Entre los principales argumentos subrayó la presión de la sociedad que
desconfía de estas prácticas y la demanda que tienen los mercados de alimentos
sanos e inocuos.
Con más de 3.400 inscriptos continúa este jueves en el salón Metropolitano de Rosario, el XX Congreso de Aapresid. Bajo el lema “20 Veces sí”, se realizarán hasta mañana inclusive conferencias, plenarias y talleres para analizar los nuevos desafíos del sector rural.
Durante la jornada los participantes tuvieron la oportunidad de escuchar la conferencia de Mario Bogliani, Ingeniero Agrónomo, referente en Buenas Prácticas de Aplicación de Fitosanitarios e integrante de la Comisión Nacional de Agroquímicos del Ministerio de Salud de la Nación.
El especialista expuso sobre los retos y perspectivas en las aplicaciones de fitosanitarios. La ponencia giró en torno al desafío de mantener estas prácticas contrarrestando el malestar social que de un tiempo a esta parte se potenció entre ambientalistas, médicos y la población en general.
En su diagnóstico inicial Bogliani se refirió a la necesidad de alimentos que requiere el mundo actualmente y estimó que esa cifra se incrementará exponencialmente cuando en 2030 lleguemos a los 8400 millones de habitantes.
En ese contexto, reducir la utilización de agroquímicos jugaría en contra de incrementar los niveles productivos. El ingeniero agrónomo dijo que Argentina produce trece veces más cultivos por el uso de los fitosanitarios y agregó que por cada dólar invertido en ello hay un retorno de U$ 13, 3 de rentabilidad. “Esta es una herramienta estratégica de la cuál no podemos prescindir”, dijo aunque remarcó que es necesario hacerlo de una manera sustentable para bajar el nivel de malestar que esto genera en la población.
En esa línea, se explayó sobre el primer juicio penal en el país por uso ilegal de agroquímicos.
Se trata de la causa que se tramita en la provincia de Córdoba en la que dos
productores y un piloto de aplicación aérea están acusados por contaminación
dolosa. La causa judicial fue impulsada por un grupo de vecinos del barrio
Ituzaingó luego de detectar un alto porcentaje de enfermos de cáncer y otras
afecciones respiratorias en las inmediaciones de un campo cercano a las
viviendas.
“La población ve una pulverizadora y les empieza a picar todo. No es racional
esa sensación”, dijo Bogliani “pero hay que demostrar que eso no es así. Es
posible hacer este tipo de prácticas de manera responsable”, reflexionó.
De este modo se refirió al protocolo de Buenas Prácticas del INTA que fue distribuido entre municipios y comunas con el propósito de especificar cómo se debe actuar en materia de aplicación de agroquímicos.
Además, insistió con la necesidad de buscar la trazabilidad estos procesos para contrarrestar el malestar de la población pero también para estar en sintonía con la demanda de los mercados que requieren cada vez más alimentos sanos e inocuos.
Por último reseñó los avances en este tipo de prácticas. “Lo que se viene en materia de tecnología es la adopción de la mecatrónica (robótica y electrónica) en la aplicación de fitosanitarios. Máquinas autoguiadas que operan solas y pueden manejarse satelitalmente para que el aplicador tenga menos contacto con los agroquímicos”, concluyó.