Esa frase, además de la comparación numérica, contiene otra advertencia: una aprobación por decreto de la reforma impositiva desataría una ola de protestas en las rutas y en los pueblos del interior. Las predicciones, se sabe, sólo les sirven a los astrólogos que venden libros para regalar en las fiestas de fin de año. En materia política y económica rara vez tienen éxito.

Sin embargo, es posible descubrir algunos puntos de contacto entre aquel intento fallido de aumentar las retenciones móviles a la exportación de granos y este aumento de tributos en la provincia de Buenos Aires.

En primer lugar, se advierte que hay una decisión política de no abrir una negociación seria con el sector afectado. En la pelea por la 125, el Gobierno se reunía con la Mesa de Enlace para ganar tiempo o para entretener a la dirigencia con acuerdos que nunca se cumplían. Cuando trascendió que Néstor Kirchner había dicho que quería ver al campo "de rodillas", quedó claro que no había salida posible en una ronda de negociación. Curiosamente, aquella vez la solución se alcanzó cuando la presidenta Cristina Kirchner puso en manos del Congreso la decisión de aprobar o no una resolución del Poder Ejecutivo.

Con el revalúo bonaerense, el gobierno de Scioli, urgido por contar con fondos que ayuden a cerrar el agujero fiscal de la provincia, no aceptó dialogar con el ruralismo. Rechazó reunirse con la Mesa de Enlace cuando los dirigentes que acompañaron a los productores a La Plata el día en que los diputados trataron la reforma quisieron discutir cara a cara el aumento.

Tampoco los legisladores oficialistas aceptaron la propuesta de las entidades del campo de hacer un pago extraordinario en dos cuotas del inmobiliario rural. Con esta idea, la Mesa de Enlace intentó mostrarle a Scioli que estaba dispuesta a colaborar con la provincia, pero no beneficiar a la Casa Rosada. Es que, según las cuentas que hacen los asesores de los ruralistas, el revalúo bonaerense tendrá un impacto mayúsculo sobre los impuestos nacionales a los bienes personales y a la ganancia mínima presunta. Circula entre los productores una planilla de cálculo que indica que los tributos se multiplicarían por seis o siete en caso de que se apruebe la reforma.

Expulsados

La creencia de que un aumento de impuestos significa ser expulsado del circuito económico es otra de las similitudes de la 125 con esta reforma. Hay actividades, como la cría de hacienda, en la que predominan los pequeños productores, que pueden llegar a entrar en zona de riesgo. Cuando esto sucede, dicen los ruralistas, no sólo hay campos que dejan de producir sino comerciantes en los pueblos que pierden ventas, camioneros que tienen menos cereal que antes para transportar o trabajadores a los que no los llaman para cambiar alambrados o instalar molinos.

En ese clima de malestar, aumentado por la sequía de principios de año y las inundaciones que afectan hoy al centro y al noroeste de la provincia, hay productores exaltados que quieren ir a las rutas como en 2008. En aquel entonces los sectores urbanos del Interior se mostraron solidarios con la protesta, lo que sorprendió al Gobierno. Los dirigentes rurales, exigidos por las bases, no están seguros de que esta vez el apoyo se repita. El respaldo en las urnas que tuvo el kirchnerismo en el interior el año pasado los hizo reflexionar sobre la verdadera influencia de los problemas del campo en el electorado. Es un escenario que los dirigentes también tienen a la vista.