Cuando entrevisté la semana pasada al director del Fondo Monetario Internacional para asuntos latinoamericanos, Alejandro Werner, no escatimó palabras para alertar sobre la posibilidad de que Venezuela caiga en un caos económico aún más dramático que el actual, y señaló que existe una "alta" probabilidad de que Venezuela, que ya tiene el índice de inflación más alto del mundo, padezca una inflación aún mayor este año.
¿Existe un peligro concreto de hiperinflación?, le pregunté, refiriéndome a la situación en que la moneda local pierde prácticamente todo su valor, los comerciantes cierran sus negocios, la economía colapsa y, en muchos casos, los gobiernos caen. ¿Puede un país mantener niveles de inflación del 56 por ciento anual (cifra alcanzada el año pasado) indefinidamente? "Episodios de inflación del orden del 50 o 60 por ciento que sean estables por varios años son difíciles de encontrar. Éstos son niveles en los cuales las economías o bien se aceleran a una inflación muy, muy elevada, o ponen en marcha medidas de política para controlar las presiones sobre los precios" y estabilizar la economía, respondió.
Para detener la espiral inflacionaria, Venezuela debería reducir el gasto público para controlar el déficit, y tomar otras medidas para restaurar la confianza del sector privado en la moneda local. Y a pesar de algunos pasos aislados en ese sentido, no hay señales de que Venezuela se esté moviendo en esa dirección. "Entonces, la posibilidad de que la inflación se incremente es alta", dijo. .
La mayoría de los economistas coinciden en que un país se acerca a la hiperinflación cuando la inflación cruza la barrera del 100% anual, y se convierte en imparable. Los últimos casos de hiperinflación que se recuerdan en América latina fueron los de la Argentina, Brasil y Perú en 1990, cuando -en el caso argentino- la inflación alcanzó el 12.000%.
El presidente venezolano Nicolás Maduro alega que está librando una "guerra económica" contra una "burguesía parásita" de comerciantes que supuestamente están acaparando productos para desestabilizar al gobierno. Maduro ha impuesto controles de precios draconianos y drásticos controles a las compras de divisas, lo que según muchos empresarios los está obligando a vender sus productos a pérdida. No resulta sorprendente, entonces, que haya cada vez más escasez de productos en Venezuela.
Sobre la Argentina, donde según las estimaciones independientes más creíbles la inflación alcanzó un 26% el año pasado, Werner dijo que el país atraviesa "una situación difícil" después de la caída de 13.000 millones de dólares de sus reservas extranjeras el año pasado, y de otra caída de 2000 millones hasta el momento este año. Pero se negó a especular sobre si la Argentina es otra candidata a la hiperinflación. A la luz de las tendencias recientes, todo indica que "la inflación claramente tendería a aumentar", pero agregó que "sería prematuro hacer una estimación".
Werner dijo que espera que la región en general crezca un 3% este año, un poco más que el año pasado. Se mostró bastante optimista sobre México, América Central y el Caribe, que están estrechamente vinculados con la economía estadounidense, y posiblemente se beneficien con la esperada expansión económica de los Estados Unidos. Un segundo grupo, que ha implementado políticas económicas responsables y atraen inversiones domésticas y extranjeras, como Chile, Perú y Colombia, también tendrá un desempeño económico relativamente bueno este año, dijo. Y un tercer grupo de países que está sufriendo altas tasas de inflación y caídas de reservas, principalmente Venezuela y la Argentina, sufrirán una "desaceleración importante" este año, agregó.
Mi opinión: el FMI no siempre ha dado las mejores recetas para los países financieramente quebrados -con frecuencia ha recomendado medidas de austeridad demasiado severas, que a veces han empeorado las cosas-, pero sus pronósticos suelen ser realistas. Aunque Werner no pronunció la palabra "hiperinflación", creo que ve probable una hiperinflación en Venezuela, y una probabilidad menor en la Argentina.
Maduro está cometiendo un error al insultar a sus opositores políticos: su principal enemigo no es la oposición, sino el dólar. Si no puede detener la espiral inflacionaria no veo cómo logrará impedir un colapso económico total, y su propio suicidio político.