ahora el panorama parece más claro. El jefe de gabinete ha sido vaciado de poder. Puede irse mañana o quedarse hasta el final de la gestión, pero la expectativa que había generado su designación se ha transformado en decepción. Zannini parece haber caído en desgracia después de haber impulsado, junto con Capitanich, el ingreso de Tinelli en el FPT. Kicillof es, todavía, el hombre más poderoso del gobierno, pero sus acciones están bajando al mismo tiempo que suben las de Juan Carlos Fábrega, el presidente del Banco Central.
Todos entienden, dentro y fuera de la administración, que una de las decisiones que más influyó en la relativa estabilidad del precio del dólar y la brecha cambiaria es la suba de tasas de interés que venía propiciando y logró aplicar Fábrega, cuando la corrida parecía inevitable. Los que conocen la cocina del poder real sostienen que detrás del Presidente del Banco Central está la denominada liga de los gobernadores, con Daniel Scioli a la cabeza. No les parece casual que tanto Mario Blejer, como Miguel Bein, dos economistas muy cercanos al gobernador de la provincia de Buenos Aires, hayan salido a bancar la suba de tasas, y de paso dar un poco de oxígeno al clima irrespirable del inicio de semana.
Scioli ha puesto en marcha un plan que consiste en seducir a una importante franja de los argentinos que consideran que esto no es Disneylandia pero que tampoco se va a ir todo al diablo la semana que viene. Tiene puesta la cabeza en dos temas: la paritaria docente y su viaje a Nueva York, el miércoles que viene, para hablar con inversores extranjeros y empresas multinacionales con fuerte presencia en su distrito. El gobernador cree que la paritaria docente debería cerrar en un 23 o un 24%, en concordancia con el resto de las administraciones públicas provinciales.
Y el mensaje que va a dar en el Consejo de las Américas es que habrá una Argentina mejor en 2015 y que por eso las grandes oportunidades de inversión se presentan ahora mismo. Scioli terminó la semana feliz, porque sus hombres recibieron señales de varios dirigentes del peronismo, incluidos los pertenecientes al Frente para la Victoria, quienes le aseguraron que entre él y Sergio Massa lo prefieren a él, aunque la Presidenta todavía no abrió la boca. El gobernador no subestima a Massa. El diputado nacional por el Frente Renovador está primero en todas las encuestas para Presidente e intenta marcarle la agenda tanto a Cristina Fernández como a Scioli.
A Ella la corre por el lado de la inflación, con declaraciones propias y de su potente equipo económico. Al gobernador le responderá con otro viaje al exterior, con perfume presidencial, que incluirá Estados Unidos, México y Medio Oriente. El jefe de gobierno de la Ciudad, Mauricio Macri, los observa de reojo. Es uno de los que cree que esto puede terminar demasiado mal, y que la crisis se llevará puestos a quienes fueron socios del modelo.
El recibió con una sonrisa la sugerencia de Elisa Carrió de asociarse para ganarle al pejotismo. A pesar de las diferencias, comparten un diagnóstico común: estamos como estamos por la mala praxis del gobierno, el alto nivel de corrupción de la administración nacional y de las provincias donde gobierna el Partido Justicialista y el sistema de decisiones que adopta la Presidenta.