Siete meses después de aquella larga madrugada en el Senado, el Gobierno y el campo volvieron a hablar, aunque siguen haciéndolo en idiomas diferentes. Algunos anuncios oficiales, considerados "pobres" por la Mesa de Enlace, sirvieron como oxigenador de esta posibilidad de retomar una negociación reclamada por el resto de la sociedad, y se aleja al menos por unos días el riesgo de un nuevo conflicto. Las partes convinieron volver a verse las caras, pero ya se ponen condiciones. El Ejecutivo ratificó que no piensa bajar las retenciones agrícolas. Los ruralistas avisaron que insistirán.
Al despacho de la ministra de la Producción, Débora Giorgi, y a dos horas de haber concluido un nuevo paro agropecuario de alto acatamiento, llegaron puntuales Eduardo Buzzi (Federación Agraria), Hugo Luis Biolcati (Sociedad Rural), Carlos Garetto (Coninagro) y Mario Llambías (CRA). Los esperaban Giorgi y el secretario de Agricultura, Carlos Cheppi. Para su sorpresa, se sumó al cónclave el ministro del Interior, Florencio Randazzo. Los vices de las entidades rurales quedaron afuera, tomando mate en un pasillo. Todos, hasta ahí, especularon con un diálogo de elevado voltaje político.
Pero eso no pasó, ya que Randazzo --según el relato ruralista-- se mostró en todo momento como un gran conciliador. Luego de compartir un breve diálogo sobre la sequía y las aliviadoras lluvias, los funcionarios primerearon con una lista de anuncios que llevaron con moño a la reunión (una rebaja de retenciones a los lácteos y productos regionales, más algunos subsidios a ganaderos y tamberos). En la discusión de esas medidas se consumieron tres horas.
Los agropecuarios ni siquiera habían podido exponer su nutrido petitorio de demandas cuando sonó el gong: los ministros propusieron cuarto intermedio y prometieron volver a reunirse, aunque sin fecha. Frente a las cámaras de TV que los esperaban fuera del edificio, los dirigentes del campo pusieron plazos a la convocatoria: esperan que sea el martes próximo. Giorgi dijo después que el encuentro será la semana próxima.
"La reunión fue muy cordial y las medidas que nos anunciaron van en sentido correcto, aunque son incompletas y no hemos recorrido ni una décima parte de los temas", resumió Biolcati. Hubo, sin embargo, un breve momento de tensión, cuando Llambías se quejó porque se eludía discutir sobre las intervenciones en los mercados agropecuarios de la ONCCA y la Secretaría de Comercio. "¿No tienen permiso de Guillermo Moreno?", azuzó el titular de CRA a los ministros. Giorgi se incomodó, pero un rápido Randazzo volvió a recomponer el diálogo.
En ese clima medido, los argumentos políticos se lanzaron recién ante los medios. Tanto Cristina y Néstor Kirchner como Randazzo pusieron límites a los reclamos sobre la rebaja de las retenciones a la soja. "No es un problema de caprichos ni un tema tabú", explicó el ministro del Interior, que volvió a pedir la "solidaridad" de quienes más han ganado.
Pero fue Giorgi quien dijo lo que los productores no querían escuchar. Ratificó que "se mantiene la decisión de no mover el nivel de retenciones " y explicó que de hacerlo dejarían de recaudar una cifra como la que demandará subir las jubilaciones, unos 13.000 millones. De todos modos, señaló que las medidas para el agro tendrán un costo de 1.300 millones.
"Es la esencia de este modelo: se llevan 30 del campo y sólo ponen 1", replicó Buzzi. Llambías, por su lado, opinó que los anuncios "son exiguos y de compleja instrumentación". Mayor decepción mostraban los productores que hacían guardia en el interior, y que bombardearon con mensajes de texto a sus dirigentes. "¿Qué hacemos?", preguntaba uno de ellos. Resultó difícil convencerlo de que había que esperar otra semana.