En la región centro norte de la provincia de Córdoba, las siembras de diciembre representan aproximadamente 80 por ciento del área sembrada con el cultivo de maíz. A pesar de haberse registrado precipitaciones que cargaron el perfil durante octubre y noviembre, la gran mayoría de productores y técnicos de la zona eligieron esperar y sembrar en esta fecha, por la estabilidad y los buenos resultados obtenidos en las últimas campañas. Según el Servicio Meteorológico Nacional, el pronóstico climático de este año anuncia una campaña que transcurrirá bajo condiciones “normales” para la región, según informó el diario La Voz del Interior.

“Si pensamos que de esta forma no se producirán faltantes de precipitaciones, se pueden prever condiciones climáticas que serán favorables para el crecimiento de los cultivos, como así también conducentes a patógenos que puedan afectarlos”, advierte Roberto Luis De Rossi, del laboratorio de Fitopatología. Facultad de Ciencias Agropecuarias, de la Universidad Católica de Córdoba (UCC).

Condiciones favorables

A partir de una campaña con estas características, el especialista remarca la necesidad de estar atentos al monitoreo, diagnóstico y control de enfermedades, en los momentos oportunos para poder obtener el rendimiento potencial esperado en cada cultivo.

“En el caso específico del cultivo de maíz, el tizón común, causado por el hongo Exserohilum turcicum, es la enfermedad con mayor presencia zonal (prevalencia) presentándose todas las campañas con severidades que varían según la respuesta genética del material frente a la enfermedad. En las campañas 2007/08 y 2009/10 causó, en híbridos susceptibles, pérdidas de hasta el 40 por ciento de rendimiento”, recuerda De Rossi.

La roya común del Maíz (Puccinia sorghi) es la otra enfermedad de importancia zonal, cuando se le presentan las condiciones ambientales predisponentes. Los datos de las campañas 2007/08 y 2008/09 indicaron que produjo mermas de hasta el 30 por ciento en híbridos susceptibles.

Ambas enfermedades durante las últimas dos campañas se presentaron de manera muy atenuada, principalmente por el estrés térmico-hídrico que paso gran parte de la región centro-norte de Córdoba. A pesar de ello, en localidades donde las condiciones fueron normales, se registraron materiales susceptibles muy afectados. Ejemplo de este fenómeno fue la zona de San Francisco, donde tizón presentó severidades muy altas a partir del mes de marzo. El tizón común del maíz en la región centro norte de Córdoba adquiere mayor importancia en siembras realizadas en diciembre y enero, que en aquellas realizadas en octubre y noviembre. Se observa también que las mayores severidades se desarrollan en lotes con presencia de rastrojo en superficie y que reciben riego por aspersión o reciben frecuentes precipitaciones durante el ciclo de cultivo.

Opción de tratamiento

Si bien es evidente que la apertura de la ventana de siembra del maíz a diciembre o enero trajo como consecuencia mayor estabilidad en los rendimientos, también generó mayor presión de enfermedades.

“La utilización de fungicidas mezclas de principios activos provenientes de familias químicas como los triazoles y las estrobirulina, brindó soluciones de control a enfermedades como roya del maíz o tizón, responsables estas de disminuciones de rendimiento potencial importante. Estos productos funcionan sobre diferentes puntos de la célula fúngica, potenciando de esta forma el control del hongo. Ahora bien, no todas las estrobirulinas tienen la misma velocidad de acción y difusión dentro de la hoja, ni todos los triazoles presentan el mismo poder curativo”, aclara Diego Lopez, responsable Técnico y de Marketing para el centro y Norte de Córdoba de la empresa Dupont Agro.

Para los tratamientos, la empresa está ofreciendo Stinger, un fungicida mezcla cuyos componentes activos son Picoxystrobin y Cyproconazole en una proporción 2:1. La molécula de Picoxystrobin le provee una gran movilidad dentro de la hoja por su acción translaminar y su potencial de vapor le permite llegar a aquellas hojas que no hayan sido alcanzadas por la pulverización. Por otra parte, la mejora en la sanidad de las hojas que más aportan al llenado de la espiga, permite un mejor balance de azucares en la planta, especialmente en el tallo, lo que disminuye los niveles de ataque de enfermedades y permite un mejor manejo de cosechas diferidas al invierno, sin sufrir pérdidas por plantas que caen al piso.

A pesar de ser la roya y el tizón las enfermedades de mayor importancia zonal, las últimas campañas la mayoría de las consultas fueron referidas a las problemáticas del Lunar Blanco y de las Bacteriosis.

“Existen diversos tipos de ‘lunares blancos’, algunos de ellos todavía de etiología no identificada, lo que complica la identificación precisa de la anormalidad y es un tema controversial tanto en Argentina como en Brasil, donde es difícil diferenciar síntomas de lunares causados por hongos, bacterias y fitotoxicidades. De manera semejante ocurre con las bacteriosis, donde el diagnóstico preciso es dificultoso”, remarca Del Rossi.