Pero a comienzos de este mes, la ministra de Seguridad, Nilda Garré, admitió que tenía infiltrado a un medio de comunicación con un agente de inteligencia de la Policía Federal.
El topo se llama Américo Balbuena. La redacción a la que vigilaba, disfrazado de periodista, no pertenece a los "medios hegemónicos". Es una agencia de noticias que cubre movilizaciones sociales. Y lleva el nombre del santo patrono del periodismo de izquierda: Rodolfo Walsh.
Garré pasó a disponibilidad a Balbuena. Pero no hizo comentarios. Tampoco se sabe qué piensa sobre este agravio a la libertad de expresión el secretario de Medios, Alfredo Scoccimarro, o su jefe, Juan Manuel Abal Medina. Para Martín Sabbatella la coartada de "democratizar la palabra" se vuelve inútil en este caso. La infiltración de Balbuena les resulta incomodísima porque deja al desnudo el principal objetivo del Gobierno para con la prensa: controlarla..