Otros son los que suponen que el desgaste de Cristina Fernández será paulatino y que la verdadera batalla final se dará en 2015, por lo que no habría que apurar los tiempos. Los primeros acusan a los segundos de frívolos, mezquinos y personalistas. Y los segundos acusan a los primeros de transformarse en caníbales, como si fueran un espejo del cristinismo, pero al revés. Entre los que creen que a Ella se le tiene que ganar ahora o no se la gana más se encuentran, entre otros, Francisco De Narváez, José Manuel de la Sota, Hugo Moyano y Gerónimo Momo Venegas.
¿Y dónde se ubican el gobernador Daniel Scioli, el jefe de gobierno, Mauricio Macri, y el intendente de Tigre, Sergio Massa? Scioli apuesta al desgaste paulatino de la Jefa de Estado, pero no le vendría nada mal que el Frente para la Victoria (FpV) sufriera una ruidosa derrota en la provincia de Buenos Aires. Su escenario ideal es un triunfo de De Narváez o un empate técnico frente a Alicia Kirchner o cualquier otro candidato del oficialismo para debilitar el intento de erosión a su figura que podría terminar con un pedido de renuncia a la gobernación antes de 2015.
¿Podrá resistir la presión de la misma Cristina para que abandone la gobernación ya y se ponga el traje de primer candidato a diputado nacional? Quedan pocos días para saberlo. Será el próximo 12 de junio, cuando se cierren las listas para presentar alianzas. Entre los hombres más cercanos a Scioli no descartan ninguna hipótesis. Ni siquiera la que afirma que la propia presidenta se transformaría en algo parecido a una candidata testimonial.
Macri, por su parte, coincide en el diagnóstico general de quiénes piensan que estas elecciones son clave. El ha sido víctima de los ataques oficiales e intuye que si el oficialismo gana, su vida será peor. Sin embargo, parece estar jugando un juego un tanto ambiguo. Un juego que mira más hacía 2015 que hacia este año. Tira del saco de Massa para que se lance y le ofrece un acuerdo a través de su jefe de gabinete, Horacio Rodríguez Larreta. Demora hasta la exasperación un acercamiento con De Narváez porque está seguro que al otro día de la elección El Colorado proclamará la candidatura presidencial de Scioli. Y, en vez de concretar una alianza con el peronismo disidente, les clava candidatos en Córdoba y en Entre Ríos para restarle votos al peronismo disidente y negociar en mejores condiciones.
Mauricio y Sergio van a terminar siendo funcionales a Cristina, me explicó un importante dirigente del peronismo no oficial de Buenos Aires. Él afirma que si Massa no se presenta pero le da su apoyo como primer candidato a Felipe Solá, le quitará a De Narváez entre 10 y 15 puntos clave para ganar la elección. Y que si Mauricio no autoriza a su primo, el intendente de Vicente López, Jorge Macri, al intendente de San Isidro, Gustavo Posse y el de Malvinas Argentinas, Jesús Cariglino, para que adhieran a la lista de De Narváez, la oposición aumentará su dispersión y cualquier candidato del Frente para la Victoria terminará ganando la competencia. Un dirigente muy cercano a Massa desautorizó la teoría.
Eso es mentira, me dijo. Porque las PASO van a funcionar como una interna perfecta. Esto significa que si el Colorado saca más votos que cualquier candidato que se presente como una alternativa a Cristina, en las generales va a terminar polarizando la elección. La decisión de Massa de jugar o no jugar es lo va a determinar el resto de todas las alianzas. El misterio se resolverá antes del viernes, cuando les comunique a los intendentes que lo apoyan qué es lo que al final hará. El pasado sábado a la noche, en el cumpleaños de su amigo, el accionista de América, Daniel Vila, Massa le dio a una mujer que no pertenece a la política una respuesta en clave.
Ella le había comentado que sería capaz de mudar su domicilio a la provincia si él se presentaba como candidato: Mudate nomás, lanzó el intendente. Los que escuchamos la conversación entendimos que, a pesar de todas las especulaciones, se lanzaría. Sin embargo, la pura verdad es que todavía no lo decidió y que, antes de hacerlo, quiere asegurarse de quiénes lo seguirán hasta el final, quiénes lo están empujando por su propia conveniencia y quiénes son los que le piden que no lo haga, pero más pensando en sus negocios que en el futuro del país. Su mujer, Malena Galmarini, va a hacer lo que su marido resuelva.
Ella tiene un solo temor: que, al postularse, la Presidenta tome venganza contra los vecinos de Tigre más desprotegidos y que los que menos tienen terminen siendo rehenes de una decisión política legítima. Massa, en cambio, está obsesionado por lograr el mayor nivel de libertad para su carrera política.
Por eso, ya adelantó, entre sus amigos, la idea de de apoyar una futura reforma financiera, con la intención de que nadie piense que él será el candidato del banquero Jorge Brito. O de rescatar lo que considere rescatable de la ley de medios, para que nadie suponga que el intendente va a canjear su eventual candidatura presidencial por nuevos favores, por ejemplo, al Grupo Clarín. Una precisa señal, en el mismo sentido, la dio el propio Massa, mientras tomaba un café, en un bar de Puerto Madero, después de la Cena Aniversario de Cippec (Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento), el pasado 15 de abril de este año.
Formaban parte del encuentro, entre otros, Massa, el intendente de Olavarría, José Eseverri y el de Córdoba Capital, Ramón Mestre. También dos importantes directivos de Clarín. Uno de ellos, Pablo Cassey, no solo es sobrino del CEO del Grupo, Héctor Magnetto. También es una figura decisiva en la estrategia del multimedios. Estaban a punto de terminar cuando Massa le dio a entender a Cassey que él iba a tener su propia política de medios y que esa política no incluía olvidarse de quienes habían sido sus amigos para hacerse de otros nuevos que mañana lo podrían traicionar.
El intendente de Tigre nunca lo dirá en público, pero él considera que el Plan A de Clarín era Scioli, y que la decisión de no romper del gobernador hizo que sus directivos se acercaran a él, a último momento. Massa siempre se mostró agradecido con los dueños de medios que, considera, lo ayudaron a ser lo que es hoy. Entre ellos se encuentran El Canal 26, de Alberto Pierri; Radio 10 y C5N, cuando todavía estaban en manos de Daniel Hadad, y el Grupo América.
El ex jefe de gabinete de Cristina Fernández tampoco lo dice, pero piensa que el gobierno perderá las próximas elecciones más allá de que él se presente como candidato. Se excluye del grupo de dirigentes que toman a las elecciones de octubre como una cuestión de vida o muerte. E incluye, entre las organizaciones que lo viven con un dramatismo extremo que él no comparte, al propio Grupo Clarín