Los datos brindados por el Congreso Anual (Forum) recientemente en EE.UU respecto a la producción de ese país parecen ser algo optimistas.
En lo referente al maíz, la cosecha fue proyectada en 369 millones de toneladas. Se trata de una cifra superior en 95 millones a la anterior campaña. Mucho… ¿no? Y con relación a la soja, en 92 millones, es decir 10 millones más que en la anterior.
Llama la atención, particularmente, la estimación para el maíz pues se prevé que haya una leve reducción en el área sembrada, a consecuencia de la menor capacidad financiera de los chacareros.
El tema financiero no es menor. Afecta de lleno a la capacidad de producción agrícola, no sólo al maíz sino también –aunque en menor grado- a la soja.
Como sabemos, y se ha podido leer en todos los diarios desde el día 20 de febrero pasado, la Reserva Federal, luego de su reunión de enero pasado, estaría por discontinuar las medidas de estímulo aplicadas hasta ahora ligadas sobre todo a la inyección de liquidez en la economía norteamericana y, por ende, a la baja en las tasas de interés. Ello significará una contracción financiera de consideración.
El otro tema que pone dudas sobre estas estimaciones es la sequía que azotó al país. Pues ella todavía no está cien por ciento superada.
Es cierto: las lluvias están apareciendo, pero todavía el perfil de humedad es insuficiente en el oeste y centro del país. Y aunque las previsiones son buenas, la realidad es que son sólo previsiones.
Si se hiciera realidad tal escenario, habría una modificación sustancial en el balance de los granos. Pero, a la luz de la inestabilidad climática que caracteriza al mundo de los últimos años, pareciera ser éste un escenario demasiado optimista ya que ni siquiera ha comenzado la campaña gruesa de ese país.
Mientras tanto, los operadores internacionales miran con atención la trilla que ya está con nosotros, acá en América del Sur. Ha comenzado la cosecha de la gruesa. Fundamentalmente en Paraguay, Bolivia y Brasil. Y los números que se barajan siguen siendo elevados.
Respecto a Brasil no habría mayor discusión: la cosecha gruesa será buena. Sobre todo la de soja. Pero el maíz no se queda atrás. Brasil se encamina a superar a las exportaciones del cereal estadounidense.
Pero con relación a la Argentina, los números son variados.
Vamos al maíz. La firma Lanworth calcula 25 millones de toneladas. Y 75,8 millones para Brasil y 2,6 para Paraguay. Los números del USDA y los del Gobierno son muy optimistas, por lo que deberíamos descartarlos.
La BCR habla ahora de 25.5 millones. ¿Nuestra opinión? Vamos a estar más cerca de 24 millones de toneladas.
En lo que se refiera a soja, básicamente en la zona núcleo, las condiciones de los cultivos son variadas. Es cierto que las últimas lluvias mejoraron el cuadro pero también es cierto que, en su mayor parte, llegaron tarde. Los menores registros se dieron en el oeste de la provincia de Buenos Aires.
La mejora climática contribuirá al llenado de los granos en la soja de primera y mejorará el estado de la de segunda, aunque las aguardadas lluvias del fin de semana no fueron que se esperaba ya que resultaron escasas y dispersas.
Tal mejora no permite abrigar esperanzas de una cosecha de 53 millones de toneladas. Para nada. De hecho, la BCR ya ha comenzado a pensar en 48 millones de toneladas, un número más realista.
Hace rato que venimos hablando, desde esta columna, de un volumen inferior a 50 millones.
Así las cosas, la incertidumbre de producción que presenta la Argentina más los problemas logísticos y gremiales de Brasil, que afectan a los puertos de Santos y Paranagua, ponen un piso a la estacionalidad de precios. Por ahora.
Pero cuando irrumpa de lleno la cosecha del hemisferio sur, los mercados los sentirán.