Lo que valen las ideas que encarna en la mente y el corazón de los Argentinos (al
menos de algunos). Sin ellas es una cáscara vacía, un monumento histórico, el diccionario de una lengua
muerta.
Del imaginario colectivo nacional casi han desaparecido las palabras PROPIEDAD
PRIVADA, LIBERTAD DE COMERCIO E INDUSTRIA, DERECHOS INDIVIDUALES.
Se han transformado en políticamente incorrectas. Son proferidas con dudas,
defendidas a medias, cuando no denostadas. Escasamente utilizadas por nuestros dirigentes empresariales, silenciadas por los políticos, desconocidas por un pueblo en cuyas facultades es posible recibirse de abogado o periodista sin haber leído jamás a Juan Bautista Alberdi.
La confiscación del Predio Rural de Palermo es sólo el corolario de un proceso que
lleva décadas en el alma nacional: "la confiscación de su iniciativa individual, de
su capacidad para asociarse con fines útiles, de su respeto a la propiedad privada,
de su amor por una libertad que no consiste en tener buenos amos sino en no
tenerlos".
¿Cuánto vale la propiedad del predio?
¿Cuánto valdría si fuera el trampolín de la resurrección vigorosa de nuestra
voluntad de ser ciudadanos cuyos derechos individuales fueran el límite del poder de
turno?
¿Cuánto valdría si despierta a una multitud de hombres y mujeres que quieren
disfrutar de los beneficios de la libertad?
¿Cuánto valdría si se consagra como el altar de la unión entre el campo y la ciudad,
entre los antiguos habitantes y los nuevos inmigrantes, entre las clases patricias
que nos dieron la Constitución Nacional y los descendientes de aquellos hombres y
mujeres que decidieron habitar el suelo Argentino huyendo del feudalismo, el
nacional socialismo y el socialismo marxista?
La confiscación es una oportunidad magnífica para recuperar la historia, conquistar
la República y relanzar la voluntad de lucha por la libertad de la cual la propiedad
privada es su primer muralla.
Bendita expropiación que nos hace reflexionar y apreciar estos valores.
Bendita confiscación que obliga a la oposición a abandonar la ambigüedad y defender
(o no) la propiedad privada.
Bendito engendro Jurídico que vuelve a enfrentarnos al desafío de rescatar los
valores fundantes de nuestra nacionalidad -la libertad de comercio e industria- y de
nuestra organización económica constitucional –la inviolabilidad la propiedad
privada-.
No es un problema. Es una oportunidad.
HAGAMOS DE LA DEFENSA DEL PREDIO RURAL DE PALERMO LA OCASION PROPICIA PARA LA GESTACIÓN DE UNA NUEVA ARGENTINA SOBRE LAS BASES DE SU VIEJA CONSTITUCION...
*La siguiente nota pertenece a Gabriel Venica, abogado, autoconvocado, su actividad se centra en la siembra de precisión y dicta la currícula “Canales y logística” en la UADE