En particular, el triunfo de Sergio Massa en la provincia de Buenos Aires es un dato decisivo para una lectura de estas elecciones adversas al Gobierno. En un plano simbólico, antes que matemático, la caída del kirchnerismo primigenio en Santa Cruz confirma el anunciado "fin de ciclo" que el oficialismo se negó a asumir.
Habrá tiempo para analizar las razones de estos resultados. Una mirada inicial confirma las principales presunciones. En primer lugar, el Gobierno paga un alto precio por el desgaste y los errores de gestión. Ha pesado la incapacidad para resolver los problemas que entorpecen la vida cotidiana de millones de argentinos, empezando por la inflación y la inseguridad.
Junto con ellos habrán de computarse el impacto del impuesto a las ganancias en una franja importante de ingresos, las trabas derivadas del cepo al dólar y, en general, la desaceleración del crecimiento económico y de las oportunidades laborales.
Sin embargo, es posible que esta derrota del oficialismo sea de naturaleza política antes que económica. El país no crece como en los períodos 2004/07 y 2010/11, pero tampoco se encuentra en la depresión de 2008 y 2009.
Otros motivos empiezan a pesar al cabo de diez años de gobierno: la corrupción, la mala administración de los recursos, el autoritarismo, la fatiga con los liderazgos populistas radicalizados como el que interpreta la Presidenta.
Los éxitos económicos fueron el requisito para fortalecer el relato y disimular los errores de gestión. El aditivo indispensable para el músculo ideológico. Un decrecimiento económico relativo resultó suficiente para que aflorara el deseo de cambio. Y el deseo de alternancia es ante todo un sentimiento político.
¿De qué alternancia se tratará? Acaso de una alternancia a la argentina o a la mexicana en su momento. Tal vez cambien los dirigentes dentro del mismo movimiento. Si se confirman las tendencias, el peronismo, bajo una de sus posibles caras, seguirá gobernando el país.
Con un matiz, crucial para los argentinos que no creen en los herederos de Perón: las fuerzas progresistas de centroizquierda hicieron una muy buena elección y están en condiciones de mejorarla en octubre.